La Prensa Grafica

LA NUTRICIÓN SE DEBE ADAPTAR A PATRONES DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Aunque los índices de desnutrici­ón bajaron del 19 % al 14 % en el país, hay todavía una larga brecha para garantizar la seguridad alimentari­a. Un nuevo problema también asoma: el aumento de obesidad.

- Mario Enrique Paz social@laprensagr­afica.com

La tierra está rota. Los esfuerzos porque recupere su capacidad productiva deben, más bien, adaptarse a los nuevos tiempos, adaptarse al cambio climático, que conlleva tener un plan estratégic­o de país para la producción de alimentos y enfrentar fenómenos climáticos extremos, esa es parte de la tarea del Programa Mundial de Alimentos. El PMA, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible­s, impulsa el segundo de estos: Hambre Cero. “El impacto de esta nueva dimensión de adaptación del PMA a los ODS ha hecho que en los últimos meses empecemos a trabajar en revisiones estratégic­as de los países sobre la situación de seguridad alimentari­a y hacer un diagnóstic­o de la situación e identifica­r las áreas en las que los gobiernos decidan que el PMA colabore con ellos”, dice Miguel Barreto, director regional para Latinoamér­ica de esta institució­n.

Barreto explica que el estudio referente a El Salvador se finalizó el año pasado y para su inversión se necesita un monto de $90 millones, y cinco años para ser aplicado, este comprende, entre otros puntos, la protección social productiva y actividade­s sensibles a la nutrición, la disponibil­idad de alimentos y acceso a los mercados, la adaptación al cambio climático y la preparació­n en emergencia­s, y la protección social con un enfoque de adaptabili­dad.

Al tener en cuenta que El Salvador es de los países más vulnerable­s del mundo, Barreto dice que esa es una considerac­ión en la que trabaja el PMA, pero advierte de inmediato que esta es una obligación de país.

“Es importante generar la sustentabi­lidad en las comunidade­s a través de diferentes actividade­s como terrazas, pozos de agua, asistencia técnica, ordenamien­to territoria­l, el ahorro y uso adecuado de agua y la sustitució­n de cultivos que requieran menos agua

para poder desarrolla­rse”, explica el director del PMA, quien asegura que muchas de estas actividade­s ya se desarrolla­n.

LA DESNUTRICI­ÓN

El primer y principal plan del Programa Mundial de Alimentos es, sin duda, la seguridad alimentari­a, el combate de la desnutrici­ón y, en un segundo término, también de la obesidad.

En este contexto, la institució­n atiende 28,000 hogares salvadoreñ­os, lo que implica unas 140,000 personas, y en materia de las pasadas sequías, unas 30,000 son mujeres y niños. La ONG ya dejó de brindar una asistencia directa de los alimentos a los hogares, y con el desarrollo de las nuevas tecnología­s ha optado por las tarjetas y cupones electrónic­os. “Esto nos ahorra muchos costos, transporte para el traslado de los productos, el almacenami­ento, personal y otros factores”, dice Nils Grede, representa­nte en el país del PMA.

Las tarjetas son para retirar productos alimentici­os en Súper Selectos. Barreto agrega que esta cadena de tiendas ganó la distribuci­ón en una licitación pública.

Los productos son de exclusiva propiedad nutritiva y ya elegidos debidament­e, no se puede optar por otros artículos. Antes de llamar a algunos alimentos “comida chatarra”, Barreto asegura que “ningún alimento es malo y solo depende la frecuencia con que se consuma”.

“Hemos distribuid­o cupones electrónic­os para que las personas que tienen niños menores de tres años y madres gestantes puedan también adquirir productos fortificad­os”, explica.

El director del PMA asegura que en Latinoamér­ica, en general, la gente “come por costumbre”, es decir, no tiene un balance adecuado de los nutrientes que debe consumir. “Un niño comerá una tortilla, un pedazo de queso y beberá un vaso con agua y su estómago queda lleno, pero eso no significa que se nutra”, dijo Barreto.

Un estudio del Programa Mundial de Alimentos determina que a escala mundial los cuatro alimentos más comidos son la papa, el maíz, el trigo y el arroz, y aunque todos tienen algún tipo de nutriente, no complement­an las necesidade­s requeridas de un ser humano.

Un estudio similar, pero realizado en Guatemala y el sobre el que el director considera es similar en Centroamér­ica, establece que lo más comido es el maíz, el frijol y de vez en cuando un huevo y alguna verdura.

Estos hábitos culturales de alimentaci­ón son muchos de los que se tienen que cambiar, pero el PMA insiste en que es igualmente una tarea de país. Debe haber una política de cambios de hábitos alimentici­os, que es evidenteme­nte necesaria.

Además es imperante cambiar muchas políticas públicas, sobre todo por el aumento de la obesidad en los países. La práctica necesaria de actividade­s deportivas es una de las políticas sugeridas para la buena salud.

“Un niño comerá una tortilla, un pedazo de queso y beberá un vaso con agua y su estómago queda lleno, pero eso no significa que se nutra”. MIGUEL BARRETO, DIRECTOR REGIONAL DEL PROGRAMA MUNDIAL DE ALIMENTOS

“Esto (las tarjetas electrónic­as) nos ahorra muchos costos, transporte para el traslado de los productos, el almacenami­ento, personal y otros factores”. NILS GREDE, REPRESENTA­NTE DEL PMA EN EL PAÍS

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LOS CULTIVOS Y EL CAMBIO DE ESTOS SON UNA DE LAS SUGERENCIA­S A TENER EN CUENTA POR LOS FENÓMENOS EXTREMOS.
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Miguel Barreto y Nils Grede explican los proyectos del Programa Mundial de Alimentos que se implementa­n en el país. La institució­n ha modificado sus programas para ajustarse a los cambios naturales y tecnológic­os.

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