JOHANNA LASNER Y SU PASIÓN POR LAS ARTES
A LA CRÍTICA DE ARTE LE SATISFACE VER CUANDO UNA OBRA SALE DEL ESTUDIO PARA REPOSAR EN UNA CASA U OFICINA.
JOHANNA SE DEFINE como una artista multidisciplinaria con énfasis en la práctica artística social. Su trabajo es por y para el arte, los artistas y el público. Como curadora la convoca la responsabilidad de ser una justa mediadora y comunicadora de algunas voces: la de los artistas, la obra, la comunidad y nuestro mundo e inclusive de las organizaciones. Todo este cúmulo de vivencias tiene un origen y nos cuenta cómo empezó todo. “Desde muy pequeña descubrí mi apego por el arte y nunca abandoné mi pasión por él, muy a pesar de los grandes desafíos y la carencia de oportunidades, sobre todo aquel abandono creativo que experimenté creciendo en Guayaquil en un tiempo de negligencia institucional y en el que tanto universidades como otros centros educativos ofrecían solo carreras tradicionales”.
¿A qué atribuye eso que llama ‘negligencia institucional’?
En mi opinión el descuido institucional, específicamente hacia el sector del arte e incluyo la cultura, se debe a recortes o ajustes presupuestarios, casi nulos en ciertos países. De hecho, el sector de las artes y la cultura no es diferente de otros. Sin embargo, todos los demás sectores laborales e industriales reciben inversión económica pública.
¿Por qué destacar el sector de las artes y la cultura?
Simplemente es un sector particularmente productivo y eficiente que contribuye al progreso y a la identidad de los individuos de manera individual y colectiva. Es una pena terrible conocer que los programas de arte en las escuelas, por ejemplo, están constantemente en peligro de ser suprimidos.
¿Cómo cambiamos esa situación?
Empecemos con un cambio de mentalidad. Las artes y la cultura son un sector en crecimiento que brinda un respaldo clave a nivel individual y comunitario dentro de otros ámbitos e industrias. Es probado que las artes contribuyen con innovación y creatividad en muchos sectores. Para competir en una economía global de-
bemos asegurarnos de no perder esa inversión humana. Recuerdo que me inscribí en un curso privado de escultura, pero lo cancelaron porque yo era la única participante. Me sentí desilusionada y sorprendida... Luego, cierto sentimiento de abandono me inundó cuando empecé a buscar clases de acuarela y apenas conseguí convencer a un artista que tenía un negocio de enmarcado de cuadros.
¿Abandono?
Adicionalmente, llevaba una contienda con mis padres y con una sociedad que veía el ser artista como una profesión para personalidades perezosas y bohemias. El arte entonces se observaba como una disciplina segregada de la ciencia, el conocimiento y la tecnología. En medio de esa lucha interna y externa, me decía: “Mejor será estudiar leyes como mi padre, o estudiar ingeniería para probar que sí soy inteligente” y así lo hice por algunos semestres.
Y después de esa ruta inicial que vivió, ¿cómo definiría a una persona inteligente?
Son muchas las teorías y sin duda siento alivio cuando pienso en la contribución de Gardner y su Teoría de las Inteligencias Múltiples. Con él entendimos que la inteligencia académica no es la única. Sin embargo, me inclino mucho más hacia Einstein: “El verdadero signo de la inteligencia no es el conocimiento sino la imaginación”. Una persona inteligente es quien descubre cómo estimular y usar su imaginación como recurso para atraer soluciones.
Su formación artística empezó…
No fue sino hasta cuando me mudé a Inglaterra cuando empecé a pintar y dibujar nuevamente. Aquí me encontré con excepcionales maestros y descubrí una experiencia más abierta, novedosa y global del arte. Gran parte de mi instrucción artística es autodidacta con formación formal en fotografía. Para mí también ha sido importante incorporar la noción conceptual, pero sobre todo el deseo vigoroso de servir a artistas y al público.
El año pasado me gradué de curadora y crítica del arte. Me describo como una curadora y artista multidisciplinaria con énfasis en lo que en el mundo del arte se conoce como artista de práctica social.
¿Y qué es un artista de práctica social?
Es decir, en lugar de crear objetos tangibles como una escultura, un vídeo, una instalación, una pintura, etc., genero interacción social y comunitaria como obra de arte. Se trata de un proceder para producir arte usando la participación comunitaria, las relaciones recíprocas y las colaboraciones en aras de promover el diálogo socioeconómico y cultural e investigar los problemas apremiantes de nuestro tiempo fuera de espacios tradicionales como la galería o el museo.
Una vez que se identifican esos problemas, ¿se nota algún cambio? ¿Qué sucede en la comunidad después de generarse estos espacios?
Sí se notan cambios. Algunas veces estos cambios son tangibles y medibles desde nuestras encuestas, o simplemente alguien se acerca y me dice “gracias por hacer lo que haces”. Lo que sucede después de darse estos espacios/diálogos es una conexión inicial o nuevas amistades entre artistas, arte y miembros de la comunidad, que luego se transforman en un proceso colaborativo que resulta al final una experiencia colectiva y de expresión pública.
La expresión, la esencia del arte...
Sí. El resultado es la oportunidad para que las comunidades se expresen, incluidas las minorías. Permite a los artistas participar en actividades creativas con las comunidades y viceversa. Es decir, la audiencia es a su vez recíproca con estos beneficios. Estas actividades a mayor escala fortalecen el sentido de pertenencia de los individuos y son una fuente de orgullo para los residentes (participantes y no participantes).
¿Esto arroja réditos económicos?
El impacto económico es quizás el beneficio más ampliamente reconocible. A través de mi trabajo, Casey Droege Cultural Productions (CDCP), creamos programas que pagan y reconocen a los artistas y contribuyen con iniciativas de marketing que los promueven, al igual que a las instituciones y otros colaboradores participantes.
Mi práctica también se preocupa de impulsar proyectos artísticos relevantes para el conocimiento y el acceso legítimo al mundo del arte en general, especialmente del arte contemporáneo, a través de una justa mediación entre todos sus autores, el público, los artistas, las instituciones y la obra. Más allá, me urge prestar atención a las minorías porque el arte desde su cualidad de expresión ilimitada y no convencional, tiene la capacidad de otorgar voz y de conectarnos saludablemente con nuestras emociones y sistema intelectual, suscitando en ello oportunidades creativas, innovadoras, trascendentales y prósperas para los seres humanos.
¿Impulsar? ¿Cómo?
Mi trabajo involucra seis programas basados en arte y comunidad, todos diferentes. Cada programa intenta proporcionar una experiencia única de arte asequible y de calidad, y con un compromiso social, más diverso y vulnerable. El impulso ocurre con acciones prácticas como el aumento del alcance de las redes sociales individuales por las cuales artistas y organizaciones involucradas mejoran sus capacidades; o estipendios dirigidos hacia el crecimiento de una economía de las artes; asimismo traducciones al español para la comunidad latina; charlas, tours y talleres educativos gratuitos a estudiantes; exposiciones dirigidas a promover a los artistas y curadores emergentes o no conocidos...
De todo lo que hace, ¿qué le gusta más?
Tres cosas: la interacción con el público; la satisfacción de ver una obra de arte salir de la reclusión del estudio artístico a la luz de una oficina, casa, negocio, etc. y con ello poner algo de dinero en el bolsillo del artista; y por último, ser testigo del impacto positivo y transformador que tiene el arte en la vida de una persona.