Reconocen aporte de salvadoreño radicado en Florida
El empresario Ernesto Sánchez dirige desde Florida (Estados Unidos) una fundación que ayuda en proyectos educativos en El Salvador.
Los terremotos de enero y febrero de 2001 fueron la chispa que generó en varios salvadoreños la necesidad de organizarse para traer ayuda al país en momentos de necesidad. Ese es el caso de Ernesto Sánchez, un empresario salvadoreño radicado en el área de Miami, Florida, Estados Unidos, desde 1979. Luego del terremoto del 13 de enero de 2001, Sánchez cuenta que se organizó con un grupo de amigos para recoger ayuda y transportarla poco después de esa tragedia.
Seis días después, aterrizaba en El Salvador un avión con medicinas, frijoles, maíz, agua y ropa, entre otros bienes para los damnificados. El transporte aéreo fue donado por la empresa Atlas Air.
Así nace entre un grupo de amigos la Fundación Salvadoreña de Florida (FUSAFLOR).
“Mi lado caritativo empieza desde que ganaba $2.90 la hora, pues no hace falta que te sobre el dinero para poder ayudar”, contó Sánchez.
A través de FUSAFLOR, se ha trabajado con otras organizaciones en El Salvador para llevar mejoras a escuelas. Una de las instituciones con las que han trabajado es Banco Agrícola, a través del proyecto Manos Unidas por El Salvador.
Este mes van a inaugurar dos viviendas en San Julián, Sonsonate, y están en la construcción una escuela rural en ese mismo municipio, cuya inversión ronda los $35,000, aseguró.
Este año también inauguraron una escuela de fútbol, llamada Xeneizes, que beneficia a aproximadamente 100 niños de San Julián y zonas rurales aledañas.
Recientemente, Sánchez recibió el reconocimiento Líder Comunitario del Año, en el XI Festival Salvadoreñísimo de la Independencia, que se celebra en Gaithersburg, Maryland (Estados Unidos).
“Es un orgullo como salvadoreño estar en uno de los festivales más grandes acá en Estados Unidos. Arriba de eso, un reconocimiento de esta índole me llena de orgullo como salvadoreño”, manifestó.
LARGO CAMINO
Sánchez llegó a Estados Unidos en 1979, cuando tenía 19 años, luego de pasar penurias en su tránsito por México, donde incluso estuvo detenido. En el viaje hacia el norte lo acompañaba un primo.
En 1980 se radicó en Miami, Florida, donde cuenta que laboró en las mismas tareas que otros compatriotas hacen al arribar a Estados Unidos, “lavando platos en restaurantes, limpiando pisos, en construcción”.
En 1985 empezó junto con su hermano un negocio de grúas y transporte, pero por diferencias en la conducción de la empresa vendió su 50 % cuando esta ya comenzaba a prosperar. Con el capital obtenido por la venta de su parte de la empresa, en 1990 estableció un concesionario de vehículos usados, que todavía se mantiene como uno de los más importantes del área de Miami.
“Obviamente he crecido el 500 % del 90 para acá. En la actualidad somos uno de los concesionarios de carros usados más grandes del área de Miami. Veinte y seis años en el mismo local, con el mismo nombre y seguimos creciendo. Estamos tratando de abrir una sucursal en El Salvador”, contó.
Sus objetivos son continuar apoyando las causas humanitarias en El Salvador, para lo cual se está organizando con otros compatriotas radicados en el área metropolitana de Washington, D. C. e invertir en El Salvador para contribuir a la generación de empleos en el país.