Carmen Corral, una mujer de empuje
Con muchísimo estudio, sacrificios y un cáncer superado, ha llegado esta destacada abogada a ser vicepresidenta de la Corte Constitucional, máximo órgano de control del país.
CÁLIDA, MUY SENCILLA y de bajo perfil, por su ocupado ritmo de vida, tomó varias semanas concretar esta entrevista. Se preparaba para viajar a Italia, destino que escogió su esposo como regalo de cumpleaños para que Carmen celebre sus 50 recién cumplidos y los 16 de Amanda, su hija. Un viaje para reconectar y estar juntas sin presión de nada ni nadie.
Nos encontramos en su departamento para la producción de estas fotos. No la veía desde hace más de tres décadas, cuando íbamos al mismo colegio. Ahora es una mujer madura, guapa, interesante, que encamina su destino con la sólida formación que recibió en casa y en el colegio del Opus Dei en el que se graduó con honores, ya enamorada de Juan Carlos Solines, quien sería luego de siete años de noviazgo su esposo y padre de tres hijos: Carlos Alfredo, Amanda y Emilio. “Ha sido toda una vida compartida”, cuenta la jueza constitucional, luego de 26 años de matrimonio con el excandidato a la Vicepresidencia de la República, designado por la ONU como uno de los 40 expertos a nivel mundial en temas de gobernanza e Internet, entre otras distinciones. Ambos son abogados y, aunque Carmen fue parte del bufete jurídico familiar de su esposo durante un tiempo, ella ha mantenido su independencia en el ámbito privado y público.
“El hecho de tener el mismo oficio ha sido un complemento para los dos. En algún momento compartimos el mismo espacio jurídico, pero al tener especializaciones diferentes, parecen profesiones distintas. Él es experto en nuevas tecnologías y comunicación, mientras que yo me he dedicado al derecho de la seguridad social, laboral y constitucional. Con ello aprendemos el uno del otro”, cuenta.
Con maestrías en Derecho Financiero e Internacional Bancario, Carmen se destacó siempre en los estudios, lo que proyectaba una bien ganada carrera. En el ámbito público fue intendenta y directora nacional de Seguridad Social en la Superintendencia de Bancos y Seguros, con una pasión que fue asentándose de forma natural con la determinante influencia de su padre, Alfredo Corral Borrero (excontralor del Estado, 1998-2003), árbitro y catedrático universitario). “Lo admiro mucho y pudo haber influenciado en mí, pero también lo hizo mi madre,
Carmen Ponce, por su ejemplo de ayuda solidaria con los más necesitados y eso me mueve mucho. Siempre he buscado aportar a mi país. El Derecho es una carrera versátil que permite ocupar muchas posiciones, tal cual me ha sucedido a mí en las diferentes actividades y cargos a los que he accedido siendo abogada”.
“Siempre he tenido ayuda en casa”
El trajín de su agenda laboral choca con la vida familiar, en un intento constante de buscar equilibrios. Esto ha significado sacrificios de parte de sus hijos y su esposo, quien ha sido parte medular de su crecimiento profesional y un apoyo en casa. “Han sido fundamentales su visión y perspectiva de las cosas. Además, ha sido un gran motivador para que persiga nuevos retos”.
Al regresar a ver, hace un repaso de cuán difícil ha sido conciliar el rol de madre con su trabajo. “Por suerte siempre he tenido ayuda de mi madre y mi suegra, Ximena Moreno (también abogada y con grandes logros profesionales), con lo que he podido organizar una estructura de cuidado que me ha permitido trabajar y cumplir como madre. Soy una mamá `gallina', muy preocupada por mis hijos, ahora de 20, 16 y 13 años”.
Y aunque le falta tiempo para todo, mantiene fuertes lazos familiares con sus padres, hermanos y la familia de su esposo, más aún luego de haber vivido el cáncer de cerca con su padre y luego cuando lo superó ella misma en el 2018. “Atravesar una enfermedad tan grave te cambia la perspectiva de los problemas y de la vida y te das cuenta de lo que realmente es importante. Y aprendes a valorar y a vivir los momentos que la vida te da”.