PSICOLOGÍA
GRITAR ES LA PEOR ARMA PARA HACERSE OBEDECER
“UN DÍA, mientras paseaba a mi perro, vi a un padre que enseñaba a su hija, de unos 5 o 6 años, a manejar su nuevo compañero, un perrito. Le explicaba cómo debería llevar la correa, cómo debía posicionarse; pero en un momento el animalito, al ver otro perro, empezó a ladrar y la niña se puso nerviosa sin saber qué hacer. Y eso fue suficiente para que el padre le gritase que jamás debió haberle comprado un perro, que ella era una estúpida, tonta, etc.”, recuerda la psicóloga Alessa Dimitrakis.
El abuso verbal de algunos padres en la educación de sus hijos puede quitar la capacidad de confianza al niño, dice. “Lo ‘pulveriza’, lo deja sin capacidad de reaccionar ni habilidades sociales. Frases como ‘Eres estúpido’, ‘Oja- lá nunca hubieras nacido’ y otras lo menosprecian, le crean una imagen negativa de sí mismo. Como efecto, el niño puede mostrar dificultad para relacionarse, malas notas en el colegio, mojar la cama, chuparse el dedo. Sin hablar de lo vulnerable que se convierte ante otro tipo de abuso”, agrega.
Dimitrakis y Saúl Peralta, ambos expertos en orientación familiar, señalan que esas son las armas que algunos padres usan para disciplinar a sus hijos niños y adolescentes. Creen que así controlarán su comportamiento, pero solo les hacen daño. Este criterio lo confirma un estudio publicado en la revista Child Development, elaborado por especialistas de las universidades de Pittsburgh y Michigan, EE. UU., el cual halló que el abuso verbal de los padres hacia los hijos fomenta la desobediencia y aumenta los conflictos en la casa.