EL ‘AGGIORNAMENTO’ DE LA IGLESIA Y LA GESTIÓN PÚBLICA EN GUAYAQUIL
EN EL PUERTO PRINCIPAL, MÁS QUE EN NINGÚN OTRO PUNTO DEL PAÍS, SE DIO LA PARTICIPACIÓN CONJUNTA DE RELIGIOSOS Y SEGLARES A FAVOR DE LOS GRUPOS SOCIALES MENOS FAVORECIDOS.
El gobierno militar presidido por el general Guillermo Rodríguez Lara, instaurado en febrero de 1972 luego de la defenestración de Velasco Ibarra, no se caracterizó por tener una posición de ultraderecha y represiva, como ocurrió con las dictaduras del Cono Sur (Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay), y fue más bien un régimen de inspiración progresista que impulsó un programa de desarrollo y de modernización. Este gobierno coincidió con el incremento a gran escala de la exportación petrolera y, pretendió a partir de los ingresos obtenidos en esa actividad, impulsar una política de desarrollo industrial de sustitución de importaciones, utilizando el modelo elaborado por el personero de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), Raúl Prebisch, que fuera acogido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El justificativo para tal decisión se hallaba en los términos del intercambio internacional desfavorables para las economías subdesarrolladas y periféricas. Se pensaba con ello dejar de depender de los mercados centrales para la adquisición de materias primas y productos elaborados e importar bienes de capital para implantar estructuras productivas autónomas en mejores condiciones de competitividad.
El régimen militar de entonces tomó algunas medidas interesantes bajo esa orientación de autonomía en el desarrollo y el manejo de su economía. Ecuador entró a formar parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a fin de lograr mejores precios para el crudo, se decidió impulsar un proceso de reforma agraria y canalizar los excedentes de la exportación petrolera para cubrir, entre otros huecos, la debilidad creciente que sufría el sector de la agroexportación.
UN FACTOR POSITIVO
Finalmente los resultados no se cumplieron y los objetivos alcanzados adolecieron de lamentable relatividad. Sin embargo, un aspecto que cabe rescatar en el manejo de ese gobierno fue el apoyo brindado a determinadas acciones encaminadas a empujar programas de modernización en el campo de la costa. Entre ellas se ubicaron las medidas encaminadas a la modernización de la gestión de los gobiernos provincial del Guayas y cantonal de Guayaquil, y el impulso a la gestión productiva y de planificación liderada por la Comisión de Estudios para el Desarrollo de la Cuenca del Guayas (Cedege).
OPORTUNIDAD PARA MOSTRAR UNA NUEVA VISIÓN DEL EVANGELIO
Fue en el gobierno de Rodríguez Lara cuando se concretó la oportunidad para que un grupo de profesionales y técnicos que, impulsados por el contenido social del Concilio Vaticano II y la aplicación de sus directrices en América Latina a través de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano llevada a cabo en Medellín entre el 26 de agosto y el 6 se septiembre de 1968, participaran de la gestión oficial en puestos clave dentro de la institucionalidad encargada de uno de los ejes más importantes del Plan de Gobierno: el Desarrollo Regional. En este colectivo, nucleado alrededor del Centro de Estudios Sociales (CES) con sede en Guayaquil, intervinieron personalidades que formaban parte de iniciativas denominada Acción Católica y Cursillo de Cristiandad y Movimiento Familiar Cristiano. De ellas tuvieron
una participación protagónica en la política de desarrollo regional Ramiro Larrea Santos, Oscar Loor, Juan Péndola, Raúl Baca, entre otros. Ramiro Larrea fue designado por Rodríguez Lara presidente del directorio de Cedege; Oscar Loor ocupó la Dirección Ejecutiva de ese organismo; Juan Péndola fue alcalde de Guayaquil; Raúl Baca fue prefecto provincial del Guayas y luego alcalde de Guayaquil.
La gestión llevada a cabo por estos profesionales estuvo influida por el carácter social y participativo de su gestión. No en vano el trabajo realizado por monseñor Leónidas Proaño y por su equipo compuesto por sacerdotes nacionales y españoles fundamentalmente, había creado las condiciones teóricas y las motivaciones para que aquellos replicaran la enorme labor que los servidores religiosos desarrollaban en los barrios populares de Guayaquil y acogieran una efectiva metodología de alfabetización y motivación que llevaba adelante en el barrio de San Pedro (ciudadela La Ferroviaria) el sacerdote guayaquileño José Gómez Izquierdo.
En Guayaquil, más que en ningún otro punto de la geografía nacional, se articuló una política institucional con un referente metodológico asentado en la nueva visión del Evangelio, en la participación conjunta de religiosos y seglares y en la presencia de los grupos sociales menos favorecidos.
PADRE JOSÉ GÓMEZ IQUIERDO.
RAMIRO LARREA SANTOS