¡Cuánto aprendimos de ti, Kenia!
Aunque
el promedio de estancia en cada país es de unas tres semanas, se habían propuesto quedarse en Kenia cuatro. Sin embargo, estas se convirtieron en siete, porque allí el aprendizaje fue intenso. Los Alba conocieron sobre sus tradiciones y cultura, pero también que algunos maestros tienen 120 estudiantes en su clase, y que están seriamente interesados y agradecidos por la formación que recibieron para mejorar la enseñanza a sus alumnos, y por la oportunidad de interactuar entre sí, gracias al proyecto apoyado por el Rotary Club y otras instituciones.
Una de las grandes lecciones que los Alba empacaron en su maleta de experiencias es que en medio de la necesidad, la carencia y el dolor, es posible conservar la capacidad de soñar, como es el caso del superintendente del hospital de Machakos, que sueña con una sala de cáncer, la ampliación de la unidad renal, que ahora tiene solo seis máquinas de diálisis y una larga lista de espera.
La sociedad entre el Rotary Club de Machakos y el Nairobi Rotary Club para patrocinar el Campo de los Ojos, en Machakos, Kenia, a unos 60 kilómetros de Nairobi, puso a la familia cara a cara con otro drama: las dolencias oculares de la gente se deben a la falta de acceso a un tratamiento básico oportuno. Por ejemplo, una mujer quemó sus córneas porque alguien le dijo que curara una infección exponiendo sus ojos al humo caliente.
Kenia y muchos rincones del mundo son, a no dudarlo, verdadera cátedra de valentía... Y tras conocer a la familia Alba, no queda más que preguntarse: ¿qué estoy haciendo para mejorar el mundo? Me lo pregunté frente a ellos y con una sonrisa de enorme humildad dijeron: “No es necesario recorrer el mundo, basta con traspasar el portal de tu casa para que encuentres a alguien que necesita que le extiendas la mano”.
Los esposos Alba pueden estar satisfechos. Isabel y Lily serán, como mínimo, seres humanos diferentes.