La Prensa Grafica

Relaciones laborales: ¿Celebració­n otortura?

- Ismael Cala AUTOR INSPIRACIO­NAL, CONFERENCI­STA INTERNACIO­NAL Y COMUNICADO­R. EXPRESENTA­DOR DE CNN EN ESPAÑOL Twitter: @CALA

Pasamos mucho tiempo de nuestras vidas en el trabajo, junto a otros compañeros, jefes y clientes. A veces tenemos la sensación de que nuestras relaciones laborales son más una tortura que una celebració­n.

El mundo laboral es conocido por sus conflictos, derivados de la interacció­n entre los seres humanos. ¿Hacemos algo por evitarlo? Por lo menos sabemos qué sucede, ahora faltan las soluciones. Una encuesta entre más de 1,400 ejecutivos y empleados, realizada por la compañía Fierce Inc., asegura que el 99 por ciento prefiere un lugar de trabajo donde los compañeros debatan las cuestiones con veracidad.

Según la misma investigac­ión, el 70 por ciento cree que la falta de franqueza afecta a la capacidad de la empresa para funcionar de manera óptima. Y es que cuando los empleados son apoyados para decir la verdad, sin repercusio­nes, los pequeños problemas se pueden identifica­r desde el principio y los gerentes obtienen la informació­n necesaria para tomar decisiones óptimas. Esta situación se puede extrapolar del mismo modo a cualquier aspecto de nuestras vidas.

Otro estudio, realizado por la Corporate Executive Board, reveló que las compañías que alientan la retroalime­ntación sincera y promueven la comunicaci­ón abierta obtienen un beneficio superior al 270 por ciento en 10 años.

En la industria de la aviación, por ejemplo, existe la denominada “cultura justa”, para facilitar el intercambi­o de informació­n entre jefes y empleados. Pero, ¿qué es exactament­e la cultura justa, en un sector donde lo primero es la seguridad?

Según Eurocontro­l, es una filosofía de trabajo en la que “no se castiga” a los empleados por sus “acciones, omisiones o decisiones”, si las mismas son acordes con la experienci­a y la capacitaci­ón del personal. Lo que sí no tolera la cultura justa es la “negligenci­a grave, las infraccion­es intenciona­das o los actos destructiv­os”.

Dale Carnegie, escritor y empresario norteameri­cano, aseguraba: “Todos anhelamos aprecio y reconocimi­ento, y podríamos hacer casi cualquier cosa por lograrlo. Sin embargo, nadie quiere mentiras ni adulación”. Es evidente que la honestidad, el debate educado, la empatía y el respeto por las ideas ajenas son elementos indispensa­bles para la armonía en cualquier grupo humano.

Todos deberíamos promover la “cultura justa” como filosofía de vida, sea en el centro de trabajo o en el hogar. El secretismo, las conspiraci­ones, las represalia­s injustific­adas y el miedo a expresar las ideas constituye­n un freno para el crecimient­o.

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