Intenciones de lastimarme”.
Estudiar Psicología, la profesión de su madre, estuvo entre sus opciones, pero ella se lo prohibió rotundamente porque le dijo que esa profesión (aunque la hace feliz) no paga bien. Entonces puso en marcha el plan B y decide seguir Derecho con miras a pertenecer al Cuerpo Diplomático. “Ese era mi sueño. Sin embargo, una vez que entré a la Fiscalía nunca tuve intención de dejar la carrera. Me enfoqué y me empoderé de mis funciones”.
Le hago saber que no alcanzo a imaginar cómo puede sentirse ante tantas expectativas que mucha gente tiene sobre ella. Responde que es sencillo, pues tiene la certeza que desean no se deje contaminar por la corrupción, el odio o la venganza. Que ayude a limpiar tanta podredumbre y contribuya a devolver la confianza en la justicia ecuatoriana.
Cree en Dios y en su mensaje de amor universal. Y justo ese amor es el que procura impregnar en sus acciones profesionales a las que califica de objetivas, con investigaciones prolijas, sin apasionamientos ni venganzas personales.
Tecnología con límites
Tiene una voz firme, que se endulza cuando habla de Ana Paula, su hija y de quien dice toca el violín muy bonito. Explica que su rol de madre la obliga a educarla amorosamente en libertad y apoyarla en su preparación. Desea que ella, a través de la profesión que elija, deje una huella positiva en el mundo.