Destrucción
De una población durante el terremoto de Ambato
El Rosario es una parroquia poseedora de típicos contrastes y paisajes serraniegos, localizada en la provincia del Tungurahua, en la parte noroccidental del cantón Pelileo, apenas a 8 kilómetros de la cabecera cantonal, y a 14 kilómetros de Ambato, ocupando la margen derecha del río Pachanlica y el sector occidental de la colina de Nitón. El sector donde se asienta el centro poblado de El Rosario y sus caseríos de Churumanga, Sacato, Rumichaca y la parte baja de Condorahua alcanza los 2.680 metros sobre el nivel del mar.
Antes de 1949 algunos jóvenes de la parroquia El Rosario habían emigrado a Guayaquil, entre ellos los hermanos Sánchez Manjarrés. Al producirse el pavoroso terremoto de magnitud 6.8 en la escala de Richter, y los poblados y campos quedar devastados, fueron estos jóvenes los que acudieron desde el Puerto con ayuda, pues los damnificados contaban que solo un vehículo vino con ayuda a aquel pueblo, a pesar de haberse ellos quedado sin alimentos y sin agua, al producirse la rotura de la acequia por donde corría aquel líquido vital.
Al respecto es de indicar que el 5 de agosto de 1949 un pavoroso terremoto asoló la región central de la sierra ecuatoriana, causando enormes destrozos en la ciudad de Ambato, que quedó semidestruida. También sepultó Pelileo y arruinó Píllaro y decenas de pueblos, entre ellos a la parroquia El Rosario. En fin, quedó un triste saldo de 8.000 muertos (según algunos censos), centenares de heridos y millares de viviendas arrasadas. Era presidente de la República el señor Galo Plaza Lasso, quien lideró la ayuda a los damnificados.
Todavía recuerdo, cuando pequeño, el oír cantar a mi abuelo una tonada popular de la época que reflejaba la inmensidad de esa gran tragedia. Quizás contemporáneamente ya no se la escuche, porque a lo mejor el sentimiento de la catástrofe se ha ido diluyendo con el tiempo, pero hagamos reminiscencia de ella, pues así la versaba mi abuelo: “Un día 5 de agosto, día triste y de dolor, en que sufrieron crueles desgracias las tres provincias del Ecuador, cayeron pueblos cayeron casas y el Pelileo se destruyó; una niñita de tiernos años va preguntando mi mamacita dónde estará...”.
Ese colosal terremoto destruyó y hundió pueblos y campos de la provincia de Tungurahua y parte de las de Chimborazo y Cotopaxi. Al producirse, mangas de polvo hicieron irrespirable el aire y ennegrecieron el cielo. Desapareció la energía eléctrica y se destruyeron canales de tuberías de agua. Como los sacudimientos sísmicos se repetían con una frecuencia aterradora, los pobladores corrieron por colinas, plazas y caminos para salvar sus vidas.
AL IGUAL QUE PELILEO, LA PARROQUIA EL ROSARIO FUE ARRASADA POR EL TERREMOTO DE 1949, DEJÁNDOLA EN DESOLACIÓN Y MUERTE. JÓVENES MIGRANTES DE GUAYAQUIL ACUDIERON EN SU AYUDA.
Nuestra prima Dorina Guevara Sánchez, testigo de estos acontecimientos, nos hace el siguiente relato: “La mayoría de nuestros tíos y primos se encontraban ya radicados en Guayaquil; en El Rosario vivíamos: mi abuelo Elías Sánchez, mi abuela Fermina Manjarrés y mi tía Targelia, en la propiedad de ellos; en nuestra casa de Sacato estábamos mi padre Pancho Guevara, mi mamá Sara y las tres hijas.
“Recuerdo que aproximadamente a las 2:10 p.m. fui a la acequia de don Albornoz a dar agua a las vacas, llevando en mis brazos a mi hermana Luisa, de pocos días de nacida, cuando nos sorprendió un fuerte remesón (temblor). Terminado el mismo me apresuré a llegar a nuestra casa; en ese momento vi a mi hermana Mery de 9 años a unos 100 metros. Ella trató de acercarse a nosotros, pero se lo impidió el inicio de un formidable terremoto que nos lanzó contra el suelo; la tierra se abría y se cerraba, los árboles eran expulsados mos-