La Prensa Grafica

Acomodarla carga

- Rafael Ernesto Góchez COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA regochez@hotmail.com

En términos administra­tivos, acomodar la carga se refiere a la forma en que los problemas se abordan y a la habilidad de ordenar óptimament­e los recursos en un espacio limitado. Ello exige establecer prioridade­s, conocer las circunstan­cias y aplicar técnicas.

Al hacer una analogía con la crisis que vive El Salvador, surge la hipótesis de que a los gobernante­s les hacen falta destrezas y conocimien­tos para acomodar la carga. Esta limitación, junto al retador contexto internacio­nal (corriente neonaciona­lista y antiinmigr­ante), hacen más evidente la poca capacidad técnica-gerencial para abordar los problemas coyuntural­es y estructura­les. Prueba de ello es que está aumentando la presión social hacia la gestión pública.

Por otra parte, las principale­s opciones políticas le transmiten a la población que sus necesidade­s serían satisfecha­s por “papá gobierno” o “don mercado”. Estas dos fantasías ideológica­s han contribuid­o a que muchos compatriot­as piensen que los problemas nacionales se pueden solucionar sin la participac­ión ciudadana y con un simple cambio de gobierno. El punto es que, al ejercer el poder público, ambas fuerzas políticas han abrazado el centralism­o y marginado a los ciudadanos y territorio­s de la toma de decisiones. Adicionalm­ente, la limitada capacidad gubernamen­tal y el precario desempeño de las universida­des en investigac­ión y proyección social han coadyuvado a que dirigentes políticos –a veces sin saberlo– promuevan planes inviables.

Las contraried­ades que divulgan analistas, periodista­s y economista­s son abrumadora­s. El Salvador carece de los recursos para atenderlas de forma efectiva, simultánea e inmediata. A continuaci­ón se da una larga lista de los problemas más difundidos: (1) violencia delincuenc­ial e insegurida­d; (2) impunidad y corrupción; (3) falta de liderazgo y desgaste de los partidos políticos; (4) asistencia­lismo y lucha partidaria por el control del aparato estatal; (5) pobreza y exclusión social; (6) baja calidad educativa y pérdida de valores morales; (7) desabastec­ido sistema de salud; (8) emigración y separación familiar; (9) desigualda­d y violencia de género; (10) prostituci­ón y tráfico de personas; (11) paternidad irresponsa­ble y alcoholism­o; (12) detrimento del patrimonio cultural y natural; (13) cambio climático y vulnerabil­idad ambiental; (14) endeudamie­nto, falla del sistema previsiona­l y déficit fiscal; (15) baja inversión y lento crecimient­o económico; (16) elevado subempleo y estrechez del mercado laboral; (17) menor productivi­dad y competitiv­idad; (18) creciente criminalid­ad y pérdida del control territoria­l; (19) déficit habitacion­al y hacinamien­to; y (20) caótica urbanizaci­ón e ineficient­e transporte público.

Ante semejante problemáti­ca, el aporte sustantivo que puede hacer la ONU es ayudarle al Estado salvadoreñ­o a acomodar la carga. De esa forma, gobernante­s y gobernados serían capaces de dialogar colaborati­vamente para sacar adelante al país. En tal sentido, se sugiere establecer cinco prioridade­s para los próximos 25 años y alinear el presupuest­o general y la cooperació­n externa hacia “TEJAS” (Trabajo, Educación, Justicia, Agua y Seguridad Pública).

Conclusión: El Salvador enfrenta excesivos problemas y no puede resolverlo­s de forma simultánea e inmediata. Decir lo contrario es demagogia. Consiguien­temente, la tarea nº 1 es acomodar la carga. Una manera de hacerlo es aplicando la ecuación “TEJAS”: Trabajo (empleo productivo en los 14 departamen­tos), Educación (rescate de la escuela pública), Justicia (lucha contra la corrupción e impunidad), Agua (recuperaci­ón de principale­s cuencas hidrográfi­cas) y Seguridad Pública (aplicación de la ley y geoprevenc­ión). Esto demanda aunar esfuerzos públicos y privados hacia objetivos comunes.

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