Semana (Ecuador)

El dulce Rocafuerte y los encantos de su campo

El agro, el clima, la vida en las fincas, las artesanías, LOS POSTRES Y LA PAZ QUE LO RODEA son las ofertas para quien visita este cantón.

- Blanca Moncada Pesantes moncadab@granasa.com.ec

La espesura de la llanura, el aire salino por su ubicación costera, las extensas plantacion­es de pitahaya, coco, maíz y otros productos hacen de Rocafuerte el destino perfecto para aquel que gusta de los quehaceres del campo y sus costumbres.

Está en Manabí, a 30 minutos de Portoviejo. No tiene playas, pero sí brazos de mar y ríos, una condición geográfica que ha potenciado su vida turística en la zona rural, a la que se le suma una gastronomí­a inigualabl­e.

“Si es de Rocafuerte, es bueno”, se escucha decir a los lugareños sobre el queso manaba, la mantequill­a casera y todo producto que se genera en la zona, incluidas las artesanías de tagua, los sillones de descanso y, su bandera, los dulces, instaurado­s por las Benedictin­as. Sobre todo el alfajor, rey entre reyes de los hornos de por allá.

Desde Guayaquil, valen las cuatro horas de viaje del traslado, si se comparan con el respiro que representa llegar hasta ese cantón arrocero, arribar a una de sus fincas, comerse un desayuno con productos recién cosechados o elaborados y respirar el campo desde una hamaca.

A Rocafuerte se lo recorre en auto particular. Si no lo tiene, puede pedir un taxi. Es mejor, las fincas están a al menos 15 minutos del centro y le será más fácil movilizars­e así hacia las 54 comunidade­s rurales. Un punto obligado es La Jagua, donde se ofrecen platillos típicos en 14 restaurant­es que reciben a unos 1.200 turistas por semana. Infaltable ir a probar el servicio en Rancho Nápoles, además de comer rico, puede descansar del paseo, tomarse algo en medio de la naturaleza y fotos en las hamacas o con los caballos que se exhiben en el lugar.

Procure un hospedaje cerca del centro para tener a la mano el parque, los restaurant­es y los hoteles, para caminar por los barrios, conocer a la gente, visitar los lugares de artesanías y mirar cómo hacen ollas de barro o andar a caballo en alguna finca turística.

No se vaya de Rocafuerte sin probar la tonga, ese platillo de arroz con una preparació­n de pollo o cerdo, envuelto en hojas de plátano. Los entendidos afirman que, de toda Manabí, allí cocinan las mejores. ¡Buen provecho!

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