EL NOCIVO HÁBITO DE CRITICAR
EN LA SOCIEDAD ACTUAL LA RAZÓN CEDE CADA VEZ MÁS ESPACIOS, HACIENDO QUE DEFENDAMOS NUESTRAS OPINIONES DESDE LA TIRANÍA DE LAS EMOCIONES.
SE DICE QUE VIVIMOS en la ‘posverdad’, una época en la que pesan más las emociones y opiniones que los hechos objetivos. La palabra se puso en boga hace un par de años cuando la comunidad intelectual buscaba explicar varios acontecimientos políticos mundiales, y a finales del año pasado fue incorporada a la reserva lingüística de la Real Academia Española para referirse a una “distorsión” de la realidad a través de la manipulación de “creencias y emociones”. Parecería un tema ajeno a la vida diaria, pero no lo es. Se cuela en nuestra convivencia social recordándonos la última vez que despotricamos por defender nuestra “verdad’ sin la mínima reflexión. Ocurre en las redes sociales, en el vecindario y la oficina, cuando hablamos de política, deportes o de la crianza de los hijos con más vehemencia que lucidez, enmarañando nuestra relación con el prójimo. Carlos Tutivén, psicólogo y profesor de Filosofía de la Universidad Casa Grande, dice que en el
tiempo de la poses verdad, la subjetividad (que es la parte analítica de nuestra psiquis) está ‘eclipsada’ por las nuevas tecnologías que apresuran la vivencia del tiempo, dejándonos sin un minuto disponible para el análisis.
El psicólogo recuerda que una opinión no es conocimiento, ni necesariamente fruto de una conversación, una lectura o análisis, que es de donde se nutre nuestra parte reflexiva. Por el contrario, la prominencia de las emociones, que forman parte de nuestra identidad y gustos particulares, hace que las cosas sean más caóticas y agresivas, y que las verdades que defendemos sean extremadamente pobres.
Una sociedad que juzga
¿Somos entonces una sociedad maledicente (que habla mal de los demás)? Sí, pero para los psicólogos este comportamiento no es raro en los humanos. Desde el psicoanálisis, Antonio Aguirre explica que frecuentemente aquello que descalificamos es una proyección de lo que nos desagrada de nosotros mismos. “Sacamos esa maldad que se aloja en nuestro corazón y se la atribuimos al otro, constituyéndolo en una especie de adversario al que debemos agredir”.
Tutivén señala que el ‘yo’, que una fuerza incontenible, está más presente que nunca en nuestros días; el problema es que su ‘juego’ “va en la línea de la agresividad y el apego, y sus variantes, los celos, la envidia y el orgullo, están continuamente trabajando. Esta carga agresiva relacionada muchas veces a los moralismos acostumbra a juzgar a las personas y sus conductas”.
¿Un tema de educación?
“Las personas que descalifican a otros esconden complejos y se sienten inferiores, así que hay que saber valorar una crítica”, opina Roxana Álvarez, comunicadora de profesión y madre de familia.
Su apreciación no es lejana a la vedad. El nivel de educación del grueso de una sociedad influye en la conducta maledicente de las personas en los días de la posverdad, opina el sociólogo y catedrático universitario Homero Ramírez.
Si bien coincide en que es natural una reacción desde los sentidos ante algo que nos gusta o disgusta, asegura que formulamos juicios de valor de manera rápida y nada profunda. ¿Qué ocurre con una persona con mayor nivel de preparación intelectual? Ramírez asegura que es más probable que esta
persona no se quede en la ‘crítica’, sino que esté motivada a investigar y dar un paso más allá para conocer por qué ocurre un hecho. “Automáticamente asomará en su psiquis una solución racional para aquello de lo que se habla”, señala.
El profesional comenta que es muy común que de una noticia, como por ejemplo la de un accidente de tránsito, se desprendan voces que califiquen al conductor de criminal y que por ello debería pagar su culpa en la cárcel. Pero quien estudia el tema encontrará que las causas pueden estar en el cansancio de los choferes, en que probablemente trabajan más de las horas recomendadas, y entonces se podrá aportar con una solución al problema. “Es muy fácil hacer una ‘crítica’ porque es el primer paso que damos basados en la información que entregan los sentidos al cerebro, pero la gran mayoría no da el siguiente paso”, dice.
Sacamos esa maldad que se aloja en nuestro corazón y se la atribuimos al otro, constituyéndolo en una especie de adversario”. Antonio Aguirre || Psicólogo clínico
La crítica es lo primero que hacemos basados en la información que nos entregan los sentidos”. Homero Ramírez || Sociólogo