LA REBELIÓN ESTUDIANTIL DE NOVIEMBRE DE 1961
Eran tiempos difíciles en la vida política nacional. En las elecciones de 1960, el Dr. José María Velasco Ibarra había sido elegido presidente de la República con una mayoría absoluta sobre las candidaturas del expresidente Galo Plaza Lasso, del Dr. Gonzalo Cordero Crespo y del Dr. Antonio Parra Velasco, todos figuras de gran trayectoria en la vida política ecuatoriana. El pueblo una vez más llevaba a la presidencia al controvertido líder populista, frente a las opciones de hombres muy valiosos de las corrientes liberales, conservadoras y de izquierda que, con su contundente derrota electoral, quedaron desde entonces fuera de opción a ejercer algún liderazgo en la política nacional. Un año y meses más tarde, ese triunfo se esfumó, tras poco más de una semana en que los acontecimientos se sucedieron con rapidez inusitada. Y culminarían con la salida del presidente Velasco y su reemplazo por el que hasta entonces era su vicepresidente, el Dr. Carlos Julio Arosemena. Esta historia la vamos a relatar en dos artículos: el primero con los antecedentes de la transformación política y la próxima semana con el inédito hecho de cómo una persona que estaba detenida en el panóptico, pasó desde allí directo al Palacio Legislativo a posesionarse como presidente de la República.
Desde los primeros meses del gobierno del Dr. Velasco Ibarra, existió un clima de inestabilidad política. Latinoamérica vivía el impacto de la Revolución cubana, que era idealizada por la juventud y que no todos los políticos comprendían. Se polarizaron las simpatías y/o antipatías alrededor de los revolucionarios que habían llegado al poder en Cuba, tras derrocar la dictadura de Fulgencio Batista y que representaban una nueva ola política en el continente. Al interior del movimiento velasquista (nunca llegó a ser formalmente un partido en el real sentido de la palabra), habían posturas antagónicas sobre el caso cubano y, hasta cierto punto su líder, el Dr. Velasco, había mostrado una cierta simpatía pero con recelos hacia los revolucionarios del Movimiento 26 de Julio, la cara visible de la Revolución cubana, que por entonces no había declarado su incondicional adhesión a la doctrina marxista y aparecía como nacionalista.
El presidente Velasco vio con preocupación el giro que tomaba esa revolución y decidió al interior de su Gobierno, separar a quienes tenían mani- fiesta identificación con ella, como fue el caso del Dr. Manuel Araujo Hidalgo. Esta fue la primera división en el naciente Gobierno. En meses posteriores determinadas medidas económicas del régimen produjeron descontento popular y el encanto de los jóvenes de izquierda desapareció. Pero más allá de declaraciones y algunas aisladas marchas de protesta, el asunto no tenía mayor incidencia en la vida política del país. La oposición política se fue reagrupando, no aparecieron más los candidatos perdedores de las elecciones de 1960, pero sí algunas figuras importantes que criticaba al presidente, aunque más con miras a aglutinar fuerzas para las elecciones legislativas de 1962 que con otro objetivo, pues bien o mal, desde 1947 el país había tenido años de continuidad política sin cambios forzados de gobierno.
Pero apareció un frente interno en el régimen. El vicepresidente Carlos Julio Arosemena Monroy había sido marginado de algunas decisiones importantes y se produjo un aislamiento que a la postre sería fatal para la estabilidad gubernamental.
La chispa se encendería en Cuenca. Una protesta estudiantil el 31 de octubre culminó con un saldo de varios heridos por la represión policial, entre ellos el presidente de la FEUE de Cuenca. La manifestación que al principio solo fue de estudiantes, contó luego con la adhesión de obreros y público en general, restableciéndose la calma cuando salió el ejército a las calles. Al día siguiente se reanudaron las manifestaciones y el caos se generalizó en la ciudad. Dos estudiantes fallecieron, renunció el gobernador del Azuay y se nombró un jefe civil y militar para la plaza. Como se acercaban las tradicionales festividades del 3 de Noviembre, varios sectores ciudadanos solicitaron al presidente Velasco que no concurra a ellas porque el ambiente no era propicio, pero desoyó los pedidos. Las fuerzas militares y policiales ocuparon las calles por las que desfiló prácticamente rodeado por las tropas. Nuevas manifestaciones con saldos de víctimas mortales crearon la zozobra en el país, que vivía días de feriado por la recordación de los difuntos y la independencia de Cuenca. Pero el lunes 6, al reanudarse las actividades, Guayaquil vivó momentos de gran tensión y zozobra. Los estudiantes de varios colegios, en especial los del Vicente Rocafuerte, salieron a las calles y se produjeron hechos violentos, sobre todo al pie de la Alcaldía de la ciudad, cuyo titular Pedro Menéndez era muy cercano al presidente. Un saldo de cinco estudiantes muertos aumentó la ola de descontento. El Parlamento se solidarizó con los caídos y se escucharon pedidos de renuncia al primer mandatario. Al terminar la sesión, en la noche, fueron apresados el presidente del Congreso y el vicepresidente de la República, Dr. Carlos Julio Arosemena y otros legisladores, entre ellos Assad Bucaram, Julio Estupiñán Tello, Otto Arosemena Gómez, César Álvarez Barba y Telmo Hidalgo, quienes fueron llevados al panóptico.
La conclusión de este episodio de nuestra historia, la relataremos la próxima semana.
FUE EL PREÁMBULO DE LA CAÍDA DEL CUARTO MANDATO DEL DR. VELASCO IBARRA. EL VICEPRESIDENTE AROSEMENA FUE ENCARCELADO