Cascais, rival de la Riviera francesa
LA RIVIERA PORTUGUESA NO ES TAN FAMOSA COMO LA FRANCESA, PERO NADA TIENE QUE ENVIDIARLE. ES DE LOS MÁS SOFISTICADOS DESTINOS TURÍSTICOS DE EUROPA.
EN ESE lugar, el río Tajo se funde con el océano Atlántico y el sol la calienta suavemente. Es Cascais, una villa portuguesa ubicada en la Europa continental, que siempre apostó por diferenciarse de otros destinos turísticos de Portugal, como el Algarve. Allí prima la calidad sobre la cantidad.
A sus atractivos tradicionales, como la antigua villa de pescadores de Cascais, las casas señoriales y pequeños palacetes que pueblan las colinas del Monte Estoril y la elegancia que rodea a la playa de Tamariz, se les une una amplia oferta que va de lo cultural y deportivo hasta el turismo de salud.
“Sus cualidades geográficas y naturales, asociadas a una larga historia de más de 650 años, han posibilitado su afirmación en este mundo global”, defendió el alcalde del municipio, Carlos Carreiras, que consideró que Cascais “tiene una identidad propia” y no necesita comparaciones.
La fama de la villa de Cascais nació en el siglo XIX, cuando esta zona de pescadores situada en el límite occidental de Europa consiguió conquistar a la realeza y el rey Luis I de Portugal la convirtió en su residencia para veranear.
Al rey le imitó toda la aristocracia europea, que ubicó a Cascais como uno de los destinos de veraneo entre las clases altas, como ya lo eran para entonces ciudades como la italiana San Remo y las francesas Biarritz y la prestigiosa Cannes.
Neutral y exquisita Estoril
Con la neutralidad adoptada por la Segunda Guerra Mundial, la fraguesia (parroquia) Estoril fue escogida como lugar de refugio de todos los europeos pudientes y se vio rodeada de un halo de misterio al acoger también a espías de ambos bandos, ocultos bajo una falsa identidad de diplomáticos.
Es increíble, pero las intrigas de ese espionaje llegaron a inspirar al escritor británico Ian Fleming para concebir al espía más famoso de la ficción del siglo pasado, James Bond.
Una vez que fue superada la contienda, esta villa también atrajo la atención y presencia de la realeza española y se convirtió en la residencia de los condes de Barcelona durante la dictadura franquista, hogar de infancia y destino de vacaciones del futuro rey Juan Carlos I.