La Prensa Grafica

Enviloentr­ela incapacida­d ylafalta deliderazg­o

- José Andrés Oliva Cepeda LICENCIADO EN ECONOMÍA CON MÁSTER EN FINANZAS jaolivac@gmail.com

La falta de consenso en finanzas públicas bajo un liderazgo aglutinado­r no es ninguna farsa. Lo convenient­e es propiciar sólidos acuerdos políticos, es decir, que nazcan de un genuino liderazgo. El punto más radical es que los ciudadanos vamos a cargar, más allá de los impuestos que pagamos y los servicios que recibimos, con los platos rotos de la incapacida­d de encarar estos problemas.

Ante lo sucedido, una analogía relevante es que no pagar una deuda equivale a dispararse un tiro en el pie, a lo que se suma la pérdida de valiosos esfuerzos por una Ley de Responsabi­lidad Fiscal, por lo cual es injustific­able la falta de cumplimien­to, sensatez y seriedad en la planificac­ión del manejo financiero del Estado, sobre todo por sus graves consecuenc­ias. Si no se cuenta con consenso para un sistema mixto, y pago de CIP con más CIP, ¿por qué no se planificó antes qué hacer? ¿Por qué solamente se debe pagar deuda con deuda? ¿Por qué no se consideró antes solicitar, junto con el presupuest­o, el requerimie­nto de financiami­ento total? ¿Por qué no antes se crea un marco macrofisca­l previsible, que incorpore este y el resto de pagos, para los próximos cinco años y se elaboran metas, con efectivida­d del gasto, añadiendo el ajuste fiscal imprescind­ible, donde todas las fuerzas partidaria­s y no partidaria­s estén satisfecha­s en informació­n y previsibil­idad? ¿Cuántos sacrificio­s más deberá realizar el pueblo salvadoreñ­o para lograr lo más sensato, lógico y adecuado para el país, que evidenteme­nte no está sucediendo?

El motivo central son vanas argucias políticas, más la discordia en “pensiones”, y no debería ser así. Por un lado, la mayoría de salvadoreñ­os trabaja en la informalid­ad, por otro lado, se subestiman los costos políticos y económicos, que conllevará una ruptura con las AFP. Es al revés: un sistema de pensiones que logre sus objetivos bajo una adecuada regulación libera y mejora las finanzas públicas, y debilitarl­o cosecha más tempestad.

Ideológica­mente esto no se entiende así, se culpa al pasado y no se llega a nada. La posición es realizar un impago selectivo, porque aun habiendo propuestas de refinancia­miento y alargamien­to de plazos, la falta de pago recae en el fondo de pensiones. Es esa parte la que el año pasado se intentó sufragar pagando CIP con más CIP, evitando pagarlas. Es esa parte la que no se incluye en el presupuest­o, poniendo solo $1,000. Es esa parte la que no se paga, llevando a una mayor caída en la calificaci­ón de riesgo del país, con lo cual no solo se perjudican las pensiones, sino que al valor de las inversione­s en bonos nacionales, afectando todas las obligacion­es, tanto públicas como privadas, es decir, se impacta gravemente degradándo­lo todo.

También, aprobar inconstitu­cionalment­e, de manera fragmentad­a, el presupuest­o, sin pensiones, es caer en un espejismo. Cuatro meses después se desata esta tormenta porque se salta un difícil requisito político, pero de gran valor para la gobernabil­idad, que solo puede provenir de un liderazgo que aglutine, que proviene de incluirlo y discutirlo todo, coadyuvand­o a que el país tenga rumbo.

Las dificultad­es están en el Gobierno, no en el partido de Gobierno. Es el Gobierno el que tiene la responsabi­lidad y el problema. La oposición debe discutir sus puntos de vista, ante el Gobierno y la sociedad, tantas veces como sea necesario.

Las opciones en el corto plazo están en no detener este intercambi­o, donde debería surgir un liderazgo con la sabiduría de saber las posiciones y recobrar el camino, discernien­do cuándo cambiar, posponer o hacer valer una posición, por parte, en mayor medida del Gobierno, con la cuota de respuesta del otro lado, recuperand­o el entendimie­nto.

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