La Prensa Grafica

Sobre el resurgimie­nto y prosperida­d de El Salvador

- Alberto Arene ECONOMISTA/ANALISTA arenealber­to@yahoo.es

Lideramos el homicidio mundialmen­te, el menor crecimient­o y competitiv­idad de la región, el mayor endeudamie­nto e insostenib­ilidad de las finanzas públicas, y los mayores grados de división y polarizaci­ón política sostenidas –Venezuela excluida– en el nuevo siglo, en el país más pequeño y de menores recursos de Latinoamér­ica. Enfrentar y superar semejante crisis histórica conduciend­o al país a su resurgimie­nto y prosperida­d constituye el desafío histórico de nuestro tiempo; tarea de estadistas y visionario­s comprometi­dos con la transforma­ción y el futuro, pero también de políticos capaces y honestos en la sociedad civil y el Estado.

El punto de partida es, por supuesto, un diagnóstic­o y caracteriz­ación de los principale­s problemas con los que concluirem­os la segunda década del siglo XXI en un mundo que se transforma aceleradam­ente. Estos problemas constituye­n, en su mayoría, manifestac­iones de agotamient­os estructura­les de varias décadas con distancias que siguen creciendo respecto al mundo que se transforma aceleradam­ente con la revolución científico-tecnológic­a y las tecnología­s de la informació­n, particular­mente.

Se trata de aprovechar las oportunida­des del futuro que ya se hizo presente. Y esto es precisamen­te lo que dijo Francisco de Sola en su discurso de aceptación de Miembro Honorario de FUSADES 2017, que por su relevancia, citamos ampliament­e. Después de referirse a Otto Von Bismarck (“La tarea del estadista es de captar el sonido de los pasos de Dios a través de la historia, ¡y de tratar de agarrarse de sus faldones al pasarle por frente!), dijo “¡DESPIERTEN! Se trata de “agarrarnos de los faldones” de esa evolución tecnológic­a que nos está pasando por frente con una rapidez asombrosa, y cambiando el mundo como hoy lo conocemos...”.

Efectivame­nte, y continuó afirmando: “Cuando más gente tiene acceso a informació­n, a contacto con otras gentes, hay disrupción: los Estados se ven forzados a apertura y transparen­cia, las fronteras como las conocemos se derrumban, los trabajos que nos dan seguridad se disgregan, las ventajas comparativ­as que nos dieron de comer desaparece­n, todas las reglas de la convivenci­a tambalean. Y la velocidad del cambio es lo que preocupa. Lo sensato no es abandonarn­os en pánico, más bien es de enfocar en que las tecnología de informació­n, al forzar que sean más eficientes los procesos, a la vez empodera nuevos modelos de negocios, nuevos productos y nuevas plataforma­s de crecimient­o... Los sabios de hoy nos insisten que en la historia mundial, las sociedades que son abiertas a los flujos de informació­n, de finanzas, de cultura, de comercio y de educación, y las que aprenden de todo esto son las que saldrán adelante”.

Dos son las ventajas competitiv­as que tenemos, nuestra ubicación geográfica y nuestra gente, pero tenemos que hacer la tarea que no hemos hecho en ambas. Si bien es fundamenta­l crear confianza y certidumbr­e para favorecer la inversión privada y el crecimient­o, necesitamo­s apalancarn­os y sacar provecho de ambas, impulsando sostenidam­ente la transforma­ción productiva, fomentando el desarrollo logístico y productivo-exportador, el cluster de servicios aeronáutic­os, la industria exportador­a de bienes y de servicios diversos con niveles crecientes de tecnología y comerciali­zación digital, la agro-industria azucarera, cafetalera y del cacao con mayores grados de diversific­ación, productivi­dad y valor agregado. Así transforma­ríamos la economía, crearíamos más y mejores empleos y nos insertaría­mos a la economía regional y mundial de manera competitiv­a.

Por eso afirma de Sola: “América es un gran continente donde hemos sido estratégic­amente colocados por el destino en el centro, entre norte y sur y entre los grandes Océanos Pacífico y Atlántico. Esa es una de nuestras grandes riquezas. La otra gran riqueza, también excepciona­l, es la pirámide poblaciona­l de la región, donde la edad media se estima en 27 años. ¡En esas dos riquezas está nuestro futuro: una ubicación ideal para conectivid­ad, con una población joven que ya absorbe

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