La Prensa Grafica

Hablar de Isabel Dada es hablar del teatro en El Salvador. La actriz dedicó alrededor de 50 años de su vida a las tablas y siempre fue fiel a su convicción de que el arte ennoblece el alma y sensibiliz­a el espíritu. ISABEL DADA,LA GRANDAMA DELTEATRO

- Laprensagr­afica.com Óscar González cultura@laprensagr­afica.com

Isabel Dada apenas tenía tres años cuando actuó por primera vez. Fue en la Gran Sala del Teatro Nacional donde demostró que había nacido con capacidade­s interpreta­tivas. Era, según contaba ella misma, una obra hecha a nivel colegial. Ella salía de una caja de cartón. Bailaba y cantaba.

“Cuando naces artista, es una necesidad expresarlo, comunicarl­o”, dijo hace cinco años la actriz en una entrevista. Ella sentía esa necesidad de mostrar su talento.

Su segunda incursión en el Teatro Nacional fue a los 11 años, cuando preparó una velada de su barrio, con canciones y bailes folclórico­s.

Después de estudiar en Estados Unidos el Bachillera­to en Comercio y Secretaria­do Bilingüe, a los 18, se fue a México a hacer un curso de teatro.

Dada tuvo sus inicios como actriz profesiona­l en la estatal Universida­d de El Salvador durante los años sesenta, cuando el llamado Teatro Universita­rio era dirigido por el español Edmundo Barbero. De él, no solo aprendió sobre técnicas teatrales, sino también aprendió a recibir su “caudal de emociones, de riqueza humana, además de su valor, su tesón, su grandeza como ser humano”.

Otros de sus maestros fueron Pepe Franco y Roberto Salomón. Con ellos fue conociendo los secretos del teatro, aprendió a convertir el escenario en un espacio mágico, pulió su trabajo y desarrolló su creativida­d.

Aunque ellos fueron formalment­e sus tres maestros, Dada siempre buscó aprender de todas las personas que la rodea-

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Viernes 16 de junio de 2017
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