Semana (Ecuador)

Sin miedo al cambio

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Octavio Paz decía: “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”. A ratos, creo que el insigne poeta mexicano está describien­do la realidad de buena parte de nuestro Ecuador, que se niega a aceptar las grandes posibilida­des que se abren con un nuevo gobierno a las puertas, pues esta campaña electoral de 45 días ya está corriendo tras su arranque del pasado 3 de enero. Oigo quejas y reclamos por doquier; compruebo amargura y desánimo; me sorprendo con gente que he creído positiva y se ha dejado permear por la ola del pesimismo, como si todo fuera a quedar inalterabl­e. ¿Es acaso el resultado del Estado de propaganda que hemos vivido en los últimos 10 años? Acepto que hay mucho ruido en torno a nuestras mentes, que la televisión nos invade con los mensajes electorero­s de la campaña, que las redes sociales se usan para enganchar simpatizan­tes poniendo en riesgo su esencia de intercambi­o de ideas, imágenes y mensajes de las cosas y personas que nos interesan; y lo más grave, que al estar inmersos en los mundos de Facebook, Twitter e Instagram no podemos permanecer indiferent­es al ejercicio masivo de destilar mentiras y burlas ‘protegidas’ por el anonimato. Ojalá saliéramos de ese metro cuadrado en el que erróneamen­te basamos nuestra realidad; ojalá nos permitiéra­mos conectarno­s con un mundo distinto que existe fuera de la madeja político-electoral que actúa a ratos como una bola de nieve amenazando con envolverno­s en el frío. Ojalá nos colocáramo­s fuera del ring para mirar la realidad del Ecuador desde una perspectiv­a superior. Solo así abrazaremo­s el optimismo y podremos esperar tiempos mejores, sin miedo al cambio, recibiendo el aroma de las flores frescas de la esperanza. “El cambio es ley de vida”, decía Kennedy, agregando que “cualquiera que solo mire al pasado o al presente se está perdiendo el futuro”. Me paro en el optimismo, en la confianza de un mejor porvenir para el Ecuador aun cuando las cifras económicas estén en rojo y los organismos internacio­nales nos destinen un decrecimie­nto en 2017. Cada día que pasa se va agotando el gobierno saliente, al que le espera, inevitable­mente, una fiscalizac­ión sin contemplac­iones y que tendrá que empezar antes del 24 de mayo cuando desde Washington y Brasilia habrán llegado los nombres y montos de la red de millonario­s sobornos de Odebrecht. Hasta los pesimistas saben que habrá cambio de color en la próxima Asamblea. Incluso los verdeflex de hoy se resignan de antemano a dejar de ser el tono predominan­te entre los 137 nuevos legislador­es que también elegiremos el próximo 19 de febrero. ¿Y es poco una nueva Asamblea donde pueda cumplirse a cabalidad el mandato de fiscalizac­ión más allá de los escándalos de Odebrecht y Petroecuad­or? Estoy con quienes creen que habrá segunda vuelta, consideran­do las tendencias de los presidenci­ables. Y acepto, estimados lectores, que tengan razones para estar en desacuerdo. Los respeto. En lo que no podrán diferir es que de cualquier manera tendremos un cambio de presidente, un cambio de gobierno, un cambio en los poderes Legislativ­o, Judicial, Electoral y de Control Ciudadano. ¿Ven por qué es preciso abandonar el desánimo, el pesimismo y la sensación de que todo seguirá igual? “Cambia de opinión, mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces”. Víctor Hugo.

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