En relación con la crisis fiscal existente, se sigue hablando de lo ya sabido pero sin pasar de las palabras a los hechos
Los principales cooperantes internacionales de El Salvador en la ruta hacia la sostenibilidad y el desarrollo se han reunido nuevamente en nuestro país para enfocar la crisis fiscal que nos afecta tan profundamente, con el fin de hacer reflexiones conjuntas que conduzcan a recomendaciones precisas. Los representantes diplomáticos y los representantes de agencias internacionales y organismos multilaterales han reiterado, en primer término, su preocupación por el estado en que se encuentran las finanzas públicas y su interés en promover y apoyar dinámicas que conduzcan a soluciones reales de los problemas que están en juego. Lo primero que resalta es esa preocupación a la que hacemos referencia, porque el caso salvadoreño en este punto se ha venido complicando cada vez más, lo cual dificulta los tratamientos factibles y distancia los desenlaces seguros.
Hay que destacar de entrada que esta problemática viene haciéndose sentir en el curso del tiempo; y como es natural cuando las cosas se dejan estar sin aplicar correctivos oportunos ni potenciar ejercicios saludables, lo que en un momento se pudo resolver con medidas normales luego va a requerir esfuerzos extraordinarios. Estamos justamente en tal situación, y por ello se hace cada vez más claro que los dizque remedios coyunturales –como más endeudamiento o la búsqueda atolondrada de recursos para evitar otro impago en lo tocante a la obligación del Estado en el tema de pensiones– no sólo no producen resultados sustentables sino que tienden a agregar nudos a los ya existentes.
En su reunión los cooperantes hablaron de la necesidad de que el Estado cuente con los recursos necesarios para asegurar el desarrollo en avanzada. Y, como siempre, la cuestión básica consiste en garantizar de manera responsable y eficiente que el flujo de dichos recursos sea no sólo real sino realista, no sólo suficiente sino consistente. Para que haya más disponibilidad se ha hablado de aumentar impuestos, de reforma del sistema de pensiones y de acuerdo fiscal, entre otros asuntos. Todo ello tiene dificultades propias.
En este momento, el aumento de impuestos genera grandes reservas y rechazos, porque hay toda una batería de cargas impositivas impulsadas en años muy recientes, y la población ya no resiste más. En cuanto a la reforma previsional, hay varias propuestas sobre el tapete, y lo que habría que hacer es enfocar este tema con la trascendencia que tiene sobre todo para la ciudadanía, y no focalizarlo en allegarle fondos al Estado para que pueda cumplir sus obligaciones. En cuanto al acuerdo fiscal, es un reclamo generalizado, que enfatizan los cooperantes; y ahí la dificultad mayor está en la resistencia de los actores políticos a entrar en fase de entendimientos constructivos, sobre todo cuando la competencia electoral ya está en acción.
Pero la urgencia tiene su propia lógica, y de inmediato se tendría que emprender un ejercicio serio en pro de habilitar la dinámica del consenso. Tiene que ser una tarea que se salga del constante alboroto publicitario en el que han estado sumergidas las fuerzas políticas; en otras palabras, lo que se requiere es inteligencia fina y determinación lúcida, para que la plataforma del consenso esté fuera de las trifulcas que estallan a diario. Sólo en esa forma se podrá ir delineando una estrategia que haga posible que el país entre en conjunto en la ruta edificante, en estos puntos antes señalados y en otros que merezcan igual consideración.
ESTAMOS JUSTAMENTE EN TAL SITUACIÓN, Y POR ELLO SE HACE CADA VEZ MÁS CLARO QUE LOS DIZQUE REMEDIOS COYUNTURALES –COMO MÁS ENDEUDAMIENTO O LA BÚSQUEDA ATOLONDRADA DE RECURSOS PARA EVITAR OTRO IMPAGO EN LO TOCANTE A LA OBLIGACIÓN DEL ESTADO EN EL TEMA DE PENSIONES– NO SÓLO NO PRODUCEN RESULTADOS SUSTENTABLES SINO QUE TIENDEN A AGREGAR NUDOS A LOS YA EXISTENTES.