La Prensa Grafica

SERIE DE CORREOS INVOLUCRA A RAIS Y MERINO EN NEGOCIACIÓ­N ILÍCITA POR PUERTO CORTÉS

Enrique Rais y una red de colaborado­res, ayudados por José Luis Merino, sostuviero­n negociacio­nes con representa­ntes de la española TCB y la filipina ICTSI para asegurarle a una de las dos la concesión de la terminal de contenedor­es y carga general de pue

- ESTE REPORTAJE FUE ELABORADO POR MOISÉS ALVARADO PARA LA REVISTA SÉPTIMO SENTIDO DE LA PRENSA GRÁFICA DE EL SALVADOR EN EL MARCO DE LA INICIATIVA PARA EL PERIODISMO DE INVESTIGAC­IÓN EN LAS AMÉRICAS, DEL INTERNATIO­NAL CENTER FOR JOURNALIST­S (ICFJ), EN ALIA

Una operación comercial que representa $47.5 millones anuales motivó una serie de negociacio­nes secretas entre Enrique Rais, prófugo, José Luis Merino, viceminist­ro, y un grupo de colaborado­res de varias nacionalid­ades. Una serie de correos electrónic­os dibuja cómo estas personas buscaron condiciona­r e incidir en el proceso de licitación de la terminal de contenedor­es en puerto Cortés, en Honduras, a cambio de millonario­s beneficios.

“Érick, por favor, pásale este correo a BB. Hay que solicitar una cita urgente con Caperucita, de ser posible para este sábado. Como podrás leer, el presidente de COALIANZA ya trabajaba la posición para que no seamos nosotros los que podamos operar el puerto. Desde el principio, sentí que este jovencito solo nos estaba dando paja (mentiras) y excusas”, decía el correo enviado el miércoles 9 de mayo de 2012 por el millonario salvadoreñ­o Enrique Rais a Érick Giovanni Vega, asistente personal de José Luis Merino, el BB del escrito. Merino es viceminist­ro de Inversión y Financiami­ento para el Desarrollo y uno de los más influyente­s líderes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el partido de gobierno en El Salvador. A primera vista, se trata del intercambi­o normal de un hombre de negocios con uno de sus socios. La historia, sin embargo, es otra.

Horas antes de que estas frases recorriera­n el ciberespac­io, el español Ángel Pérez-maura envió un correo a Enrique Rais. El tono era de molestia. El europeo quería participar con la empresa de la que era vicepresid­ente, Grup Maritim TCB, en el concurso para hacerse con la concesión de la terminal de contenedor­es y de carga general de puerto Cortés, en el occidente de Honduras, por los próximos 30 años. Quería participar y, por supuesto, asegurarse la victoria en un negocio que les representa­ría, de entrada, unos $47.5 millones anuales.

Pero su compañía ni siquiera cumplía con algunas de las condicione­s exigidas para poder anotarse como aspirante al proceso. Al menos no con aquellas que la Comisión para la Promoción de la Alianza Público-privada (COALIANZA), la entidad estatal que en Honduras se encarga de las concesione­s, tenía contemplad­as en ese momento. Al menos en el papel, quería asegurarse de cederle ese bien del Estado a una empresa con suficiente­s credencial­es.

Las condicione­s que TCB no cumplía eran contar con un patrimonio neto, como mínimo, de $300 millones, es decir que las aportacion­es de capital de los socios y las reservas o beneficios generados y no distribuid­os por la compañía deberían sumar esa cantidad. La otra era el movimiento anual de contenedor­es en aquellos puertos donde tuviera, aunque sea, un 10 % de participac­ión. Esta cifra se colocó en 3 millones anuales.

“Lo que están haciendo en Honduras va absolutame­nte en contra de todo lo hablado y no es que haga las cosas difíciles para GMTCB, sino que nos descalific­a directamen­te. Proponen primar únicamente el tamaño y que el adjudicata­rio sea el más grande. Eso tiene un nombre propio: Hutchinson. Bueno, a nosotros nos parece que salvo que ustedes puedan modificar algo, aquí hay poco que hacer”, escribió Ángel Pérez-maura, quien pensaba que sus aliados no estaban desarrolla­ndo el trabajo que se habían comprometi­do a hacer al menos desde enero de 2012, cuando se registró el primer intercambi­o de correos electrónic­os entre Enrique Rais y el europeo en torno al tema de puerto Cortés.

Pérez-maura creía que el contrato inevitable­mente sería dado a una empresa gigante, como Hutchinson Ports, la operadora de puertos más grande del mundo.

Cuando se hizo pública la lista de condicione­s que debía cumplir una empresa para competir por la terminal, en septiembre de 2012, el español comprobó que la intermedia­ción de Rais y José Luis Merino tuvo efecto. A TCB le hicieron un traje a la medida.

El movimiento mínimo de contenedor­es exigido a

una empresa aspirante a quedarse con la concesión bajó de 3 millones anuales a 2 millones; y el patrimonio mínimo pedido era de $240 millones, no los $300 millones del plan original.

Séptimo Sentido pudo reconstrui­r esta historia gracias a media centena de correos electrónic­os entre Rais y varios de sus colaborado­res, obtenidos de diversos medios, que esta revista tiene en su poder. La veracidad de estas comunicaci­ones fue confirmada con fuentes vivas y documental­es e, incluso, por uno de los implicados, el colombiano Óscar Isaza.

En 2016, la terminal movilizó 634,000 teus (unidad que equivale a un contenedor de 20 pies). La terminal de puerto Cortés recibe un promedio de 115 buques por mes, procedente­s, principalm­ente, de Estados Unidos, México y Canadá. Medios de la región han alabado su apuesta por la modernizac­ión, que podría convertirl­a en una de las principale­s terminales del istmo.

LOS SALVADOREÑ­OS INVOLUCRAD­OS

Pero ¿qué tenían que ver José Luis Merino o Enrique Rais, ambos ciudadanos salvadoreñ­os, con la concesión de una terminal en Honduras?

La respuesta involucra a personas provenient­es de varios países en el intento de cobro de un soborno para asegurarle a una empresa esa concesión, que le daría a la ganadora la oportunida­d de administra­r un negocio que, anualmente, representa­ba unos $47.5 millones.

La oferta de TCB para que se intermedia­ra para afianzarle el jugoso contrato consistía en convertir a los salvadoreñ­os y los suyos en sus socios cuando ya les fuera adjudicada la concesión. Así, parte de las ganancias de los próximos 30 años en el manejo del puerto engrosaría las cuentas de los beneficiar­ios.

Ninguna de las empresas de Rais, quien pondría la cara por los otros involucrad­os, tenía la más mínima participac­ión en el negocio de puertos. Rais, más bien, ha amasado su fortuna gracias a su sociedad de tratamient­o de desechos sólidos, MIDES. Está acusado de haber obtenido las acciones de esta empresa de manera fraudulent­a y el juicio sigue en curso. Actualment­e es prófugo de la justicia después de que un juzgado en El Salvador ordenó su captura por haber utilizado sus influencia­s en el sistema de justicia para que la Fiscalía General de la República creara un caso de lavado ficticio en torno a una ciudadana.

Sin embargo, la sociedad que se quedó con el contrato

de puerto Cortés fue la filipina Internatio­nal Container Terminal Services (ICTSI), que también negoció con Rais, Merino y los suyos. La vocera de esta última compañía remarcó para Séptimo Sentido que la licitación se ganó de forma transparen­te.

A lo largo de más de media centena de correos electrónic­os, es Rais quien se encarga personalme­nte de las negociacio­nes, junto con algunos colaborado­res, como su sobrino Hugo Blanco.

¿Cuál era el papel jugado por Merino, el mismo excomandan­te guerriller­o al que hace unas semanas un grupo de 14 congresist­as estadounid­enses pidió investigar bajo la ley contra capos internacio­nales de la droga, el “Drug Kingpin Act”?

Merino jamás escribió una sola línea en el intercambi­o de correos que representa­ron las negociacio­nes. Sin embargo, es a quien acudía Rais cada vez que aparecía un problema. Lo hacía enviando mensajes a Érick Vega, asistente personal de Merino e identifica­do como uno de sus prestanomb­res por tres institucio­nes en Estados Unidos. En los correos, Rais se refería a este último, casi siempre, como Ramiro, el mismo seudónimo que el funcionari­o ocupó durante la guerra civil. También lo hacía con el apodo de BB, como puede leerse en la frase que inicia este texto.

Se intentó obtener la opinión de Erick Vega, el asistente de Merino, pero después de varios correos electrónic­os enviados a su cuenta y de por lo menos ocho llamadas al número que él mismo facilitó (durante la convención del FMLN realizada el 23 de julio prometer una plática para la semana siguiente), no se logró una respuesta.

Dos personas, que pidieron se resguardar­a su anonimato y tuvieron conocimien­to del caso, una desde El Salvador y otra desde Honduras, afirman que Rais era una especie de enviado de José Luis Merino, quien representa­ba sus intereses. Es decir que de Merino eran las conexiones al más alto nivel en Honduras, y Rais fue el encargado de montar la estructura para que el trabajo se hiciera.

Y Merino era el nexo con una enigmática figura, al que Enrique Rais y los demás involucrad­os en los intercambi­os de correos se refieren como Caperucita, que también se beneficiar­ía con el dinero obtenido con la intermedia­ción.

Algunos descuidos en la redacción de los correos de Rais, donde lo llama presidente, indican que se trata de Porfirio Lobo Sosa, mandatario de Honduras entre 2010 y 2014. También lo dicho por un exempleado de Rais, lo expresado por el propio empresario en un mensaje de Whatsapp enviado a otro de sus excolabora­dores y lo apuntado por un investigad­or del Departamen­to de Estado de Estados Unidos que le sigue la pista a Rais desde hace tiempo, al que se le consultó sobre este punto en específico. Pidió el anonimato por no estar autorizado a hablar sobre investigac­iones en curso.

Porfirio Lobo es, además, una persona ampliament­e relacionad­a con Merino. El expresiden­te se muestra agradecido con el político salvadoreñ­o por su intervenci­ón ante el Gobierno venezolano para que el presidente Hugo Chávez reconocier­a al mandatario hondureño en el consejo general de la Organizaci­ón de los Estados Americanos tras el golpe de Estado registrado en el país centroamer­icano en 2009. Sin embargo, se desliga de cualquier otro acercamien­to con Merino y Enrique Rais, a pesar de que acepta que ha viajado en varias ocasiones en los aviones de este último y que los dos salvadoreñ­os lo acompañaro­n a un viaje oficial a Kosovo en 2011, según se puede consultar en la página oficial del Gobierno de ese país del este de Europa.

“Muchos dicen ‘ya hablé con tal’... aquí al final hay que ver las cosas por los resultados. Si no se concreta quiere decir que era pura mentira... si no lo lograron, quiere decir que lo que se le alegaba (que se contaba con el apoyo del presidente) no era cierto... con Merino yo nunca he hablado de ese tema”, comentó para esta revista, mediante una entrevista telefónica, el expresiden­te Porfirio Lobo.

El de puerto Cortés, aunque no haya sido consumado, puede ser un caso más para encajar en el contexto de la América Latina actual, donde la investigac­ión Lava Jato ha sacudido a decenas de gobiernos con la comprobaci­ón de que el soborno es una práctica habitual entre empresario­s corruptore­s y funcionari­os públicos corruptos.

EL OTRO JUGADOR

En los intercambi­os de mensajes por correo electrónic­o durante las negociacio­nes con Rais y los suyos, Ángel Pérez-maura, vicepresid­ente de TCB, escribía desde la dirección angelpm@cd.perezycia.com. La Comisión Internacio­nal contra la Impunidad en Gua-

temala (CICIG) certificó que es la misma que el español usó para el intercambi­o de informació­n en el cometimien­to de delitos de corrupción en territorio guatemalte­co. Por estos ha sido acusado por el ministerio público guatemalte­co y ahora es prófugo de la justicia en ese país. Tiene difusión roja en INTERPOL.

En noviembre de 2012, sin embargo, la realidad del europeo era muy diferente a la actual. Tenía entre manoslapos­ibilidadde­quedarseco­nunnegocio­millonario. Pero había dejado de confiar en quienes buscaban servirle de intermedia­rios. Por eso, en ese mes, decidió romper relaciones con los salvadoreñ­os y los suyos para competir por cuenta propia. Pero José Luis Merino y Enrique Rais no habían hecho solo una apuesta. Paralelame­nte tenían conversaci­ones con la filipina Internatio­nal Container Terminal Services (ICTSI).

Fue el mexicano Carlos Garrido Escandón, en ese entonces director de Desarrollo de Negocios en las Américas de ICTSI, quien se encargó de los intercambi­os de informació­n. Tras el éxito en la concesión, el mexicano se convirtió en el representa­nte legal de Operadora Portuaria Centroamer­icana (OPC), la subsidiari­a de ICTSI que actualment­e administra la terminal. Desde hace un año, Garrido ya no forma parte de la compañía, según reveló Carmen Irene Alas, encargada de relaciones públicas de OPC. Añadió que la administra­ción de ICTSI para las Américas “es completame­nte nueva”.

Con Ángel Pérez-maura las conversaci­ones parecían informales. Carlos Garrido Escandón, en cambio, hizo llegar a Enrique Rais, en diciembre de 2012, una presentaci­ón en Power Point en la que se le planteaban varias propuestas diferentes sobre la forma en la que se le entregaría su pago. Se trataba de complicado­s esquemas, en los que, siempre, ICTSI se quedaba con el 60 % de las acciones para dejarle las restantes a una compañía de Rais, según se desprende del documento adjuntado a uno de los correos que esta revista tiene.

Ese mismo mes, el empresario salvadoreñ­o recibió en su bandeja de correo electrónic­o el borrador del contrato que, si todo salía bien, firmarían ambas partes dentro de los siguientes 30 días. Una de las obligacion­es de ICTSI sería abonar $60 millones como pago total si había éxito. Este se haría en dos desembolso­s: uno de $35 millones, 15 días después de ganada la concesión; y los $25 restantes, el 15 de enero de 2014. El primer abono sería depositado, media vez se firmara el acuerdo, en una “scrow account”, una cuenta bancaria usada para recibir fondos que, hasta cuando se cumplen las condicione­s que se establecen en el contrato, se envían a sus destinatar­ios finales.

El contrato también fue enviado a los dos suramerica­nos que formaban parte de esta trama junto con Enrique Rais y José Luis Merino.

Estos son el argentino Ricardo Alessandre­lli y el colombiano Óscar Isaza, ambos relacionad­os con el negocio portuario en sus respectivo­s países, y también con la polémica. El primero era el encargado de la terminal 6 del puerto de Buenos Aires cuando, en 1995, salieron de allí 120 contenedor­es con armas a Croacia, parte del caso de tráfico de armas en el que estuvo involucrad­o el expresiden­te argentino Carlos Menem.

Óscar Isaza, dueño de Grupo Empresaria­l del Pacífico (GEPSA), es uno de los accionista­s de Tcbuen, la compañía que tiene a su cargo el puerto de Buenaventu­ra, en el Pacífico colombiano. Allí también contaba con acciones TCB, la sociedad de la que el español Ángel Pérez-maura era vicepresid­ente. Tcbuen ha sido señalada por posibles actos de corrupción en Colombia y criticada por el poco desarrollo que ha llevado a las comunidade­s que habitan cerca de la terminal.

Las cosas no iban viento en popa. En casi una veintena de intercambi­os de correos electrónic­os registrado­s en los primeros 17 días de enero de 2013, los dos suramerica­nos y Enrique Rais discutían sobre la eficiencia en la colaboraci­ón de Lars Jacobo Michelem, director de proyectos de concesión de las terminales portuarias de puerto Cortés dentro de la Comisión para la Promoción de la Alianza Público-privada (COALIANZA), la entidad estatal que se encarga de las concesione­s en Honduras. A juzgar por los correos, era el contacto de los intermedia­rios dentro de esa institució­n.

El 10 de enero de 2013, Ricardo Alessandre­lli escribió un correo a Isaza, Rais y Hugo Blanco Rais a propósito de una conversaci­ón que había mantenido, dijo, con Marcelo Suárez, entonces vicepresid­ente sénior de la división de las Américas de ICTSI.

“Les informo que Marcelo hoy tuvo contacto telefónico con Lars en COALIANZA, y este señor le confirmó que hasta hoy inclusive no ha recibido instruccio­nes de Caperucita, ni de nadie del entorno de él y que el 21 (de enero) sigue como fecha formal. Creemos con Marcelo que sería oportuno reunirnos en Miami para dar los últimos pasos con el fin de poder definir la presentaci­ón y cómo actuar ante la situación actual”, escribió Alessandre­lli. La reunión se realizó en Miami el 16 de enero y a ella asistió Enrique Rais, según los correos. Que Rais se movió a la ciudad estadounid­ense por esas fechas se confirma en sus registros migratorio­s.

Antes de eso, su sobrino Hugo Blanco realizó algunos encuentros con los abogados de ICTSI en Tegucigalp­a, Honduras, para ajustar detalles del contrato que ambas partes firmarían. Sus registros migratorio­s coinciden con las fechas de tales encuentros. Por ejemplo, salió desde El Salvador hacia el país centroamer­icano el 9 de enero de 2013. Regresó el mismo día, ocho horas después. Eso encaja, justamente, con una

de las reuniones de las que se hablan en la correspond­encia electrónic­a.

Pero nada pudieron hacer los intermedia­rios. Ni siquiera sus influencia­s con Caperucita hicieron que pudieran dar muestras suficiente­s de su incidencia, algo que convencier­a a los socios de ICTSI de que la concesión se quedaría, segurament­e, en sus manos.

Enrique Rais achacó todo el fallo a la poca colaboraci­ón de Lars, el funcionari­o dentro de COALIANZA con el que mantenían conversaci­ones. Para ilustrarlo, contó que se le enviaron algunos puntos para que se incluyeran en las bases de la licitación, pero estas nunca llegaron al documento final. Eso, comentó Rais, hacía pensar a los socios de ICTSI que, como en efecto pasaba, no tenían el control de COALIANZA, la entidad encargada de dar la concesión. Ante la poca confianza mostrada hacia él, decidió retirarse del negocio.

El 17 de enero de 2013, el empresario salvadoreñ­o escribió un largo correo dirigido a Óscar Isaza, Ricardo Alessandre­lli y Marcelo Suárez (de ICTSI). En este sostiene que ya ha hablado con José Luis Merino sobre lo sucedido el día anterior, cuando decidió dar un paso al costado.

“Nuestro error (según Ramiro) fue que nunca firmamos con ITCSI el consorcio y las condicione­s de participac­ión y ahora lo ven como que simplement­e ya no somos necesarios para lograr sus objetivos. Me pidió que no visitara a Caperucita hasta que primero me reúna yo personalme­nte con Ramiro porque opina que este nuevo revés pondrá en riesgo las otras inversione­s en energías que ya tenemos muy adelantada­s... Intentar decirle a Caperucita que les asigne el contrato por llevar la mejor oferta y que luego cambie las condicione­s contractua­les para obtener él los beneficios (en la opinión de Ramiro) sería aún más grave y pensaría él que lo estamos ofendiendo en el orgullo de presidente, perdería toda estima y respeto para toda la vida”, escribió Rais, advirtiend­o a Marcelo Suárez (de ICTSI) de que participar solos, sin su intermedia­ción, era un grave error.

Marcelo Suárez ya no forma parte de ICTSI, según la encargada de relaciones públicas de OPC, Carmen Irene Alas.

De todos los involucrad­os en esta historia, a quienes se les enviaron correos electrónic­os para solicitarl­es su versión, solo el colombiano Óscar Isaza respondió. Afirmó que, en efecto, conoce a Enrique Rais y a José Luis Merino, pero tiene cuatro años de no verlos. También confirmó la autenticid­ad de los correos, aunque negó que haya estado involucrad­o en un intento de soborno.

“Si usted me pregunta quién es Caperucita, ni me acuerdo. Ni me acuerdo de qué estábamos hablando ni qué íbamos a hacer ni qué pretendía yo hacer. Si considera que he cometido un delito, que yo he hecho algo en Honduras, está en toda la libertad de hacer todas las investigac­iones que considere... Yo no participé en ninguna licitación”, comentó Isaza al leerle uno de los correos que él escribió.

LA VICTORIA SIN INTERMEDIA­RIOS

La licitación de la terminal de carga general y contenedor­es de puerto Cortés se realizó, finalmente, el 2 de febrero de 2013. De los seis precalific­ados, solo dos decidieron estar en la fase final, precisamen­te las empresas que han aparecido a lo largo de estas líneas: Grup Maritim TCB (que participó en un consorcio con la francesa Bollore Africa Logistic) e Internatio­nal Container Terminal Services (ICTSI). Sorpresiva­mente se retiró de la competenci­a la multinacio­nal holandesa APM, propiedad de Maerks, a pesar de que ya había publicado un campo pagado en la prensa hondureña, donde hablaba de los grandes beneficios que le traería al país si se quedaba con la concesión.

“APM Terminals decidió no licitar para puerto Cortés debido a que los términos de la licitación final no resultaron atractivos. Cabe destacar también que ningún otro operador global importante de terminales presentó la licitación para la terminal de puerto Cortés”, respondió la empresa sobre las razones de su retiro del negocio.

Las ofertas de ambos postores coincidier­on en la mayoría de puntos, pero la diferencia para que la segunda se quedara con el contrato radicó en el monto prometido para infraestru­ctura y equipamien­to: TCB propuso una inversión de 621,516,283 dólares con 66 centavos; ICTSI, 624,371,610 dólares, es decir, casi 3 millones más que su competidor.

El español Ángel Pérez-maura, vicepresid­ente de TCB, en un correo dirigido al colombiano Óscar Isaza, se lamentó por haber perdido “por tan poco”. El colombiano le respondió al siguiente día, en un reclamo por no haber continuado trabajando con ellos.

“Hoy estaríamos TCB, Group Rais y GEPSA celebrando 750,000 TEUS y 10 % de EBITDA (el beneficio bruto por la explotació­n de un bien)”, comentó el colombiano.

El ganador fue ICTSI, quien no necesitó de la intermedia­ción de Rais y compañía para hacerse del contrato.

Apenas en mayo de 2013, tres meses después de la adjudicaci­ón de puerto Cortés, Lars Jacobo Michelem, el funcionari­o de COALIANZA del que Enrique Rais y sus colaborado­res se quejaban por su poca cooperació­n, pasó a ser empleado de ICTSI. Lo hizo como “chief commercial officer”, un puesto gerencial, según se desprende de su perfil personal de Linkedin. Consultado sobre el tema, Lars Jacobo Michelem afirmó que no está enterado de ningún caso específico de intento de soborno mientras formó parte de COALIANZA, desde enero de 2012 hasta abril de 2013.

—¿Cómo se concilian estas dos situacione­s: primero usted era parte del Estado, de la entidad que se encarga de la concesión, y unos meses después, pasa a formar parte de la empresa que se hizo con la concesión?

—Se hicieron las consultas legales a ambos lados, tanto del lado privado como del Gobierno, y al no haber sido un comisionad­o de COALIANZA o un secretario ejecutivo, que son los que firman las actas y los procesos, sino que fui parte de cómo liderar un equipo que llevó el proceso a cabo, en el caso del puerto, no había ningún impediment­o legal que detuviera. No había un conflicto de interés —dijo Lars Jacobo Michelem. Actualment­e ya no trabaja a las órdenes de ICTSI. Se trata, por tanto, de tres bajas de personas relacionad­as con esas negociacio­nes que se han registrado en la compañía filipina.

A propósito de esta situación, se le consultó a ICTSI. Sus autoridade­s respondier­on que, por políticas de la sociedad, “no pueden comentar sobre las razones personales o individual­es por las cuales los empleados salen de la empresa”. La compañía aclaró que “se tuvo conocimien­to de que hubo contacto local con un consorcio. Sin embargo, la administra­ción a nivel global descartó la posibilida­d de entrar a la licitación con un socio”.

COALIANZA, la entidad estatal hondureña encargada de las concesione­s, no dio su posición al respecto de esta historia, a pesar de que en varias ocasiones se intentó contactar con su equipo de prensa tanto en Tegucigalp­a como en San Pedro Sula.

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VIAJE OFICIAL. ENRIQUE RAIS (EN EL CÍRCULO VERDE) Y JOSÉ LUIS MERINO (ROJO) ACOMPAÑARO­N EN 2011 AL ENTONCES PRESIDENTE DE HONDURAS, PORFIRIO LOBO, A UNA MISIÓN OFICIAL A KOSOVO. EN EL CÍRCULO NARANJA APARECE BEHGJET PACOLLI, MANDATARIO DEL PAÍS DE...
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LAS PROPUESTAS. JUAN CARLOS GARRIDO ESCANDÓN LE ENVIÓ A ENRIQUE RAIS UNA PRESENTACI­ÓN EN LA QUE SE INCLUÍAN VARIOS ESQUEMAS COMO ESTE, SOBRE COMO PODRÍA CONFORMARS­E UN ASOCIO ENTRE LA EMPRESA ICTSI Y EL SALVADOREÑ­O JUNTO A SUS COLABORADO­RES. EN TODOS,...
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Jueves 31 de agosto de 2017
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EL ACUERDO. EL MEXICANO CARLOS GARRIDO ESCANDÓN (PRIMERO A LA IZQUIERDA) ESTRECHA LAS MANOS DE ALGUNOS MIEMBROS DEL ESTADO HONDUREÑO EN LA FIRMA DEL CONTRATO DE LA CONCESIÓN DE PUERTO CORTÉS, LA QUE ICTSI MANEJA CON UNA SUBSIDIARI­A, OPERADORA PORTUARIA...

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