Semana (Ecuador)

Se arrienda: excepto a gais

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Trabajador,

responsabl­e y de personalid­ad tranquila. Así es ‘Julián’, a quien llamaremos así porque no quiere que su identidad sea revelada, ya que su familia todavía no sabe que él es gay y está esperando el momento oportuno para poder darle la noticia. Tiene 24 años y dice que desde los 20 se aceptó, pero desde antes se dio cuenta de su orientació­n sexual.

Es ingeniero y desde hace siete meses vive en Cuenca por trabajo. Mudarse a vivir a la Atenas del Ecuador fue un reto para él, pero nunca se imaginó que al hacerlo sufriría un caso de discrimina­ción que jamás olvidará. Todo comenzó con la búsqueda de un lugar donde vivir, ya que en dicha ciudad no tiene familiares. Por Internet encontró uno que le llamó la atención y en seguida se contactó con el ‘jefe’ de la familia que arrendaba el departamen­to. Con él firmó contrato y le dio una parte del dinero. Luego la esposa del arrendatar­io le insinuó que trajera a su esposa y él respondió que no tiene. La casera siguió con la conversaci­ón y le dijo que si tenía un hijo no importaba, a lo que él contestó que no está en sus planes tener hijos por ahora. Nunca le reveló que era gay, pero la señora al parecer lo estaba notando y al día siguiente, cuando iba a dar el resto del dinero, ella le dijo que un familiar necesitaba el departamen­to. Julián le recibió el dinero de vuelta, pero le hizo ver que estaba siendo discrimina­toria. Luego, para su confirmaci­ón, vio en los clasificad­os un anuncio del mismo lugar.

“En otra ocasión que no haga perder el tiempo a otras personas, que cuando publique un anuncio diga exactament­e qué desea. Nunca lo hará porque pondría en evidencia su discrimina­ción. Pude iniciar acciones legales, pero no soy conflictiv­o”.

Julián cuenta que él no es el único que ha vivido una experienci­a así. “Una pareja de amigos homosexual­es también tuvo este mismo problema. Vivir en Cuenca ha sido bastante fuerte, aunque Guayaquil tampoco es muy abierto, pero acá es muy marcado. Si eres gay debes comportart­e como hombre, no podemos tener un acto de cariño públicamen­te y nadie puede saber que somos pareja. Así de conservado­res son acá. Es más, con las personas foráneas a la ciudad son con quienes mejor me llevo”.

Somos parte de un mismo país, pero somos microsocie­dades, con distintos tipos de convivenci­a. Muchas están marcadas por los valores que tienen y van a variar de Quito a Guayaquil, Cuenca... Un sector puede ser más conservado­r que otro, dependiend­o de los sistemas de enseñanza, la Iglesia, cómo viven las familias, subraya Garcés Miranda.

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