LA HERENCIA COLONIAL
(PRIMERA PARTE)
Mientras ello ocurría, en Europa occidental, a partir del siglo XI, se había producido un fenómeno de expansión del comercio y el surgimiento de una economía monetaria, refrenada sin embargo por el conflicto conocido como La Guerra de los cien años, un fenómeno bélico que en realidad se extendió por 116 años (de 1337 a 1453), en que se enfrentaron Inglaterra y Francia, en una serie de múltiples encuentros que influyeron en la economía de entonces, causando una disminución opresiva en la circulación de numerario. Esas economías, y casi todas las demás que incursionaron en las actividades de expansión comercial marítima, ante el requerimiento de metales como base del medio de cambio, pusieron toda su decisión para reabrir las minas inactivas desde la época romana y buscar otras. Frente a ese escenario ocurrieron otros hechos que definirían el carácter sumamente dinámico que tuvo el comercio de entonces y sus consecuencias. El progreso de los turcos, por ejemplo, y las transformaciones radicales producidas a lo largo de las antiguas vías comerciales al Asia Central, se dirigieron a debilitar y eliminar el monopolio veneciano del comercio de especias. Este momento del desarrollo de la economía mundial (de manera específica el descubrimiento de América) es explicitado por el economista, historiador y político belga, Ernest Mandel, en su libro Economía Marxista Vol. 1, de la siguiente manera: “…el pillaje de México y Perú, la circunnavegación de África, el establecimiento de contacto marítimo con la India, Indonesia, China y Japón, transforman completamente la vida económica en Europa occidental. Se produce la revolución comercial, la creación de un mercado mundial de mercancías, la transformación más importante en la historia de la humanidad desde la Revolución metalúrgica…el pillaje del tesoro de Cuzco y la apertura de minas de plata en Potosí disminuían más radicalmente todavía los gastos de producción de metales preciosos mediante la utilización de mano de obra servil…”.
UN MUY IMPORTANTE CICLO HISTÓRICO INICIARON LOS REYES CATÓLICOS DE ESPAÑA TRAS LA INCORPORACIÓN DE LOS BENEFICIOS DEL CONTINENTE DESCUBIERTO POR CRISTÓBAL COLÓN
Con la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, se cerró el intercambio comercial y el tráfico de mercancías, razón por la que los países de Europa occidental se sintieron urgidos ante la necesidad de comerciar con Oriente a través de otras rutas. Las tierras del Oriente (Cipango y Catay), pasaron a con- vertirse en un desesperado objetivo de las naciones del Atlántico europeo. Comerciantes venecianos y genoveses, con gran incidencia en las relaciones de intercambio con las economías del Este, portugueses y españoles, buscaron oportunidades para que la dinámica de esas actividades no se debilitara ni interrumpiera. El mejoramiento de la construcción de naves (las carabelas), el descubrimiento de instrumentos de navegación y guerra como la brújula y la pólvora, se convertirían en factores de la indeclinable aventura para llegar a las tierras de Oriente, burlando la flota turca y abriendo nuevas oportunidades para continuar con el comercio. Esa tarea, que llegaría a su máxima expresión con el arribo de Colón al Nuevo Continente, tuvo importantes antecedentes que contribuyeron a mejorar las condiciones de desplazamiento hacia las tierras de las especias. Entre aquellas cabe mencionar el papel jugado por Enrique El Navegante. Miembro de la familia real portuguesa, de una amplia formación humanista, Enrique fue pieza cla- ve para la conquista de Ceuta. Fue fundador de un Centro de Estudios Náuticos, Geográficos y Astronómicos, y organizó expediciones marítimas a las costas occidentales del continente africano. En 1456 descubrió las islas de Cabo Verde y, gracias a sus destrezas y descubrimientos, permitió que Bartolomeu Días doblara el Cabo de la Buena Esperanza y abriera nueva ruta comercial al Asia, bordeando en 1487 las costas del África. A ello se sumarían la proeza de Gil Eannes, de doblar el Cabo Bajador, y el viaje de Vasco de Gama a la India en 1497, entre otras hazañas.
Castilla y Aragón, los dos reinos cristianos que perseguían la reconstitución de un Estado español, libre de la presencia e influencia de judíos y moros, se erigieron en el soporte de la aventura del marino genovés, y pasaron a ser los iniciales beneficiarios de la riqueza metalífera y de piedras preciosas procedentes del Nuevo Continente. Sin embargo, debido
Revolución Comercial en la Edad Media.