50 AÑOS DE UNA INJUSTICIA DEPORTIVA
El domingo 15 de agosto de 1965, es decir hace 50 años, se disputó uno de los más polémicos encuentros por las eliminatorias de los campeonatos mundiales de fútbol, entre Ecuador y Chile, en el estadio Modelo Guayaquil (hoy estadio Alberto Spencer). Un triunfo hubiera clasificado directamente a nuestro seleccionado al Mundial de Inglaterra 1966, lo cual hubiera sido una sorpresa en el ambiente futbolístico internacional ya que hubiera eliminado a Chile, que había ocupado el tercer puesto en el anterior certamen mundial. Pero se registró un empate a 2 goles y posteriormente Chile, en otro juego que trajo discusión, ganó 3-1 en Santiago, obligando a un partido de definición en Lima, campo neutral, donde también vencieron los chilenos en un encuentro que, asimismo, dejó una secuela de polémicas.
En aquellos tiempos las eliminatorias eran por grupos zonales en América del Sur, no en el actual sistema de todos contra todos. Como solo 16 equipos disputaban la ronda final, a diferencia del cupo de 32 equipos de ahora, la clasificación era complicada. Más aún si las zonas no se establecían por sorteo, sino que se establecían cabezas de serie, con los equipos considerados más fuertes, direccionándose así la clasificación.
Chile, país organizador de la Copa del Mundo 1962, en la que quedó tercero, gozaba de gran influencia en la FIFA y lo ubicaron en el mismo grupo que Ecuador y Colombia, en esos momentos considerados débiles. Los colombianos vivían una crisis interna que impedía que en su selección estén sus mejores jugadores. Ecuador asomaba como más peligroso, pero su escasa experiencia en torneos internacionales le resultaba perjudicial. Para colmo, el país vivía momentos políticos complicados, lo que estuvo a punto de ocasionar su descalificación, pues la inscripción de su lista de jugadores se la hizo después del tiempo reglamentario. En ese momento nuestro equipo era considerado tan poco peligroso como rival, que Chile y Colombia aceptaron la tardía inscripción.
El comienzo de las eliminatorias pareció dar razón al optimismo chileno. Golearon a Colombia 7-2 en Santiago, en el primer partido, en tanto que Ecuador ganó 1-0 como visitante y 2-0 como local a los colombianos. La gran sorpresa se da en Barranquilla, cuando Colombia gana 2-0 a Chile y pone a Ecuador a un paso de la clasificación. Este resultado trastornó todo y allí comenzó a valorarse a los futbolistas ecuatorianos que para el juego con Chile contaron con un refuerzo especial: el goleador Alberto Spencer, quien era la gran figura del Peñarol de Uruguay y no había podido actuar en los dos primeros encuentros. Los dirigentes chilenos cuestionaron la participación de Spencer y hasta llegó a publicarse en algún medio del país sureño que dicho jugador no era ecuatoriano, impugnándose su nacionalidad.
Se realizó una campaña mediática, pidiéndose que no se juegue el partido en Guayaquil porque se decía que esta ciudad estaba plagada de insectos. Pero la maniobra tras bastidores fue más efectiva. El árbitro titular era el brasileño Romualdo Arpi y a última hora se indicó que no podía viajar, por lo que se titularizó a Eunapio de Queiroz, que estaba señalado como juez de línea. Se completó la terna arbitral con dos árbitros peruanos, uno de ellos el internacional Alberto Tejada, con historial suficiente como para haber sido designado juez titular. En esos tiempos no se acostumbraba especializar a los jueces de línea, sino que actuaban en ese puesto árbitros principales. La designación de Queiroz fue sospechosa. Sus antecedentes no eran buenos. En Brasil, el más importante relator deportivo Mauricio Moraes, lo calificaba como ‘laripio’ (pícaro) en vez de Eunapio. Lo mismo le dijo el famoso jugador Zizinho del Bangú y fue expulsado. Nunca había dirigido en eliminatorias y su único antecedente en torneos oficiales eran dos partidos en los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, evento entonces restringido a futbolistas amateurs. Ecuador inició el partido con veloz ritmo. Al cuarto de hora se puso en ventaja, cuando Quijano envió centro al área, cabeceando Spencer para anotar el primer gol. Ecuador iba adelante 1-0 y dominaba en toda la cancha. Llegó lo inesperado: un centro intrascendente de la delantera chilena es interceptado por el arquero Ansaldo y sin posibilidades de llegar al balón, ingresa al área el centrodelantero chileno Campos y lesiona al meta ecuatoriano. El árbitro no cobró el ‘foul’, peor amonestó o expulsó al agresor. Fue o no premeditada la acción, nunca se sabrá. En esa época no se permitían cambios; el jugador nacional fue atendido unos minutos y se quejaba de un fuerte dolor, pero siguió en la cancha. Después se supo que había sufrido la fractura de una costilla y que su vida estuvo en peligro al continuar en juego. La heroica actitud de Pablo Ansaldo no fue suficiente en el plano futbolístico, pues al no estar en buenas condiciones físicas no pudo controlar dos avances chilenos que se convirtieron en otros tantos goles adversarios. Pero por sobre la adversidad, el equipo ecuatoriano reaccionó; se fue encima del terreno rival, empató con gol de Raymondi y pudo haber ganado si el árbitro Queiroz no pasa por alto dos claros penales en el área chilena, uno de ellos descomunal, cuando Marcos despojó de su camisa a Bolaños. El 2-2 dejó con vida a Chile e impidió la clasificación ecuatoriana. En otra ocasión hablaremos de cómo el complot no terminó allí.
EL ARBITRAJE DE QUEIROZ Y LA AGRESIÓN DE CAMPOS A ANSALDO. RECUERDOS DE UNA POLÉMICA JORNADA FUTBOLÍSTICA