Sin falta
dable que el servicio exterior ecuatoriano sea tratado como estantería de premios consuelo para personajes que sirvieron a una u otra causa, pero siempre política.
Como si imaginar el cambio no fuese lo suficientemente tentador, hay otro acontecimiento que ocurrirá mañana y que también puede ser dulce o amargo, dependiendo de cómo se lo tome, y es la presentación ante la Fiscalía General del Estado del expresidente Rafael Correa, en un día que difícilmente vio venir.
Correa tendrá que prestar testimonio por el caso de la preventa de petróleo, una escandalosa denuncia de corrupción en la que ha persistido el activista Fernando Villavicencio. Con grillete electrónico en el tobillo, porque la serie de juicios contra él no ha terminado, Villavicencio ha alzado el puño en señal de victoria en medio de un homenaje que recibió el miércoles último en Quito. Allí celebró el llamado de la Fiscalía al expresidente. En medio del murmullo de los asistentes, se oyó decir que Rafael Correa no terminó de aprender que no existe ‘enemigo chico’.
El exdirigente petrolero, asesor legislativo, investigador, esposo y padre de familia perseguido con saña durante la tiranía de Correa, ha proclamado ahora su victoria tras haber logrado, primero, ser creído por la ciudadanía en sus denuncias y, luego, que estas sean receptadas como tales por las autoridades.
El fiscal Carlos Baca Mancheno interrogará al expresidente. No será fácil para ninguno. Después de todo, eran amigos, conocidos. El fiscal fue asesor del entonces presidente Correa, quien llegó a encargarle el informe de la sublevación policial de aquel 30 de septiembre.
Mañana sin falta tendremos abierta una página en blanco para continuar escribiendo otra historia dentro de nuestra historia, en la que esperamos resultados tangibles y concretos del avance del Ecuador hacia el ansiado desarrollo, y eso incluye libertad, progreso, justicia y reparación.
Mañana no habrá pretextos para otro tiempo de espera. Los ecuatorianos hemos tenido ya mucha paciencia. Que nadie abuse de ella, que nadie intente ponerla a prueba.
Llegó el momento de ver brotar nuevos frutos con la oportunidad de limpiar a fondo el jardín de los árboles torcidos. Que la segadora esté lista, prendida, dispuesta a la poda, y que manos verdaderamente limpias arranquen de raíz las malas hierbas.
Mañana sin falta, un banquillo en la tierra de la justicia; y en la mar, un golpe de timón para enrumbar la barca de la nación.