Elsilenciode losquehablan: cáncerde laringe
Violeta se negó a dejar de hablar, el silencio no sería su forma de comunicarse. “Me quitaron la laringe y las cuerdas vocales”, me dijo así a rajatabla y agregó: el médico me advirtió “si no la opero se va a morir, entonces muere o se queda sin voz”. No había una tercera alternativa.
Pero ahora la tenía frente a mí hablándome con una voz ronca pero entendible, clara y con un exquisito sentido del humor. Violeta tiene un poco más de media vida y parece que se burla de los años porque su apariencia es la de una mujer a quien un cáncer de laringe jamás pudo robarle su belleza y el mejor recurso para ganarse el sustento: el habla. Fue ejecutiva de Cuentas Publicitarias.
El tumor cancerígeno maligno fue maltratado por varios médicos, porque no solo fue uno, sino que varios los que le dijeron todo tipo de diagnósticos menos el que era. Hasta que la sinceridad del especialista en temas de oído, garganta y nariz conocido como otorrinolaringólogo fue directa y sin anestesia: Era urgente operar, ya que sus esporádicos silencios o el dolor de garganta no era laringitis, era cáncer.
El cáncer de laringe está asociado al tabaquismo, y se presenta en pacientes de 60 años o más, estas características no estaban relacionadas con Violeta, ella es más joven y nunca tuvo vicios. Aunque sí le cambio súbita o progresivamente de la calidad y tono de su voz, o lo que comúnmente se conoce como ronquera, esto sí le ocurrió a ella.
¿Por qué apareció el tumor? Pregunté pensando en una respuesta técnica aprendida de memoria como buena paciente. “No lo sé, pueden ser muchos los factores”, me respondió con cierta indiferencia de querer detallarlos. Y entonces agregó: “Creo firmemente que Dios permitió algo así para glorificarse para este día en el que hablaría con usted, cuando la ciencia dijo que nunca lo haría”, me respondió sin inmutarse.
Violeta aprendió a hablar con un proceso que produce una voz esofágica la cual se logra introduciendo aire hasta el esófago y diafragma, y al sacarlo vibra en el esfínter del esófago, permitiendo sonidos que el paladar, la lengua y los dientes transforman en letras, sílabas y finalmente palabras que salen con tono muy grave pero entendibles para comunicarse.
Ella lo logró en 6 meses, aunque se puede tardar hasta 1 año y en otros casos muchos se dan por vencidos y no vuelven a hablar. El día que me entrevisté con ella me presentó a grupo de personas operadas de cáncer de laringe, entre quienes me encontré con un panificador, un jornalero de una finca de café y un entrenador de fútbol. De los tres los dos primeros hablan bastante bien y al técnico aún le falta.
Juntos forman parte de los catorce pacientes que están en el proceso y se reúnen bajo la bandera de la Fundación “Habla”. Con fe, esfuerzo y una actitud proactiva son disciplinados para volver a decir palabras como: amor, felicidad, alegría, esperanza y sobre todo alabar el nombre de Jesucristo, pues no dudan que él ha sido fundamental en los momentos más difíciles para romper el silencio que les detiene las palabras en su garganta.
Su decisión es tan fuerte que acordamos que un día el jornalero llevará café de finca, el panificador un pan especial elaborado por él, y los demás aportaremos el tiempo para que en una amena conversación todos hablemos y escuchemos al entrenador decirnos por qué el fútbol salvadoreño aún sigue mudo del gol que nos lleve a otro mundial.