GUSTAVO NOBOA:
El lunes pasado, 21 de agosto, cumplió 80 años de vida el Dr. Gustavo Noboa Bejarano, manteniendo un espíritu jovial, como hace 62 años, cuando inició su carrera como educador en el colegio La Inmaculada. Fue maestro secundario y universitario. Pero ante todo, ha sido y es un formador de juventudes con sus grupos de convivencia, siempre con el mismo entusiasmo y practicando su fe católica, actividad que interrumpió cuando ejerció funciones de gran responsabilidad, como las de gobernador de la provincia (1983-1984), rector de la Universidad Católica (1986-1996), vicepresidente (1998-2000) y presidente de la República (20002003). El poder lo ejerció sin perder su sencillez; pero no es nuestro propósito juzgar al político, sino relatarles algunos episodios de este abogado guayaquileño que hace más de medio siglo decidió orientar a los jóvenes para que cumplan sus tareas con apego a los valores éticos y a la Doctrina Social de la Iglesia.
Como la mayoría de los católicos, acogió con entusiasmo los vientos renovadores de la Iglesia que llegaron con el Concilio Vaticano II (19611965), que ha sido el acontecimiento eclesiástico más trascendente de la era moderna, manteniendo inmutables los principios doctrinarios pero adaptándose a la realidad del mundo contemporáneo. Como premisa, en el documento conciliar se señaló que la Iglesia es el pueblo de Dios y que su tarea es la salvación de la humanidad, tarea que no es solo de su jerarquía, sino de todos sus miembros, constituyendo este un claro llamado a la participación directa de los fieles laicos.
Su vocación a trabajar en la formación cristiana tuvo su origen en la participación en los Oratorios, una típica actividad salesiana, la orden que fundó en el siglo XIX san Juan Bosco, un educador italiano que trabajó con la juventud, bajo nuevos conceptos. Gustavo Noboa estudió en el Cristóbal Colón, el emblemático plantel salesiano de Guayaquil. El Oratorio Salesiano es un lugar donde en medio de las actividades cotidianas y en un ambiente de alegría, se inculcan la oración y los valores cristianos. Don Bosco, que de niño había aprendido números circenses, con ellos atraía a los niños y adolescentes, al tiempo que les enseñaba a orar y les inculcaba principios. Es lo que se denominó educación preventiva; lo hacía con pequeños de los barrios de la naciente clase obrera de Turín, alejándolos de los vicios y defectos de la vida callejera.
A los Oratorios de los fines de semana se los llamó Oratorios Festivos y en ellos los alumnos cristobalinos compartían con niños y jóvenes de sectores pobres de la vecindad del plantel. A Gustavo Noboa le atrajo esa tarea pastoral, a la vez que se convenció de que su papel como cristiano era como laico, pues no pensó en ningún instante en seguir la vida religiosa.
Al terminar la secundaria fue propuesto Gustavo para ser profesor de La Inmaculada, plantel femenino situado a pocos metros de su casa, en el corazón del Barrio del Astillero.
Noboa siguió estudios de Jurisprudencia en la Universidad de Guayaquil, graduándose en 1965. En ese tiempo integró la Acción Católica, junto a otros universitarios. En 1966 fue nombrado profesor de la facultad de Jurisprudencia de la Universidad Católica.
Luego del Concilio, Gusta- vo Noboa encontró el camino para aplicar sus ideas. Con apoyo de los padres salesianos y siendo catedrático del Cristóbal Colón, organizó en 1969 la primera convivencia con jóvenes estudiantes, reunión para compartir actividades de expansión, a la vez que se daba instrucción sobre valores cristianos, inculcando que los pilares de una vida cristiana deben sustentarse en las bienaventuranzas y la misericordia, invocando como buen salesiano la protección de la Vir- gen María para llegarll a Jesús. A diferencia de los tradicionales ejercicios espirituales, el ambiente era distendido y de distracción, sin perder los momentos de reflexión y oración. El éxito de la primera reunión fue seguido de otras, para luego extenderse a alumnos de otros colegios religiosos como San José y Espíritu Santo, incluso algunos con alumnos de planteles laicos, como el Vicente Rocafuerte.
Sin proponérselo, Gustavo Noboa se convirtió en un líder de juventudes. Los estudiantes vieron en él un guía. Contando con la comprensión de su esposa María Isabel Baquerizo (la heroína de esta historia), este maestro por vocación y convicción, les dedicó en adelante su tiempo, con la recompensa de ver que, al crecer, fueron convirtiéndose en buenos ciudadanos, padres de familia responsables y algunos, siguiendo la vocación sacerdotal por propia iniciativa.
Esos discípulos agradecidos le rindieron un significativo homenaje el pasado sábado 19. Fue una sorpresa que lo conmovió. Primero, una misa concelebrada por sus pupilos, monseñor Alfredo Espinoza, obispo de Loja, y el padre Juan Cavanna. Luego se efectuó una reunión en la que se pasó un video con momentos trascendentales de su vida, además de breves discursos en los que se relievaron los méritos de este gran guayaquileño que a sus 80 años mantiene el mismo entusiasmo que cuando empezó su tarea de educador y formador. En la reunión, el Dr. Walter Mera, vicerrector de Investigación de la Universidad Católica, anunció los próximos homenajes que le hará esta institución, con el lanzamiento de un libro y la imposición de su nombre al edificio de Jurisprudencia.
HA SIDO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, RECTOR UNIVERSITARIO, PROFESIONAL EXITOSO, PERO SU SATISFACCIÓN MAYOR HA SIDO LA DE ORIENTAR EN VALORES A JÓVENES.