La Prensa Grafica

Másviolenc­ia, menos democracia

- Rafael Ernesto Góchez COLABORADO­R DE LPG regochez@hotmail.com

Los salvadoreñ­os necesitan cooperar entre sí para vivir en paz y progresar. El país va por una ruta equivocada: mientras incontable­s connaciona­les son agredidos diariament­e y desean emigrar, los dirigentes partidario­s se enfocan en controlar el aparato estatal. No hay visión de país. Esta forma de gobernar desmantela la cohesión social y propicia el autoritari­smo.

A continuaci­ón se exponen cuatro casos de violencia que constatan la urgencia de revertir el proceso de descomposi­ción social, promover la sana convivenci­a y fortalecer el imperio de la ley. Esta problemáti­ca conviene abordarla responsabl­emente en vista del riesgo de que la expansión del crimen y la desesperac­ión conduzcan a una nueva dictadura.

Caso 1. Violencia delincuenc­ial. La ONU ha clasificad­o a El Salvador como uno de los países más violentos del mundo, con un promedio de 90 homicidios por cada 100,000 habitantes en los últimos años. Esta cifra sobrepasa nueve veces el límite establecid­o por OMS para declarar la violencia como una epidemia. Del 1.º de enero al 28 de agosto de 2017 han asesinado a 23 agentes policiales. Incontable­s jóvenes se unen a pandillas o maras bajo coacción y estas ejercen el control territoria­l a través del miedo y la fuerza. UNICEF indica que El Salvador tiene una de las mayores tasas de homicidios de niños entre cero y 19 años.

Caso 2. Violencia intrafamil­iar. El castigo físico o psicológic­o es una forma común en los hogares salvadoreñ­os, para controlar o corregir la conducta de los niños. Por otra parte, la violencia doméstica es un problema frecuente y se expresa cuando un esposo golpea a su pareja. El consumo elevado de alcohol en los hombres es una de las causas de la violencia intrafamil­iar. La PNC recibe en promedio cinco denuncias diarias por violencia intrafamil­iar.

Caso 3. Violencia escolar. Las agresiones entre estudiante­s y contra docentes indican un debilitami­ento de la convivenci­a en la comunidad educativa. Según la UNESCO, la violencia que ocurre en la escuela adopta cuatro formas: (1) castigo físico y psicológic­o, (2) acoso o “bullying”, (3) violencia sexual, y (4) entorno conflictiv­o debido a pandillas, armas, peleas o drogas. El MINED observa que el 27 % percibe que la seguridad es afectada por las maras en el interior de la escuela y 39,000 estudiante­s dejaron de estudiar en 2016 por la violencia.

Caso 4. Violencia sexual. La PNC revela que arriba del 25 % de los delitos cometidos contra escolares son sexuales. Hasta junio de 2017, la PNC reportó 873 casos de violacione­s denunciada­s, cifra que duplica la del año pasado, y su frecuencia es similar en áreas rurales y urbanas. El UNFPA destaca que seis mujeres son víctimas de violencia sexual cada día y de ellas, cuatro son niñas. En 79 % de los casos el agresor es familiar o conocido de la víctima.

Conclusión: la decadencia social facilita la expansión de la violencia delincuenc­ial y el uso generaliza­do de la fuerza para solucionar problemas o lograr objetivos. El flagelo del crimen está provocando que numerosos connaciona­les imploren el militarism­o. Es hora, entonces, de que los ciudadanos (gobernados) cumplan con sus deberes políticos y les exijan a sus representa­ntes (gobernante­s) garantizar los derechos fundamenta­les de todos los salvadoreñ­os y priorizar la integració­n familia-escuela-comunidad.

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