Enviloentrela incapacidad ylafalta deliderazgo
La falta de consenso en finanzas públicas bajo un liderazgo aglutinador no es ninguna farsa. Lo conveniente es propiciar sólidos acuerdos políticos, es decir, que nazcan de un genuino liderazgo. El punto más radical es que los ciudadanos vamos a cargar, más allá de los impuestos que pagamos y los servicios que recibimos, con los platos rotos de la incapacidad de encarar estos problemas.
Ante lo sucedido, una analogía relevante es que no pagar una deuda equivale a dispararse un tiro en el pie, a lo que se suma la pérdida de valiosos esfuerzos por una Ley de Responsabilidad Fiscal, por lo cual es injustificable la falta de cumplimiento, sensatez y seriedad en la planificación del manejo financiero del Estado, sobre todo por sus graves consecuencias. Si no se cuenta con consenso para un sistema mixto, y pago de CIP con más CIP, ¿por qué no se planificó antes qué hacer? ¿Por qué solamente se debe pagar deuda con deuda? ¿Por qué no se consideró antes solicitar, junto con el presupuesto, el requerimiento de financiamiento total? ¿Por qué no antes se crea un marco macrofiscal previsible, que incorpore este y el resto de pagos, para los próximos cinco años y se elaboran metas, con efectividad del gasto, añadiendo el ajuste fiscal imprescindible, donde todas las fuerzas partidarias y no partidarias estén satisfechas en información y previsibilidad? ¿Cuántos sacrificios más deberá realizar el pueblo salvadoreño para lograr lo más sensato, lógico y adecuado para el país, que evidentemente no está sucediendo?
El motivo central son vanas argucias políticas, más la discordia en “pensiones”, y no debería ser así. Por un lado, la mayoría de salvadoreños trabaja en la informalidad, por otro lado, se subestiman los costos políticos y económicos, que conllevará una ruptura con las AFP. Es al revés: un sistema de pensiones que logre sus objetivos bajo una adecuada regulación libera y mejora las finanzas públicas, y debilitarlo cosecha más tempestad.
Ideológicamente esto no se entiende así, se culpa al pasado y no se llega a nada. La posición es realizar un impago selectivo, porque aun habiendo propuestas de refinanciamiento y alargamiento de plazos, la falta de pago recae en el fondo de pensiones. Es esa parte la que el año pasado se intentó sufragar pagando CIP con más CIP, evitando pagarlas. Es esa parte la que no se incluye en el presupuesto, poniendo solo $1,000. Es esa parte la que no se paga, llevando a una mayor caída en la calificación de riesgo del país, con lo cual no solo se perjudican las pensiones, sino que al valor de las inversiones en bonos nacionales, afectando todas las obligaciones, tanto públicas como privadas, es decir, se impacta gravemente degradándolo todo.
También, aprobar inconstitucionalmente, de manera fragmentada, el presupuesto, sin pensiones, es caer en un espejismo. Cuatro meses después se desata esta tormenta porque se salta un difícil requisito político, pero de gran valor para la gobernabilidad, que solo puede provenir de un liderazgo que aglutine, que proviene de incluirlo y discutirlo todo, coadyuvando a que el país tenga rumbo.
Las dificultades están en el Gobierno, no en el partido de Gobierno. Es el Gobierno el que tiene la responsabilidad y el problema. La oposición debe discutir sus puntos de vista, ante el Gobierno y la sociedad, tantas veces como sea necesario.
Las opciones en el corto plazo están en no detener este intercambio, donde debería surgir un liderazgo con la sabiduría de saber las posiciones y recobrar el camino, discerniendo cuándo cambiar, posponer o hacer valer una posición, por parte, en mayor medida del Gobierno, con la cuota de respuesta del otro lado, recuperando el entendimiento.