NAZIS ORDENAN INCENDIAR NAVE EN PUERTO DE GUAYAQUIL: 1941
Se había iniciado la Segunda Guerra Mundial y por aquel tiempo se encontraban fondeados en el puerto de Guayaquil cuatro buques mercantes de nacionalidad alemana. Tres de ellos zarparon con dirección a su patria, ante el temor de ser capturados por las fuerzas de los países aliados, en especial Inglaterra, principal adversario en la conflagración.
El cuarto buque era el vapor Cerigo, que no pudo emprender navegación debido a daños en sus máquinas, por tanto permaneció fondeado en el río Guayas. Este buque estaba matriculado en el puerto de Hamburgo y pertenecía a la empresa alemana Hamburg Américan Line, la que por lo regular servía a los puertos de Guayaquil y Manta, con los vapores Durazo, Manizales y Cerigo, entre otros. Estos buques navegaban hacia el sur, hasta Punta Arenas, Chile, y por el norte hasta Panamá, en donde las exportaciones ecuatorianas eran transbordadas. La carga embarcada en nuestro país consistía por lo general de café y tagua, cuyo destino final era el puerto de Hamburgo, en Alemania.
El vapor Cerigo había sido construido en 1922; era un buque de 1.292 toneladas de arqueo total y sus calderas quemaban carbón. Inicialmente, la Hamburg American Line lo destinó al servicio de transporte entre las islas del Caribe.
La Hamburg American Line fue una empresa establecida en la ciudad alemana de Hamburgo en el año 1847, teniendo por objeto el transporte a lo largo del océano Atlántico de personas y bienes. Posteriormente fue ampliando sus rutas, y lo haría también por Sudamérica, entre cuyos países se consideraba a Ecuador, con el Cerigo y otros buques de mayor porte.
INCENDIO DEL CERIGO EN EL RÍO
A fines de marzo de 1941 se encontraba el vapor alemán Cerigo en el puerto de Guayaquil, al mando del capitán Paúl Haller, y según el historiador Alberto Sánchez Varas existían rumores de incautación de los barcos alemanes en otros puertos por presión de los Estados Unidos, que aún no entraba en la guerra. Ante esa circunstancia, el régimen nazi decidió que el 1 de abril de 1941 fueran incendiados y hundidos simultáneamente todos los buques mercantes alemanes que estuviesen en puertos del exterior, para impedir que se apropiasen de ellos sus enemigos. Cumplieron esa orden los capitanes de buques germanos en Callao, Montevideo, Valparaíso y Veracruz, entre otros.
En Ecuador hicieron lo propio el capitán y la tripulación del vapor alemán Cerigo, y al respecto el contralmirante Carlos Monteverde Granados, que vivió esos momentos por estar embarcado en el buque escuela Presidente Alfaro, en calidad de pilotín, nos relata lo siguiente:
“El ministro de Defensa, en conocimiento de las intenciones alemanas de quemar el buque y hundirlo, ordenó tomar las medidas adecuadas para evitar el propósito. El comandan-
te general de Marina, capitán de fragata César Mogollón, envió el 31 de marzo, es decir a la víspera de los sucesos que relatamos, una comunicación al comandante de Marina en Guayaquil, capitán de fragata Francisco Fernández Madrid, con la orden de establecer una guardia de marinería a bordo del citado buque y cambiarlo a otro fondeadero”.
“El 1 de abril el comandante tuvo conocimiento de este radiograma cifrado, tomando de inmediato las medidas pertinentes para dar cumplimiento a dicha orden. A las 10:00 horas, una después de haber recibido y tomado conocimiento de esta, ordenó al alférez de fragata Marcos Salcedo, oficial del buque escuela Presidente Alfaro, que alistara 15 hombres armados al mando de un oficial, para que intervinieran en el momento oportuno. El oficial que estuvo al mando de este grupo fue el alférez de fragata Jorge Leoro Dueñas”.
“El capitán del puerto fue informado de las acciones que se intentaban, y al comandante del aviso Atahualpa se le indicó que debía estar a las 15:00 en el muelle fiscal, listo para abarloarse al Cerigo. El capitán del puerto, a su vez, informó al primer jefe del Cuerpo de Bomberos sobre la situación y este, atendiendo el pedido, concurrió con el buque bomba Huancavilca al muelle fiscal para intervenir en la posible emergencia”.
“A las 15:15 horas, una vez que fue notificado el cónsul de Alemania, el Atahualpa, cuyo comandante era el teniente de fragata Rafael Morán Valverde, desatracó del muelle y a las 15:30 horas, estando el buque a unos 20 metros del costado del Cerigo, se oyó una explosión en su interior, a la vez que se observó una densa columna de humo que salía por el cubichete del departamento de máquinas”.
“Según el informe del capitán de fragata Fernández Madrid, en el momento que se produjo la explosión se observó que una lancha
ANTE RUMORES DE INCAUTACIÓN DE LOS BUQUES ALEMANES EN PUERTOS NEUTRALES, EL RÉGIMEN NAZI DISPUSO QUE EL 1 DE ABRIL DE 1941, SEAN HUNDIDOS SIMULTÁNEAMENTE TODOS SUS BUQUES MERCANTES SURTOS EN EL EXTRANJERO.
fletera se acercaba a la escala del buque y en ella intentaban embarcarse el capitán y tripulantes con sus respectivos equipajes. El Atahualpa apresuró su maniobra de atraque, evitando así que se embarcaran en la lancha los alemanes, a quienes se los apresó a bordo de nuestro buque. Estos fueron después entregados al comandante de la Zona Militar, quien ordenó su traslado al batallón Montecristi. El incendio continuó hasta las 22:30 horas, cuando pudo considerarse dominado, debido a la intervención oportuna y acertada del personal de la motobomba Huancavilca y de otra bomba contra incendios que fue transportada por el Atahualpa”.
“Como consecuencia de la cantidad de agua empleada para apagar el fuego en las bodegas de carbón, el buque tomó una inclinación a babor de 15 grados, y a pesar de que tal condición no fue considerada peligrosa, al siguiente día se procedió a achicar el agua por medio de bombas portátiles que fueron prestadas en forma voluntaria por el ciudadano británico ingeniero J. S. Boni. El día 3 de abril se iniciaron los trabajos de sacar los escombros y en la tarde de este día quedó el buque adrizado y se estableció una guardia de un oficial de mar de 3ª, tres pilotines y seis marineros”.
El buque quedó bajo la custodia de la Armada y fue el personal de la Escuela de Grumetes el encargado de montar las guardias respectivas. Para tal propósito los grumetes fueron organizados en dos secciones que se relevaban cada cierto tiempo, permaneciendo una en tierra y otra a bordo.
El comandante de Marina, capitán de fragata Francisco Fernández Madrid, propuso que el buque sea entregado en propiedad a la Marina de Guerra Nacional, lo que no tuvo resultado favorable, y si bien permaneció bajo custodia y cuidados de la Armada por algún tiempo, nunca pasó a ser parte de su patrimonio.
Posteriormente, el vapor alemán Cerigo fue traspasado al Ferrocarril del Sur; allí procedieron a repararlo, lo que tomó cerca de dos años, luego de lo cual salió a navegar. Se le había cambiado el nombre a vapor 24 de Mayo. En 1947 seguía operativo, pues el 2 de agosto transportaba al personal naval que debía viajar de Guayaquil a Puerto España, en la isla Trinidad, para traer al remolcador Cotopaxi, adquirido para la Armada del Ecuador. Se lo clasificó como vapor mercante.
Al formarse la Compañía Ecuatoriana de Transporte Marítimo de los hermanos Villacrés Moscoso, estos adquirieron el vapor 24 de Mayo, antiguo Cerigo, y otros dos buques. Lo redesignaron como vapor Don Darío en homenaje al padre de ellos, y lo dedicaron a efectuar viajes a Panamá, Perú, Costa Rica, Nicaragua y Estados Unidos, transportando distintos productos.
Nos relata el capitán Juan Yturralde que el vapor Don Darío, al mando del capitán N. Dávila, navegó en el Amazonas con rumbo a Manaos, siendo el único buque ecuatoriano que lo había hecho. Tuvo larga vida a pesar de las intenciones que hubo de hundirlo, por asuntos de la Segunda Guerra Mundial. (F)
1. Buque en servicio de la Hamburg American Line.
2. El alto mando germano dispuso el hundimiento de sus buques mercantes en el exterior. Hitler y el gran almirante Erich Raeder.
3. El vapor alemán Cerigo en llamas en el rio Guayas. Colección Alberto Sánchez Varas.