Cartas a María
Querida María:
Soy un hombre de 64 años con un gran remordimiento. Cuando era un estudiante de 15 años, me divertía mucho con algunos amigos haciéndoles bromas pesadas a otros muchachos y burlándome de ellos a sus espaldas, pero cuando un día una compañera oyó que me estaba riendo de ella y se dio vuelta para verme la cara, la expresión que le vi fue tan impactante que me di cuenta de que la había herido en lo más hondo. Después solo quería pedirle que me disculpara, pero no pude dar con ella. No se imagina cómo desearía poder retroceder el tiempo y borrar todas las cosas que dije e hice, y durante los últimos 49 años he tratado de enmendarme guardando a los demás el respeto que nunca le guardé a nadie. María, su columna es leída por muchísimas personas. Si por casualidad hubiera alguna que se acordara de un mal momento que yo lo hice pasar con mi irresponsable actitud de entonces, le ruego humildemente que por favor me perdone. Gracias por su gentil atención. Su afectísimo servidor
Querida lectora:
El contenido de su carta es una muestra muy clara del inmenso daño moral que puede ocasionar la costumbre irracional del “bullying” tanto en quien lo dirige como en quien lo recibe. Fíjese usted en lo mal que se siente después de tantos años. Pero su arrepentimiento es obvio y habrá de ayudarlo a salir de esa tremenda depresión; pídaselo a Dios. Él conoce que la juventud es muy proclive a cometer insensateces y, en nombre de aquellas personas a las que usted cree que un día hizo llorar, querrá perdonarlo. Estimados lectores: si desean que sus problemas salgan publicados, escríbanme a cartasamaria@yahoo.com.