1959.
EL HACINAMIENTO DE PRESOS Y CONDICIONES DE LA PRISIÓN PERMITIERON LA FUGA DE PELIGROSOS DELINCUENTES, UNO DE LOS CUALES FUE RECAPTURADO AL INTENTAR OTRO ROBO
Miguel Espinoza Zambrano (a) el Montuvio, finísimo punguero, era un sujeto que realizaba su trabajo en las diferentes lanchas que venían a este puerto. Pero en la actualidad estaba recluido en la cárcel pública municipal, en la celda # 34, junto a Gerardo España Pavón, peligroso ladrón escurridizo fugado del panóptico García Moreno de la capital; de esta prisión municipal ya lo había hecho anteriormente por tres ocasiones. Ambos eran los planificadores de una fuga masiva que debía realizarse la noche del jueves 9 de julio 1959. La situación del reclusorio en esa época era calamitosa. Solo contaba con nueve guardias para controlar a seiscientos incorregibles reclusos; las instalaciones eléctricas estaban en pésimas condiciones, debiéndose pasar el mayor tiempo en penumbras; las cañerías de agua dañadas. Faltaban escobas y todo material para realizar el aseo de la prisión. El director de la institución, Sr. Enrique Sierra, oportunamente había dirigido varios oficios al Lic. Luis Eduardo Robles Plaza, alcalde de la ciudad, electo por votación popular y llevado a ocupar el Sillón de Olmedo auspiciado por el partido político CFP (Concentración de Fuerzas Populares), poniéndolo al tanto de todas estas penosas novedades para que sean mejoradas. Si bien era cierto que el presidente del Ayuntamiento atendía con rapidez, dando las debidas órdenes para que se corrija esta situación, debido a la parsimoniosa burocracia, nunca se cumplían. La celda # 34 estaba ubicada en la parte sureste de la planta alta del presidio, edificio que comenzó a construirse en 1903 y que fue inaugurado en 1905. En estas cuatro paredes estaban hacinados veintisiete presos, siendo su capacidad solo para ocho, turnándose cada uno, por orden del Montuvio y España, a raspar la pared de ladrillo con el mango de una cuchara que previamente había sido afilada a manera de punzón, para abrir un boquete que les permitiera salir del encierro. Los conjurados en el escape esperaban las sombras de la noche para la ejecución del plan. Por culpa de un soplón tuvieron que realizarlo a las 10 de la mañana, en pleno día y con abundante sol. Un grupo de condenados ubicados en la parte norte comenzaron a golpear fuertemente los barrotes y paredes de las celdas, logrando atraer la atención del guardia de la garita situada encima de la celda. Este, dejando su puesto botado, acudió presuroso a ver lo que ocurría, siendo estos momentos aprovechados por los facinerosos pasa salir por el hueco, utilizando sábanas, camisas y pantalones anudados, formando una improvisada soga y bajando de esta manera hasta el piso de la calle. Desde allí emprendieron veloz carrera. Cuando los guardias se percataron de la fuga ya era tarde. Causó alarma general en la ciudadanía el escape de tanto delincuente, entre los que se contaban Modesto Caicedo, sentenciado por el juez sexto del Crimen, por el asesinato de Nativo torres; Guillermo Alarcón, preso por el afamado robo en la joyería Navas; el cuentero Vicente Zaraste Fuentes (a) Guagüito, quien después embaucaría a la población de Daule haciéndose llamar el Milagroso; Gerardo España, detenido por robo a Luis San Miguel; Daniel Bianchi, por atentar contra el pudor a una menor de edad y (a) el Montuvio, Miguel Espinoza, cuya especialidad era ser “lanza”. El director de la cárcel fue llamado ante la autoridad edilicia para que explique lo sucedido. Oficio en mano demostró haber solicitado un mayor número de guardias; presentó un comunicado dirigido al jefe de la Policía Municipal, a fin que ponga a sus órdenes 16 hombres jóvenes para reemplazar a los veteranos a punto ya de jubilarse. Debido al atraso en el pago de los sueldos, muchos policías municipales preferían laborar en los mercados. “Con tan poco personal era imposible controlar a más de seiscientos reclusos. La falta de uniformes para los centinelas los llevaba a realizar su trabajo vestidos de civil, confundiéndose con los reos. El Fondo Rotativo del Municipio destinado para el mantenimiento de la cárcel, desde el mes de agosto del año pasado ya no existía; aun así, con todas las dificultades continuamos con nuestra sacrificada labor”. El gobernador de la provincia, Dr. Eduardo Ortega Moreira, y el intendente del Guayas, Miguel Alavedra y Tama, ordenaron la búsqueda y captura de los reos. A los dos días el delincuente (a) el Montuvio fue recapturado por agentes de la Oficina de Seguridad Provincial, cuando intentaba asaltar al Sr. Jorge Baquerizo Avellán, tesorero de la Junta de Beneficencia, iniciándose tenaz persecución. El bandido trató de escapar refugiándose en el zaguán de una vivienda de las calles Ayacucho y Juan Pío Montúfar, de donde fue sacado y llevado detenido, mientras se buscaban a los demás prófugos.