EL ASESINATO DE PEDRO MONTERO
LA MUERTE DE ALFARO TERMINÓ DE DIVIDIR AL PARTIDO LIBERAL.
La historia política de Ecuador hasta el asesinato de Alfaro nos debe avergonzar por la forma como los gobernantes trataron a sus adversarios. Desde 1830 la vida valía muy poco; los asesinatos políticos eran a menudo y se dieron en casi todos los gobiernos. Personas que no merecían morir fueron eliminadas por capricho de los mandatarios; cuando hubo juicios, fueron sainetes. De lo sucedido en el siglo XIX no hay narraciones de por qué y cómo ocurrieron los asesinatos, salvo la abundante información sobre la muerte de García Moreno.
ASESINATOS POLÍTICOS
En el siglo XX sí hay detalles de los asesinatos de los Alfaro en Quito y Montero en Guayaquil, pero lo escrito, no necesariamente se ajusta a la realidad. La autopsia de Alfaro contiene muchas páginas. Hay un documento del 12 de febrero de 1912 titulado A la Nación, firmado por Carlos Freire Zaldumbide, que actuaba como presidente encargado; fue culpado de haber sido responsable del asesinato de Montero. Freire lo escribió para deslindar responsabilidades; presenta evidencias para probar que su Gobierno “...ha hecho todo lo que ha podido hacerse empleando la más esmerada solicitud, llevando la prolijidad al extremo de que los miembros del Gobierno pusieron en peligro su vida, para salvar la vida de los presos que fueron remitidos a esta ciudad…”. Freire había ocupado la presidencia por pocos días entre el 12 de agosto y el 1 de septiembre de 1911, cuando subió al poder Emilio Estrada Carmona; al fallecer este tres meses después, nuevamente ocupó la presidencia.
RESPONSABILIDAD POR LA MUERTE DE ALFARO
Freire inicia el documento narrando el asesinato del general Pedro Montero Maridueña en Guayaquil. El general nació en Yaguachi, hijo de coronel, fue uno de los puntales del liberalismo; participó en todas las batallas, desde la de 1883 contra Veintimilla. Se proclamó jefe supremo de Guayaquil durante la presidencia de Freire. Fue tomado prisionero. En enero 25 desde Quito, el presidente Freire envió un telegrama a Guayaquil al general Juan Francisco Navarro, ministro de Guerra: “…Aun cuando juzgo excusado recomendarle el cuidado y conservación de los prisioneros generales Alfaro, Montero y Páez, con todo, me permito exigirle que tome Ud. todas las precauciones que le aconsejen su prudencia y tino, para que dichos presos no sufran ningún vejamen ni hostilidad del pueblo, menos que se atente contra su vida. Lo que sí creo conveniente insinuarle es que ordene cuanto antes el juzgamiento militar a que por las leyes deben ser sometidos, para de esta manera satisfacer a la vindicta pública que reclama con justicia; el castigo de los culpables […]. Concluido el juicio verbal, remítalos a esta capital para que cumplan su condena empleando escrupulosamente todas las medidas eficaces para garantizar la vida de los condenados”. Si nos limitamos al telegrama Freire no podría ser responsable del asesinato al dar órdenes para proteger las vidas, pero al hablar de vindicta pública, castigo a los culpables y calificarlos de “condenados”, juzgándolos antes de comenzar el juicio militar, es claro que Freire tiene responsabilidad. El hecho de que hubiera un ministerio de guerra en el país indica una nación en continuo derramamiento de sangre.
¿MUCHEDUMBRE MANIPULADA?
El mismo día se conformó el Consejo de Guerra (CDG), para que de acuerdo al Código Militar, se proceda al juzgamiento de los acusados. El juicio tuvo lugar en la Gobernación; la sentencia fue 16 años de prisión. Primero en ser juzgado fue Montero, según Freire, por ser “…el mayor responsable de los rebeldes, visto el cargo de honor y de confianza que ejercía cuando se alzó en armas contra la Constitución”. El mismo 25 de enero, Navarro envió un telegrama a Freire y ministros para informar que el juicio terminó a las 8:30 p. m., fue sentenciado a 16 años de prisión y degradación pública. En su Diccionario Biográfico, Rodolfo Pérez escribe que Enrique Valdez, vocal del CDG, votó en contra, creía que no había cau- sa para condenarlo. A seguido Navarro narró los graves incidentes que ocurrieron: “El pueblo se sublevó contra esta sentencia, que defraudaba sus esperanzas de que fuera la pena de muerte. Tres o cuatro mil hombres armados protestaban contra esta resolución del Consejo y pedían la cabeza del traidor. Hemos agotado nuestros esfuerzos por contener el pueblo. No fue posible. Nos atropellaron… ”. Continúa narrando que el cordón de fuerza fue inútil, lo ultimaron y “…ensañándose en sus despojos, que arrastran […] por las calles […] Hemos expuesto inútilmente nuestra vidas por salvar presos”. ¿Si se sabía que la gente pedía la cabeza, por qué se hizo el juicio en la Gobernación? Debió ser en una base militar. ¿Quienes manipularon a la muchedumbre?
Posiblemente Eloy Alfaro se enteró antes de su viaje a Quito de tan execrable asesinato que jamás debió ocurrir. ¿Qué pensamientos pasaron por su mente? ¿Creyó que él, su hermano Medardo y sobrino Flavio seguirían igual suerte y tenían las horas contadas? Él no era querido por los quiteños, que se opusieron a sus reformas. Enero de 1912 es página negra en nuestra historia, hay muchas.
Pedro Montero Maridueña.
Carlos Freile Zaldumbide.