Naufragio del VAPOR ECUADOR 1941
Uno no se muere porque sí, será el día en que nos toque morir. El domingo 2 de febrero de 1941, cerca de las tres de la tarde, embarcábamos en el vapor Ecuador, acoderado en el puerto de Naranjal, llevando a mi esposo Modesto Rivera Vega, amaleado en su salud, para que sea atendido de sus dolamas en el Hospital Civil de la ciudad de Guayaquil. Junto a nosotros un centenar de pasajeros abordaron la mencionada nave, escuchándose la señal de partida. La travesía se realizaba sin novedad hasta las ocho de la noche, cuando comenzó a amenazar un leve temporal. Para ese entonces navegábamos por el sitio denominado Tormento, pero el verdadero susto que nos dimos varias horas después, fue cuando el vapor comenzó a balancearse como hamaca, de un lado pa’ otro, haciendo que entrara agua a la embarcación, mientras esta empezaba a ladearse de a poco hacia un costado. En esos instantes el pánico nos agarró a los viajantes, muchos comenzaron a gritar: ¡Nos hundimos! ¡Nos ahogamos! Auxilio, socorro! En esos instantes se desprendió la caseta del barco, cayendo ruidosamente al agua y llevándose al torrente a varias personas; ahí empezó el corre, corre de… ¡sálvese quien pueda! El capitán Demetrio Martillo Mora dio unos pitazos pidiendo auxilio, siendo escuchados por el Sr. Antonio Araujo, administrador de la hacienda Santo Domingo, propiedad del Sr. Simón Cañarte B., enviando las canoas Marilú y Tres Hermanas, las que empezaron a realizar el salvamento de las personas. Modesto medio morichento se encontraba agarrado a un racimo de plátanos y yo flotaba sobre un tablón de madera, llevados sin rumbo por la corriente. Luego fuimos recogidos y embarcados en una canoa de dos piezas, pero a la altura de la hacienda El Rosario, nos encontramos con el remolcador Tauro, nave que había sido enviada a dar rescate a los náufragos, trasladándonos hasta Guayaquil y viniendo también el malogrado capitán Demetrio. Al tocar tierra este se dirigió a la Capitanía del Puerto, donde expuso ante el capitán de navío Diógenes Fernández Ampuero lo siguiente: “Salimos del puerto de Naran-
jal el domingo 2 del presente con destino a esta ciudad, conduciendo 80 pasajeros, 400 racimos de plátanos, 40 sacos de cacao, 30 almudes de choclos y de café; debido al fuerte oleaje y al movimiento de los pasajeros, dio lugar para que el vapor empezara a inclinarse, por este motivo entró abundante agua. De inmediato la tripulación comenzó a hacer maniobra de achique; mientras tanto indiqué al timonel Luciano Castañeda Villegas, se acercara al barranco que queda frente a la isla Matorrillos, lo más pronto posible, con el objeto de trasbordar a los pasajeros, habiéndose inundado las bodegas de babor. Esto hizo que el vapor se inclinara, cayéndose la caseta al agua, llevándose a pasajeros y tripulación, incluido yo, los que fuimos rescatados por varias canoas, sin que haya ninguna muerte que lamentar. Arribó casi al amanecer al sitio de la tragedia la embarcación Jambelí, al mando del capitán Sabino León, nave que prestó auxilio inmediato. El vapor accidentado fue construido por el Sr. Pedro de la Cruz Rodríguez, puesto en servicio el 3 de junio de 1905, bautizado con el nombre de Mesías, teniendo 73 pies de eslora, 11 pies de manga, 3 pies 7 pulgadas de puntal y tonelaje bruto de 31,94. El 10 de mayo de 1939 pasó a ser propiedad del Sr. Victoriano Molina, llamándolo San Pedro. El comerciante asiático Emiliano Núñez, afincado en Naranjal, lo adquirió en agosto de 1940 y por no poderlo atender se lo vendió al Sr. Miguel Avelino Vásquez, rebautizándolo como Ecuador, habiendo naufragado en su poder a los 36 años de servicio. Entre los pasajeros venía un piquete de carabineros al mando del oficial Luis Rivadeneira, quien reportó la pérdida de cuatro fusiles, un sable y cinco yataganes, propiedad de la tropa. Asimismo, el postillón Sr. Juan E. Pastor, indicaba el extravío de una maleta de madera que contenía la valija certificada a su cuidado. Manuel Argurto había perdido un saquillo que contenía sombrero, machete, poncho y varias prendas de ropa de uso personal, donde había guardado la cantidad de doscientos sucres, estimándose que las pérdidas ascendían a ochenta mil sucres, siendo el valor de la nave de cuarenta mil. El Sr. Capitán fluvial Demetrio Martillo Mora quedó detenido bajo el art. 67 del Reglamento de la Policía Marítima, levantándose información sumaria con el objeto de establecer las debidas responsabilidades. En la Capitanía del Puerto se había instalado un puesto de socorro, en donde a Modesto lo revisaron; luego en una ambulancia lo llevaron al Hospital Civil. Lamentablemente a los tres días dejó de existir.
UN FUERTE OLEAJE HIZO VIRAR A UN BARCO QUE HABÍA SALIDO DE NARANJAL CON DECENAS DE PASAJEROS, QUIENES FUERON RESCATADOS SIN TENER NINGUNA MUERTE QUE LAMENTAR