El emprende durismo
Hace unos días la Asociación de Universidades Privadas de El Salvador (AUPRIDES), a la cual pertenece la Universidad Francisco Gavidia, firmó una alianza estratégica con LA PRENSA GRÁFICA, en la cual se les permitía a los estudiantes con espíritu emprendedor convertirse en distribuidores de LA PRENSA GRÁFICA, dentro de las instalaciones de las universidades que son parte de tan prestigiosa asociación.
Con ello se pretende que los estudiantes en su calidad de distribuidores puedan abrir ya sea una o varias fuentes de empleo al contratar a un joven, a un anciano o a cualquier salvadoreño que está sufriendo el flagelo del desempleo en El Salvador y en vista de que la venta de periódicos no requiere de un horario fijo de ocho horas, esta actividad se puede combinar con otras que conlleven una remuneración adicional que permita al salvadoreño desempleado mejorar su condición económica y por supuesto llevar un poco de alivio a sus finanzas que de por sí son paupérrimas.
Además de ello, la alianza posibilita que LA PRENSA GRÁFICA dé precios de distribuidor a los estudiantes, para que puedan sufragar los costos de operación y al final puedan obtener una ganancia honrada que contribuirá para hacerle frente a sus gastos educativos. A pesar de ello esta iniciativa que fomenta el emprendedurismo ha sido criticada duramente en las redes sociales, incluso algunas personas se han mofado de la labor de vendedor de periódicos, como si se tratase de una sarna maligna o una maldición.
Con base en lo anterior me gustaría insuflar un par de ideas que orienten la discusión a un plano académico y no a comentarios sin fundamento que evidentemente llevan el ánimo de dañar la buena imagen de la UFG. En ese orden de ideas creo que cualquier trabajo honrado, como limpiar casas, recoger basura o vender periódicos, es un trabajo tan digno como el ejercicio de una profesión, ya que el hecho de llevar el sustento al hogar producto del esfuerzo correcto enaltece al ser humano. Además de fomentar en la persona desde muy temprana edad el hábito del trabajo.
Digo lo anterior porque en mi caso desde los ocho años comencé a trabajar, dado las condiciones de pobreza en la que me tocó nacer, mi madre una mujer soltera y analfabeta que planchaba y lavaba ropa ajena, siempre nos inculcó la importación de trabajar y estudiar para salir adelante. Por lo tanto, el haber nacido pobre era un aliciente personal para explotar los talentos que Dios depositó en mí, para emprender cualquier negocio lícito.
Fue así que, en mis tiempos libres después de acudir a la escuela, iba a buscar objetos que tuvieran algún valor en el basurero para poderlos vender y contribuir a los gastos del hogar. Así mismo realicé estas labores: vendedor de pan francés, panadero, ayudante de albañil, ayudante de mecánico. No obstante, ninguna de estas labores que realicé tan dignamente me hicieron menos, al contrario, forjaron en mí un carácter de lucha permanente y un espíritu emprendedor.
En consecuencia, el hecho de fomentar el emprendedurismo tal como lo ha planteado la UFG y LPG, con la distribución de periódicos, no es una idea descabellada, como lo han querido mal informar. Dado que el emprendedurismo no se circunscribe únicamente a un giro comercial, sino al concepto de emprender un nuevo negocio sin importar con el producto o servicio que se inicie. Es decir que el emprendedurismo es el arte de crear ideas y convertirlas en proyectos concretos. “Por lo tanto no es la venta de periódicos lo que hace el emprendedurismo sino el modelo de negocios”.