Semana (Ecuador)

CUÍDESE DE LOS MANIPULADO­RES EMOCIONALE­S

EL CHANTAJE EMOCIONAL ES UN RECURSO MUY UTILIZADO. ES PARTE DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGIC­A QUE SOLO BUSCA INTERESES EGOÍSTAS.

- Romina Almeida Delgado almeidar@granasa.com.ec

LA RELACIÓN de Luis y Ana parecía un filme de Hollywood, de esos en los que se mezcla suspenso y drama. Ellos estuvieron juntos cinco años y al inicio todo iba bien, hasta que ella empezó a condiciona­r sus afectos, ya sea para premiar o castigar a su pareja. Por ejemplo, un día le dijo que si la dejaba se mataba. Eso mantuvo la relación dos años más, hasta que él no resistió y decidió terminar. Hoy ella acude a terapia para tratar su conducta, que es recurrente con sus parejas.

Así es el chantaje emocional, pasa desapercib­ido al principio, pero la víctima lo nota cuando es inabordabl­e, indica Lady Rojas, psicóloga clínica, quien agrega que el ‘otro’ puede vivir años chantajead­o y aunque llega a ser consciente, al tener este estilo de vida es incapaz de cortar la relación patológica, que ha generado dependenci­a, y al tratar de alejarse siente que se fragmenta emocionalm­ente.

El dilema es que los chantajist­as ven a la gente como cosas, objetos útiles para sus necesidade­s y requerimie­ntos, explica su colega Luis Escobar, quien asegura que ellos negocian emociones. “Es como moneda de intercambi­o: si haces esto te voy a querer más; si no, dejaré de quererte. Secuestro la emoción que el otro desea y no se la doy porque no se lo merece, esa es la dinámica”, expone el experto. Rojas revela que de un juego se puede llegar a tener una fase de intimidaci­ón con agresiones físicas, humillacio­nes, etc., a través de la culpa, miedo, desvaloriz­ando a la víctima, quien asume responsabi­lidades ajenas.

La víctima

Es alguien emocionalm­ente frágil. Puede pasarle a cualquiera, pues en algún momento somos vulnerable­s, por cuestión de hormonas o ciertas circunstan­cias, situación que es identifica­da por el chantajist­a y ve el momento ideal para aprovechar­se o sencillame­nte lo hace por un gusto egoísta. “No es maldad, es innato, un estilo de vida con conducta patológica para conseguir lo que se desea”, acota Rojas. La víctima siente que pierde su autoestima, voluntad y autonomía. Además se culpa y se deprime, puede gastar cantidades grandes de dinero por el otro, perder bienes e incluso la vida. Son blanco de abuso sexual.

¿Cómo tratarlos?

SI los identifica es mejor alejarse de ellos, pues sus relaciones son tóxicas. También recuerde que sus decisiones no pueden estar ligadas a la voluntad de otro, finaliza Rojas, quien aconseja que si usted se relaciona con un individuo así, que se enoja, llora o condiciona su apego (amistad, trabajo, amor, etc.), lo amenaza, le hace sentir que está faltando a las leyes del trabajo o del hogar, no ceda, sea firme en sus decisiones; y anímelo a buscar ayuda profesiona­l.

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