DE LA POBREZA A LA RIQUEZA: EL CASO DE BERNARDO ROCA LICERAS
LOS INMIGRANTES FUERON FUNDAMENTALES EN EL DESARROLLO DE GUAYAQUIL
La familia Roca era una de las más importantes de Guayaquil entre 1780 y 1850; su tronco fue Bernardo Roca Liceras. Tuvo 18 hijos, destacándose entre ellos Francisco y Vicente Ramón, próceres de la Independencia; este último también presidente de Ecuador. Apenas en dos generaciones lograron acumular sólida posición política y económica.
DE MILICIANO A COMANDANTE
Desde la Colonia, Guayaquil se convirtió en ciudad de inmigrantes, lo que no ha perdido hasta la actualidad. Hoy siguen llegando extranjeros y del resto de Ecuador. Ellos han visto en Guayaquil una ciudad pujante y capaz de cambiarles la vida favorablemente. De origen humilde y pardo, Roca Liceras (1735-1819) llegó de Panamá alrededor de 1765, junto con otros milicianos, para acabar con la insurrección conocida como la Revolución de los Barrios de Quito, ocasionada por el alza de impuestos en el Monopolio Real de venta de licores. Aplacada la insurrección, fue trasladado a Guayaquil bajo las órdenes del capitán Víctor Salcedo y Somodevilla, militar español de origen noble, seleccionado para perfeccionar la milicia en Guayaquil, creada en 1767. Su trabajo tenía que ver con la Reforma Militar del virreinato de Nueva Granada iniciada por el rey Carlos III. En 1775 el virrey comisionó a Salcedo de la Compañía Fija de Guayaquil, para servir como comandante especial en la formación de la Milicia Disciplinada de la misma. Roca se convirtió en comandante de la división de los pardos.
UN EMPRESARIO QUE SURGIÓ DE LA NADA
Roca no pasó mucho tiempo en actividades militares, a fines de la década de 1770 apareció como empresario. Mulatos panameños “lograron introducirse en el grupo dominante, encumbrándose y adquiriendo el tratamiento de don” (Laviana). Roca personifica al empresario que surgió de la nada y se convirtió en persona acaudalada. Como él brotaron centenares de personas sin recursos económicos que por su iniciativa, arduo trabajo, tenacidad y otros valores tuvieron enorme éxito en el mundo empresarial guayaquileño en el transcurso de los siglos. Para 1780 había hecho amistad con Ramón García de León y Pizarro, gobernador de Guayaquil (1779-1790), convertido en su socio en la exportación de cacao a Méjico, junto con Jacinto Bejarano, Martin Ycaza y Manuel Barragán. En 1787 Antonio Marcos, residente en Guayaquil, denunció ante el rey que la pobreza del puerto se debía al monopolio creado por García de León y los cuatro citados empresarios. No he podido documentar con cantidades ni valores el tamaño del negocio de Roca. Años atrás conseguí del Archivo de Indias en Sevilla, España, las exportaciones de cacao por exportador entre 1787 y 1806, y el nombre de Bernardo Roca aparece en un solo año con un valor muy pequeño. ¿Era sólo intermediario y vendía el cacao a exportadores? Estas inconsistencias se dan en la investigación de la historia. Lo cierto es que desde 1787 Roca era un respetado ciudadano y se referían a él como “don Bernardo”.
EN EL NEGOCIO DEL CACAO
Evidencias de que se encontraba en el negocio de cacao son juicios seguidos por él a productores del fruto, quienes recibían dinero anticipado. Uno de ellos, Antonio Yllescas, en 1786 debía entregarle 375 cargas (81 libras cada carga) e incumplió. Había hipotecado su huerto llamado San Josep. Roca necesitaba el cacao, consiguió del juez que otro productor use las tierras de Yllescas para que coseche el cacao: “me vi precisado […] habilitar con dinero al dicho don Joaquín para que pudiese cosechar las huertas embargadas al principal deudor Yllescas
1 y facilitarse de esto modo de pago”. Roca habla en plural, Yllescas debió tener más de un huerto. Según cálculos bastante cercanos, San Josep tenía 25 hectáreas de cacao. Y otras tantas debieron conformar el resto de la hacienda. No era muy pequeña.
Los productores también entregaban en garantía a semovientes y esclavos. En otro incumplimiento de contrato, el de Nicolás Cornejo, el embargo fue ganado como lo afirma Pacheco, quien en representación de Roca viajó a la hacienda para ejecutar el embargo: “…remito los autos con las diligencias practicadas en la forma que aparecen hecho en el embargo del sitio; y ganados, que es lo que más siente el interesado, y yo contemplando que el ganado es la especie más apetecible me pareció mejor que no esos esclavos insolentes que necesitan cogerlos a bala”. (F)
2