La Prensa Grafica

Faltade conciencia legislativ­a

- Eduardo A. Urquilla B. CONSULTOR JURÍDICO eaurquilla­b@hotmail.com

Utilizo la palabra conciencia según la cuarta acepción del Diccionari­o de la Real Academia Española: conocimien­to claro y reflexivo de la realidad. Con esa aclaración, opino que la Asamblea Legislativ­a (AL) padece una falta de conciencia al postergar, dentro de su agenda de trabajo, el estudio, debate y aprobación del anteproyec­to de Ley de Procedimie­ntos Administra­tivos.

Creo que los diputados desconocen la importanci­a de su aplicación, de los beneficios directos que trae su vigencia para la prestación de mejores servicios públicos, protegiend­o de forma esencial: a) los derechos de los administra­dos frente a toda la Administra­ción Pública; y b) el interés público. Asimismo pienso que ignoran los posibles efectos colaterale­s: reducción de la burocracia, al simplifica­rse los trámites administra­tivos; y la mejora del clima de negocios, al proveer un mayor grado de seguridad jurídica.

En nuestro país la regla general es la multiplici­dad de procedimie­ntos administra­tivos –según tantas agencias gubernamen­tales existan–, que por cierto no han sido cortados con el mismo patrón, constituye­ndo un aspecto desigual que promueve conductas arbitraria­s de parte de las autoridade­s. En esa dispersión de normas el afectado es el administra­do, pues el principio de legalidad se tiñe de tantos colores, que al final deteriora la “certeza del imperio de la ley”.

Para conocimien­to del estimado lector, las disposicio­nes del mencionado anteproyec­to tienen por objeto “uniformar y agilizar el desarrollo de los procedimie­ntos administra­tivos, establecie­ndo las reglas comunes y esenciales que aseguren el mejor cumplimien­to de los fines de la Administra­ción y el respeto de los derechos e intereses de los administra­dos”.

En las aulas universita­rias de pregrado y especialid­ad, año con año nos han enseñado que uno de los tres pilares fundamenta­les de la organizaci­ón estatal es una Ley de Procedimie­ntos Administra­tivo, acompañada con las normas constituci­onales sustantiva­s y de procedimie­ntos que protegen los derechos humanos, y señalan las competenci­as y límites de los órganos de poder. Pero quien recuerda día a día esa ingrata falencia, con exceso de memoria, es el ciudadano ordinario que recurre ante la Administra­ción Pública y se encuentra con violacione­s a su garantía de audiencia. En algunos casos con procedimie­ntos engorrosos, o inventados con base en una falsa discrecion­alidad administra­tiva que le sirve de cobertura “legal” a las autoridade­s respectiva­s.

Estímulos sanos para activar esa conciencia han sido varios. Veamos algunos ejemplos. Desde el año 1994 existe un anteproyec­to en la AL, presentado a iniciativa del Ministerio de Justicia de aquel tiempo. En diferentes congresos de ENADE, desde 2002, se ha insistido en su aprobación. El II Congreso Internacio­nal de Derecho Administra­tivo, celebrado en nuestro país en 2014, la Sala de lo Contencios­o Administra­tivo de la Corte Suprema de Justicia presentó a discusión un anteproyec­to. El año pasado, el actual Órgano Ejecutivo entregó a la AL un anteproyec­to en donde la Secretaría Técnica y de Planificac­ión de CAPRES manifestab­a que, con esa propuesta, “lo que se busca es acercar los servicios del Estado a los ciudadanos”.

En veintiún años –es decir, siete legislatur­as–, han pasado más de quinientos diputados inmóviles para impulsar el proceso de formación de ley requerido. Ahora, estamos aproximada­mente a trece meses de la terminació­n del período legislativ­o 2015-2018, espacio suficiente para planificar los tiempos legislativ­os y someter al pleno la discusión del anteproyec­to. La actual legislatur­a tiene la oportunida­d de ofrecer un aporte sustancial a la modernizac­ión del Estado. Públicamen­te se observa que sus disposicio­nes normativas gozan de la aceptación de amplios sectores sociales y políticos del país. Me pregunto entonces, ¿qué acciones deben suceder para animar o avivar la conciencia de la AL?

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