¡Cristo ha resucitado!
Hoy es un día de fiesta por excelencia. Las campanas van a replicar anunciando a todos que aquel Hombre de Dolores que fue crucificado el Jueves Santo se ha levantado de su tumba. El Evangelio que nos propone la Iglesia católica para esta celebración tiene algunos puntos de reflexión. Pero me centraré en tres. Primero, el papel destacado de una mujer. María Magdalena es el primer testigo que ve la tumba vacía y quien, corriendo, anuncia la buena nueva a los apóstoles. En el boletín del 10 de junio del 2016, la Santa Sede indica que “Santa María Magdalena es un ejemplo de evangelización verdadera y auténtica, es decir una evangelista que anuncia el gozoso mensaje central de Pascua”. Las mujeres están siempre presentes en la vida de Jesús y de la Iglesia, no en un segundo plano como algunos piensan. Su actividad es en el detalle, en lo pequeño, pero no por eso menos importante. Sin la participación de la mujer en muchas iglesias, la acción de los párrocos sería limitada. Luego tenemos a un apóstol que asumimos es el mismo evangelista, San Juan, que no entra a la tumba por esperar a Pedro, el encargado por el mismo Jesús de levantar la Iglesia naciente. Vemos un respeto por su autoridad. La supremacía de Pedro sobre los demás está claramente reflejada a lo largo de los cuatro Evangelios. Siempre es él el primero en ser nombrado, y estuvo presente en hechos importantes como la Transfiguración de Jesús y antes de ser apresado en el Huerto de los Olivos. Y tercero, las vendas que cubrían el cuerpo de Jesús están en el suelo y el sudario aparte... Si el cuerpo hubiera sido robado, cómo lo propusieron algunos, ¿qué interés habría en dejar las vendas? ¿Salieron acaso del sepulcro con un cuerpo desnudo por las calles de la ciudad? El Catecismo de la Iglesia católica en el Nº 657 nos dice: “El sepulcro vacío y las vendas en el suelo significan por sí mismas que el cuerpo de Cristo ha escapado por el poder de Dios de las ataduras de la muerte y de la corrupción”. El Domingo de Resurrección o Vigilia Pascual es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión de la Pasión, porque sin calvario y sin crucifixión no tendríamos un Domingo de Gloria. Es el día de la esperanza universal en torno al Resucitado. Hoy podemos decir junto con San Pablo: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe”.