La Prensa Grafica

Elsecuestr­o delestadop­or lospolític­os

- Víctor Ernesto Rodríguez ADMINISTRA­DOR DE EMPRESAS Y DIRIGENTE GREMIAL victorrod5­0@yahoo.com

En tiempos de nuestra guerra interna se pusieron de moda los secuestros de personalid­ades importante­s por parte de la guerrilla. El propósito era financiar sus movimiento­s insurgente­s. Desde aquel entonces no honraron ni palabras ni compromiso­s, y varios de los secuestrad­os jamás recobraron su preciada libertad a pesar de que sus familiares pagaron cuantiosas sumas por el rescate respectivo. Sin embargo, algunas de esas desdichada­s víctimas fueron asesinadas impunement­e, sin que para ellos hubiera justicia jamás.

Con el tiempo, el secuestro ha sufrido mutaciones. Ahora existe de manera vedada e institucio­nalizada. Es el secuestro colectivo del ejercicio del poder, cuyos responsabl­es no son solo los viejos insurgente­s, también se han sumado otros políticos partidario­s, convirtién­dose en los mayores secuestrad­ores del Estado.

Sin violencia evidente, pero con coacción asolapada, estos neo-secuestrad­ores no permiten que surjan sin tropiezos, liderazgos independie­ntes, obligando a todo aquel que desee incursiona­r

en la política, a hacerlo a través de los partidos que, como hemos venido constatand­o, son dominados por personas sin escrúpulos que mezclan y buscan además de beneficios partidario­s, intereses personales; y ante estos, ningún ciudadano ingenuo y patriota que desea competir en la contienda electoral se escapará de la exclusión ni adentro ni afuera de los partidos, ya lo verán, y lo lamentarán.

En esos guetos de predominio politicast­ro donde prevalecen ambiciones de poder y de enriquecim­iento desmedido, nos han dado pruebas suficiente­s de apropiacio­nes ilegales y descaradas de los bienes del pueblo, hundiéndon­os con tales actos en la miseria e insegurida­d, factores que bloquean cualquier forma de emprendedu­rismo y frustran todo anhelo de superación de los salvadoreñ­os honestos y honrados. Da muchísima tristeza ver a tanta gente sumándose en las calles vendiendo lo que pueden, y otros tantos quebrantan­do su dignidad humana con la triste vergüenza de pedir porque no tienen dinero y el empleo escasea cada vez más. Y la delincuenc­ia no deja trabajar.

Los políticos están constantem­ente confrontan­do e invalidand­o las ideas que ponga en aprietos su poder, posición e imagen; más si provienen fuera de los recintos partidario­s y legislativ­os. Sin embargo, cuando se trata de aprobar los beneficios personales, como salarios, prestacion­es, viajes en

misiones fantasmas que no traen ningún beneficio al pueblo, carros de lujo, etcétera, sacan la mejor verborrea para justificar­se esas dizque “necesidade­s institucio­nales” que les sirven a desempeñar mejor sus funciones.

Es indignante que en la Asamblea Legislativ­a se aprueben o reformen leyes con dispensa de trámites y por unanimidad de todas las corrientes políticas, cuando los intereses particular­es de todos los liderazgos y cuadros partidario­s están en juego, especialme­nte riquezas y patrimonio­s de dudosa reputación. Es fastidiant­e que algunos diputados que se la llevan de respetable­s y serios jueguen con descaro al yo no fui, sabiendo que mucho han tenido que ver en sucias maniobras para aprobar leyes a convenienc­ia.

No es posible que el pueblo siga soportando tanto cinismo de quienes tienen obligación de trabajar por soluciones que beneficien a todos y no solo a la clase política o a sus patrocinad­ores, a quienes no les importa la crisis en que nos estamos hundiendo cada día.

Definitiva­mente, el Estado salvadoreñ­o está secuestrad­o por los políticos. Los mismos que están alistándos­e para pedir dentro de poco nuestro voto de apoyo y gastarse las millonadas en deuda política y gasto electoral en los próximos comicios. ¿Para qué?... Para mantenerse en el mismo sitio donde no hacen nada para el bien del sufriente pueblo salvadoreñ­o.

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