Trump sigue desbaratando el legado de Barack Obama
Organizaciones en defensa del medio ambiente condenaron la decisión de Trump de dar luz verde a la construcción de los polémicos oleoductos Keystone XL y Dakota Access.
El presidente estadounidense, Donald Trump, continuó ayer desbaratando el legado del expresidente Barack Obama con una pluma y un papel. Trump firmó ayer dos órdenes ejecutivas para avanzar en la construcción de dos oleoductos que habían sido bloqueados por su antecesor por preocupaciones sobre su impacto en el medio ambiente. La decisión es coherente con la idea de Trump de promover las viejas energías fósiles y va en contra de la visión de Obama, que en el marco de sus políticas de defensa del medio ambiente buscaba apostar a las energías renovables y generar de esta forma nuevas fuentes de ingresos para la economía.
La decisión de Trump contempla, por un lado, la ampliación del oleoducto Keystone Pipeline, que va de Calgary, en la provincia de Alberta, en Canadá, al estado de Illinois, en Estados Unidos, y que comenzó a operar en 2010.
El oleoducto ampliado y otros ductos de la empresa Transcanada deberán bombear a diario hasta 830,000 barriles de petróleo (de 159 litros cada uno) obtenido de arenas bituminosas hasta la costa en Texas, cruzando Estados Unidos.
Una evaluación de impacto medioambiental bajo el secretario de Estado de Obama, John Kerry, había llegado a la conclusión de que el proyecto no era del interés de Estados Unidos.
El petróleo obtenido de las arenas canadienses libera casi un 20 % más de dióxido de carbono (CO2) que el crudo obtenido de otra forma. Se espera para el transcurso de esta semana una visita del yerno de Trump Jared Kushner a Calgary, informaron varios medios estadounidenses.
A esto se suma que, gracias a las nuevas tecnologías de extracción, Estados Unidos puede obtener enormes cantidades de petróleo y gas.
El Departamento de Energía estadounidense hace una evaluación similar. Las importaciones masivas de países vecinos como Canadá o México afectan la balanza comercial de Estados Unidos, de cuyo desequilibrio se queja también Trump.
SIGUE ALEGATO POR VOTOS “ILEGALES”
La Casa Blanca defendió ayer, sin pruebas, la teoría del presidente Trump de que hubo entre tres y cinco millones de votos ilegales en las elecciones de noviembre, una afirmación no respaldada hasta ahora por ninguna prueba y que le ha enfrentado con miembros de su propio partido, el Republicano.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, aseguró que Trump “sigue creyendo” que hubo votos ilegales que permitieron a su rival, la candidata demócrata Hillary Clinton, ganar el voto popular en las elecciones a pesar de no lograr imponerse en el Colegio Electoral, que es el sistema que determina quién será el nuevo presidente.
“Creo que ha dejado claras sus preocupaciones sobre fraude electoral, y de la gente que votó ilegalmente durante la campaña, y sigue creyendo en eso basándose en estudios y pruebas que la gente le ha presentado”, afirmó Spicer durante su conferencia de prensa diaria.
Spicer no quiso dar detalles sobre esos “estudios y pruebas” y tampoco quiso aclarar si Trump se refería a inmigrantes indocumentados.