Violencia populista en los 50
EL GOBIERNO DE PLAZA EN LA MIRA.
La arremetida del populismo cefepista contra el Gobierno de Galo Plaza fue un hecho fundamental en el escenario político de ese período.
UNA MÚLTIPLE ARREMETIDA
Como Rafael Coello Serrano, aunque sin su connotado y muy creativo estilo, otros integrantes de ese partido o cercanos a él, aprovecharon las páginas de “Momento” para descargar de modo contundente y hasta furioso, críticas mordaces y duras en contra del régimen liberal. Rafael Terán Varea, desde Quito, acusó a la Sociedad Hípica de pretender erigirse en una especie de monopolio de espectáculos de diversa gama en el país. Gozando de las ventajas de la libre importación de múltiples bienes por un lapso de diez años, esta habría tenido las prerrogativas para convertirse en un verdadero “mercado negro” de la especulación. Sostuvo Terán que “…esto nada tiene de producción y todo de especulación inmoral…”. Para este político serrano, el Gobierno de Plaza cometió el delito de violar la Constitución cuando actuó en contra de las disposiciones que prohibían ubicar a un ciudadano en mejores condiciones que a otro, al aprobar un decreto que liberaba una impresionante cantidad de artículos a ser utilizados de cualquier manera y no necesariamente para el objeto que justificara su introducción. Terán Varea calificó al canciller Neptalí Ponce como un funcionario “apacible y manso”, sin capacidad de reacción ni personalidad, y al ministro de Economía, Clemente Yerovi, como sumiso por aceptar asumir una responsabilidad que no era de él. “…Así como el Gobierno de Páez se caracterizó por la rapiña, el de Enríquez por la estupidez… Arroyo por la soberbia sin patria y todos ellos por sus propios caminos resbalaron fatalmente a la traición; así el régimen de la farsa organizadora y lodosa, que es el actual, está retratado en el decreto No. 2.301, en su protección para los “caballeros de industria” de la oligarquía palaciega. Este Gobierno se hundirá en la historia con doble epitafio: fraude e inepcia…”, sostuvo este personaje proveniente de un sector social serrano en pleno ascenso, pero con obvias dificultades de lograrlo debido a las obstrucciones de una fuerte estructura clasista oligárquica y terrateniente de la sierra, celosa de ceder posiciones y de compartir su capacidad de decisión sobre situaciones trascendentes en la política ecuatoriana de entonces.
Amalio Puga Pastor fue también un duro crítico del Gobierno de Plaza. El presidente, al decir de Puga, habría permitido la formación de una “funesta trinca de explotación”. Plaza, en palabras de este comentarista, en calidad de “caporal”, responsable directo de los beneficios de esa “argolla”, habría auspiciado un increíble beneficio “…de esos fatídicos y pervertidos elementos que jamás en otros tiempos hubiera resistido el país…”. Puga Pastor aludió al fenómeno del alza de precios de las mercancías, producto de las nuevas clasificaciones de las listas que regían sobre las importaciones y sostuvo que aun los productos que estaban fuera de esas listas se habrían encarecido. Por ello, y cono- ciendo lo que se venía, los integrantes de esa “argolla estranguladora”, como la denomina Amalio Puga, habrían forzado de manera ilimitada las importaciones a fin de beneficiarse de los mayores precios y alzarse con una ganancia extraordinaria de hasta el 40%. Para Puga, además, las facilidades conferidas por el Gobierno a la exportación de productos ecuatorianos al mercado mundial, no se constituía en un factor de beneficioso colectivo debido a que el alza del costo de la vida - que resultaba del encarecimiento de los bienes importados- era mayor que las ventajas que podía acarrear el envío de nuestros productos al mercado externo. Ante estas circunstancias y apuntando a lograr un apoyo de los diversos sectores sociales golpeados por el nivel de los precios, Amalio Puga sostuvo “…por justicia y por humanidad, y siquiera sea como mínima compensación, deberá iniciarse de inmediato el aumento de los sueldos y salarios… De lo contrario y si demora esta decisión, se estará legislando para los cadáveres del pueblo… Llegará el día en el que, colocados en el banquillo de los acusados, el propio pueblo les hará cumplir la sentencia que será la que corresponde a quienes vienen jugando con la vida del pueblo en provecho de sus insaciables intereses…”.
UNA FURIBUNDA DENUNCIA
La publicidad del populismo cefepista aprovechó varios elementos para ensayar su política de denuncias y acusaciones: unos, relacionados con acciones gubernamentales directas, como los que acabamos de analizar, y otros, derivados de acontecimientos nocivos anteriores, no afrontados ni combatidos por el régimen liberal. De entre estos segundos, uno de los más significativos y de mayor trascendencia, ocurrido bajo el denominado “Segundo velasquismo” (1944-1947) y cuyas manifestaciones críticas se mantuvieron y profundizaron en la presidencia de Plaza, fue el problema ferroviario. Los trabajadores de los Ferrocarriles del Estado reclamaban insistentemente un alza de salarios
EN LA REVISTA “MOMENTO”, DIRIGIDA POR GUEVARA MORENO SE ATACÓ VIOLENTAMENTE AL GOBIERNO DE GALO PLAZA.
El ferrocarril fue por años el principal medio de comunicación que unía las regiones de la costa y la sierra en esos años.