Acomodarla carga
En términos administrativos, acomodar la carga se refiere a la forma en que los problemas se abordan y a la habilidad de ordenar óptimamente los recursos en un espacio limitado. Ello exige establecer prioridades, conocer las circunstancias y aplicar técnicas.
Al hacer una analogía con la crisis que vive El Salvador, surge la hipótesis de que a los gobernantes les hacen falta destrezas y conocimientos para acomodar la carga. Esta limitación, junto al retador contexto internacional (corriente neonacionalista y antiinmigrante), hacen más evidente la poca capacidad técnica-gerencial para abordar los problemas coyunturales y estructurales. Prueba de ello es que está aumentando la presión social hacia la gestión pública.
Por otra parte, las principales opciones políticas le transmiten a la población que sus necesidades serían satisfechas por “papá gobierno” o “don mercado”. Estas dos fantasías ideológicas han contribuido a que muchos compatriotas piensen que los problemas nacionales se pueden solucionar sin la participación ciudadana y con un simple cambio de gobierno. El punto es que, al ejercer el poder público, ambas fuerzas políticas han abrazado el centralismo y marginado a los ciudadanos y territorios de la toma de decisiones. Adicionalmente, la limitada capacidad gubernamental y el precario desempeño de las universidades en investigación y proyección social han coadyuvado a que dirigentes políticos –a veces sin saberlo– promuevan planes inviables.
Las contrariedades que divulgan analistas, periodistas y economistas son abrumadoras. El Salvador carece de los recursos para atenderlas de forma efectiva, simultánea e inmediata. A continuación se da una larga lista de los problemas más difundidos: (1) violencia delincuencial e inseguridad; (2) impunidad y corrupción; (3) falta de liderazgo y desgaste de los partidos políticos; (4) asistencialismo y lucha partidaria por el control del aparato estatal; (5) pobreza y exclusión social; (6) baja calidad educativa y pérdida de valores morales; (7) desabastecido sistema de salud; (8) emigración y separación familiar; (9) desigualdad y violencia de género; (10) prostitución y tráfico de personas; (11) paternidad irresponsable y alcoholismo; (12) detrimento del patrimonio cultural y natural; (13) cambio climático y vulnerabilidad ambiental; (14) endeudamiento, falla del sistema previsional y déficit fiscal; (15) baja inversión y lento crecimiento económico; (16) elevado subempleo y estrechez del mercado laboral; (17) menor productividad y competitividad; (18) creciente criminalidad y pérdida del control territorial; (19) déficit habitacional y hacinamiento; y (20) caótica urbanización e ineficiente transporte público.
Ante semejante problemática, el aporte sustantivo que puede hacer la ONU es ayudarle al Estado salvadoreño a acomodar la carga. De esa forma, gobernantes y gobernados serían capaces de dialogar colaborativamente para sacar adelante al país. En tal sentido, se sugiere establecer cinco prioridades para los próximos 25 años y alinear el presupuesto general y la cooperación externa hacia “TEJAS” (Trabajo, Educación, Justicia, Agua y Seguridad Pública).
Conclusión: El Salvador enfrenta excesivos problemas y no puede resolverlos de forma simultánea e inmediata. Decir lo contrario es demagogia. Consiguientemente, la tarea nº 1 es acomodar la carga. Una manera de hacerlo es aplicando la ecuación “TEJAS”: Trabajo (empleo productivo en los 14 departamentos), Educación (rescate de la escuela pública), Justicia (lucha contra la corrupción e impunidad), Agua (recuperación de principales cuencas hidrográficas) y Seguridad Pública (aplicación de la ley y geoprevención). Esto demanda aunar esfuerzos públicos y privados hacia objetivos comunes.