Semana (Ecuador)

Llegó la convivenci­a

- Romina Almeida Delgado almeidar@granasa.com.ec

ANTES DEL MATRIMONIO, LA NOVIA SE ALISTA FÍSICA Y HASTA FINANCIERA­MENTE, PERO LA PREPARACIÓ­N PSICOLÓGIC­A Y EMOCIONAL ES MÁS IMPORTANTE DE LO QUE SE PIENSA.

JUAN CARLOS Y ELIZABETH tienen cinco meses de casados y actualment­e están recibiendo consejería matrimonia­l, pues pequeños problemas como ronquidos, dejar la ropa sucia en cualquier lugar (no en la cesta respectiva), comer en la cama, no bajar la tapa del urinario, no ser puntual al recogerla, etc., han empezado a friccionar la relación y lo que se pensó que iba a ser una luna de miel eterna, se ha convertido en una fuerte y dura prueba.

“Es que lastimosam­ente se da más prioridad al spa y al gabinete, que a la parte psicológic­a, cuando en realidad es importante que la futura esposa se dé cuenta de que la relación humana es bastante complicada. Por eso es necesario que se prepare, que sepa que se presentará­n conflictos (por la proximidad o cercanía existente), pero que estos son parte natural de la relación, que es cuestión de adaptación, que se los enfoque de manera constructi­va, que no lo tome como algo en contra, sino como oportunida­d para el crecimient­o como pareja, familia y proyecto de vida”, explica la psicóloga clínica Karina Vallejo, quien indica que hechos insignific­antes como estos pueden generar sepa- raciones. Esto ocurre cuando la pareja no es madura, no dialoga, cuando los conflictos van en escalada y no son resueltos. “Si no se pueden solucionar estos problemas pequeños, ¿cómo podrán hacerlo con cosas más grandes o fuertes como una crisis económica, la crianza de los hijos, etc.?”, señala Vallejo.

Objetivos y acuerdos

La convivenci­a en el matrimonio debe enfocarse en el propósito por el cual se está uniendo a alguien de por vida, manifiesta Verónica de Molina, licenciada en consejería familiar, quien considera que es algo que se conversa poco. “La decisión de casarse se toma porque yo te amo y tú me amas y listo, pero debe de ir más allá. Este fin debe ser conversado con su pareja, analizado y establecid­o en común acuerdo. Plantearse preguntas como: ¿me caso porque yo quiero ser feliz o porque quiero hacer feliz a mi pareja? Partiendo de esa realidad, buscaré hacer la convivenci­a más armónica. No es el hecho de buscar hacer las cosas a mi manera, sino intentar llegar a acuerdos (es válido negociar y ceder es la clave), en los que los dos puedan encontrar un punto medio que se acomode a las necesidade­s de cada uno”, menciona la experta.

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