LARGO CAMINO PARA AUDIENCIA Y BENDICIÓN
El papa Francisco estuvo ayer en la audiencia donde centenares de personas esperan su bendición. Hay filas eternas, calor y mucha seguridad.
El camino hacia la audiencia general del papa los miércoles es tortuoso. Antes de las 7 de la mañana las colas dan vueltas por al menos cuatro puntos de acceso a la Plaza de San Pedro. No es un día normal, la seguridad es más rigurosa, los apretujones más constantes, el control en los accesos más engorroso y demorado. Aquí los últimos no serán los primeros, serán los últimos, los que madrugaron tendrán unas sillas más cercanas a la explanada, lugar desde donde el pontífice dice su mensaje y da la bendición final del acto. tán formados y no exactamente en una fila india, hay hasta tres y cuatro personas a la par peleando un lugar, sobre todo a la zona más próxima de los controles de seguridad.
Aproximadamente a las 7:45 inicia el rigor de los chequeos, cámaras, tabletas, teléfonos, cinchos, monedas, todos para la canasta; una vez pasado el detector de metales una prueba singular de habilidad comienza: hay que tomar todas las cosas que pasaron rayos X y comenzar la carrera a las primeras filas, pues detrás vienen los otros e igualmente los que cruzaron primero los otros puntos de chequeo. El cincho, para los que usan, es el peor obstáculo,
Madrugaron, sí, pero tampoco serán los verdaderos primeros, son los segundos, antes de ellos ya están colocadas varias filas reservadas para diferentes delegaciones que visitan la Santa Sede. Sombreros, sombrillas, ropa cómoda, banderas y mucha agua son los distintivos más comunes en la reunión. Muchos de los visitantes llevan un agregado particular: bolsas donde llevan los objetos con simbolismo cristiano para que sean bendecidos por el pontífice.
No son las 7 todavía y un hombre, el primero de la fila, le dice a uno de los vigilantes, en perfecto español, “abra ya”. El encargado de seguridad no contesta, sigue serio detrás de unas bardas de metal, de las que una será removida más tarde para dar el acceso a los peregrinos, unos, y a los turistas, otros.
El hombre al frente de la cola dice que se llama Carlos, es de Guatemala, asegura que llegó casi a las 5 de la mañana, que fue directo a colocarse ahí. Explica que la gente divaga y se va a colocar a la fila hasta más tarde; sin embargo, a las 7 de mañana es-