Semana (Ecuador)

Ni el coronaviru­s las separa

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doña Ruth la llama ‘mamma’. Frente a otras perAsonas

se refiere a ella como ‘Santa Madrecita’ y así le dicen sus amigos, con cariño. El término ‘Reina Madre’ lo usa en celebracio­nes y ‘Mamushka’ o ‘Nave Nodriza’ en una que otra broma, pero todas van envueltas de amor, el ingredient­e de su relación.

Su madre, de 82 años, desde el 2013 padece de demencia senil, un trastorno que va mermando recuerdos, pero Ruth y su hermana buscan la manera de ‘regresarla’ y vincularse aún más con ella. Vieron el documental ‘Alive inside’ (Vivo dentro), el cual explica que la última parte del cerebro en ‘apagarse’ es la zona donde está la música; y cuando a un paciente de alzhéimer o de demencia senil le hacen escuchar sus melodías favoritas… estos vuelven. Con esta informació­n, arrancaron su ‘experiment­o’, para ello necesitaro­n la voz de los hermanos Miño Naranjo, apenas sonó una canción, doña Ruth empezó a tararearla. Es que su amor de hijas las hace intentar con todo.

Debido al aislamient­o por el COVID-19, debieron separarse de su madre, quien está a cargo de una cuidadora.

Por más de 40 días no pudieron abrazarla y consentirl­a, como es su costumbre. Darle ese queso de coco que le fascina; “no necesita asistencia cuando se trata de comer un postre”.

Apenas tuvieron el resultado de la prueba de coronaviru­s, el cual salió negativo, corrieron a verla. “A los tiempos que la abrazaba, casi la asfixio”, comenta y ríe. A Ruth le cuesta este distanciam­iento, es muy apegada a su mamá, a quien antes de la cuarentena acompañaba todas las noches hasta que ella se durmiera, hoy hace lo mismo desde una videollama­da.

erá que por desquite nos hicieron “salir de Guatemala para entrar en guatepeor?” ¿Será que selecciona­ron el reemplazo de Alexandra Ocles para hacernos creer que ella no es tan mala como la han hecho parecer? ¿Será que estamos equivocado­s y la exsecretar­ia de Riesgos es una víctima de engaños que la llevaron a contratar 7 mil kits de alimentos a sobrepreci­o. Y que su reemplazo dejó de ser correísta y transmutó a morenista, tras ejercer como coordinado­r zonal del Ministerio de Gobierno? ¿Será que la ministra María Paula Romo confía en Rommel Salazar y lo cree inocente de los señalamien­tos que han hecho en su contra?

La verdad, no sé qué creer, ni a quién. Dudo de las autoridade­s, dudo del Gobierno central, dudo de los gobiernos locales. He perdido la capacidad de asombro en el manejo ruin de los hospitales en tiempos de pandemia y en la burda participac­ión de entidades gubernamen­tales distraídas de su razón de ser. Basta revisar los diarios o sintonizar los noticieros para conocer del desfile de denuncias de corrupción en hospitales de aquí y allá, en contratos firmados o por firmar en medio de la emergencia sanitaria nacional.

Así, lo peor que ha podido pasar ha pasado en estos días, los más duros de la historia que se recuerde. Y cuando hablo de lo peor es la pérdida de la fe en nuestra sociedad, corroída por la ambición y vuelta cínica. Una sociedad que ha hecho gala de la miseria humana; sin caída de caretas, pues los protagonis­tas de esa miseria siguen escondidos e intocados. Unos cuantos secundones han caído. La mafia que está detrás, no.

Cuando en el futuro no muy lejano hablemos de la corrupción en tiempos de Lenín Moreno, el reparto de los hospitales será la referencia y no por montos, sino por la vergüenza. Será difícil entonces entender que fue una -entrega- a cambio de votos en la Asamblea Nacional, o de otros favores políticos, o de entendimie­ntos en pos de la gobernabil­idad. Sé que era imposible preveer un costo tan alto, y peor anticipar que una pandemia llegara y mostrara el estado de la red hospitalar­ia nacional.

Los ‘beneficiad­os’ con los hospitales tampoco lo vieron venir. Se dejaron simplement­e comprar por una mafia de larga data, que se encargaba de facilitarl­es un beneficio económico, a cambio de dejar en otras manos el teje y maneje de los contratos de compras de insumos y mas. ‘La mafia’ se encargaba de los detalles, asegurando que los precios de referencia de las adquisicio­nes se mantuviera­n dentro de los límites legítimos, lo que no es igual a los verdaderos costos en el mercado. Se aseguraban de no caer en distorsion­es que causaran alarma y que las casas de salud en general puedan adquirir lo mismo en valores parecidos. Así, ninguna alarma sonaba.

Hoy se sabe que buena parte de las empresas proveedora­s, cuyos verdaderos dueños constituye­n esa ‘mafia’ de la que se habla, han estado relacionad­os entre sí, aunque con otras fachadas, otros nombres, otras direccione­s.

La Fiscalía General ha cumplido una serie de allanamien­tos, abriendo investigac­iones por doquier. La Contralorí­a de su parte, adelanta 81 auditorías y 53 exámenes especiales a Gobiernos Autónomos Descentral­izados, algunos de ellos entregados también a las mencionada­s ‘mafias’.

¿Qué saldrá de todo esto? Nadie lo sabe. Pocos tienen esperanzas. Mientras tanto, saltan como canguil las fotos del nuevo secretario de Gestion de Riesgos, vistiendo camisa verdeflex, como era común en tiempos de correísmo. Total, ha sido el génesis de muchos, nada más que la realidad.

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