LA OTRA VISIÓN DEL
10 DE AGOSTO DE 1809
El 10 de Agosto de 1809 ha otorgado a la ciudad de Quito la designación de ‘Luz de América’, colocada en 1812 en el faro de Valparaíso por el sacerdote y patriota chileno fray Camilo Henríquez González (1769-1825). Como es sabido, no todos plegaron a la revolución de agosto. Fue el caso no solamente de la ciudad de Guayaquil, sino también del Virreinato del Perú.
Ninguna manifestación fue tan clara y rubricada de forma tan personal como las pronunciaciones impresas de dos religiosos, el Ilmo. Sr. don Andrés Quintián Ponte y Andrade (ca. 1751-1813.), obispo de Cuenca entre 1807-1013, dirigida a don Juan Pío Montúfar (1758-1819), marqués de Selva-Alegre, fechada el 28 de agosto de 1809 e impresa en Buenos Aires, en la imprenta de los Niños Expósitos en 1809; y la del doctor don José de Silva y Olave (17471816), diputado del Virreinato del Perú, dirigida a los ciudadanos de Quito, salida de la misma imprenta de Buenos Aires en 1809. Ambas están en la biblioteca John Carter Brown, en Providence, Rhode Island, Estados Unidos.
Andrés Quintián Ponte y Andrade era español, de quién Julio Tobar Donoso (1894-1981) en el tomo I de su obra La Iglesia ecuatoriana en el siglo XIX (1934), escribe: «… hombre impetuoso y de acerado carácter, realista tenaz, dotado del don de ubicuidad y del sentido de la organización y de la vigilancia, como ninguno de sus colegas del episcopado americano. Alma antípoda, en síntesis, del varón que presidía simultáneamente la Iglesia de Quito. / Tan pronto como el obispo tuvo conocimiento de la revolución del año nueve, apercibió a sus clérigos para la defensa y la reacción, tomó parte activa en ella como consejero e inspirador de Aymerich, organizó una columna de sacerdotes para mayor eficacia de la resistencia, dispuso al efecto de las rentas eclesiásticas, formó causa contra los clérigos sospechosos o culpables de apoyo al movimiento quiteño; en suma, fue la columna más vigorosa del rey en tierras del Azuay».
Silva y Olave era guayaquileño, cercano familiar de José Joaquín de Olmedo (17801847), había sido su protector en Lima, justamente en aquellos convulsos años de la ocupación napoleónica. Silva y Olave fue electo rector de la universidad de San Marcos en 1809, y de esa fecha data el documento que mencionamos. Silva y Olave los llama “quiteños: hijos de la ilustre América”, y los exhorta con los siguientes términos: « ¿Es posible que la noble, la ilustre, la religiosa y la celebrada Quito haya levantado la cuchilla cruel y antipatriótica para cortar el santo lazo que nos unía con nudos más gratos que la vida? ¿Cómo han de poner los hijos de los primeros hombres de la España este borrón a las glorias heredadas de sus padres?».
En cuanto a Olmedo, recordemos su notable silva El árbol, concluida en 1809, que trata del cautiverio de los Borbones españoles en Francia por Napoleón. Olmedo, de vuelta de Lima el año de 1809, se incorporó como abogado de la Audiencia de Quito. El entonces monárquico Olmedo y futuro diputado en los Cortes de Cádiz, escribió contra Napoleón: «Osó llamar el pérfido a tus reyes / y dioles como amigos / de la amistad el ósculo fingido; / y cuando en su poder seguros fueron / tratoles como viles enemigos, / y /expiar les hace en bárbaras prisiones / el crimen de ser reyes, y Borbones.»
Otro testimonio, que conjuntamente presento, es el extraordinario cuadro al óleo de 246 X 464 cm titulado ‘Vista de la entrada en la ciudad de Quito de las tropas remitidas por el Excmo. Sr. virrey del Perú al mando del primer teniente de Reales Guardias españolas, don Manuel Arredondo y Mioño, caballero del hábito de Calatrava, para su pacificación y guarnición en 25 de noviembre de 1809’, pintado alrededor de 1812, que fue adquirido por el Estado español en 2011, en la Sala Alcalá, por 120.000 euros, y que se exhibió por primera vez en el Museo de América en Madrid.
Manuel Arredondo y Mioño (17741842), futuro marqués de San Juan Nepomuceno, recibió a finales de agosto de 1809 la comisión de Abascal, de partir inmediatamente a Guayaquil con cuatrocientos hombres, entre veteranos e infantes de milicia, piezas de artillería y parque suficiente, para develar la revolución de Quito del 10 de agosto anterior.
El cuadro fue realizado para ser enviado a España, ya que está dedicado a don Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo y Salm-Salm (1768-1841), XIII duque del Infantado, IX duque de Pastrana, IX duque de Estremera, X duque de Francavilla y XII marqués de Távara, que entonces era capitán real de las guardias españolas de infantería. Esta pintura histórica merece un muy detenido análisis futuro.
OPINIONES DE CLÉRIGOS QUE DIERON SUS CALIFICATIVOS, DE LA CONDENA A LA ABSOLUCIÓN, DEL MOVIMIENTO QUE LLAMAMOS “PRIMER GRITO DE INDEPENDENCIA”
QUITO 1809 MUSEO DE AMÉRICA
PÁG. TITULAR CARTA DEL OBISPO DE CUENCA AL MARQUÉS DE SELVA-ALEGRE
EL DUQUE DEL INFANTADO.
PAG. TITULAR. EXHORDIO DE SILVA Y OLAVE A LOS QUITEÑOS
DR. JOSÉ DE SILVA Y OLAVE