El papa denuncia la violencia y las injusticias en Chile
El pontífice participó en una simbólica misa en Chile y mencionó las atrocidades de la dictadura y la violencia indígena. Pero antes del evento, hubo más agresiones por su visita.
“Ofrecemos esta misa para todos aquellos que sufrieron y murieron, y para aquellos que soportan diariamente la carga de muchas de esas injusticias”. PAPA FRANCISCO, EN CHILE
“Pido a los católicos orar por el papa Francisco, por este viaje apostólico a las iglesias hermanas de Chile y Perú, llevando un mensaje de esperanza y alegría”. LEOPOLDO BRENES, CARDENAL DE NICARAGUA
El papa Francisco habló ayer de “injusticias de siglos” y condenó la violencia en una multitudinaria misa en la ciudad de Temuco, en el sur de Chile, una zona marcada por el conflicto con los indígenas mapuches. En su tercer día de visita al país suramericano, el pontífice comenzó la misa ante cerca de 200,000 fieles con un saludo en lengua mapuche, antes de hacer un llamado a la unidad de los pueblos que, según dijo, “no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizadora”.
“Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar”, citó el pontífice una composición musical de la chilena Violeta Parra, durante una breve homilía de 15 minutos.
“Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o culturas inferiores”, manifestó el argentino, en un llamado al respeto a la diversidad cultural y a la justicia, en una zona particularmente compleja.
El sumo pontífice ensalzó también el concepto de “Küme Mongen”, que en la cosmogonía ancestral mapuche se refiere al buen vivir y a la armonía con el entorno, durante la misa por el progreso de los pueblos, en el Aeródromo Maquehue, que fue utilizado como centro de tortura durante la dictadura de Augusto Pinochet.
“Aquí tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos”, dijo el papa en su discurso ante los fieles, que, según los datos de los medios chilenos, quedaron muy por debajo de las estimaciones iniciales, que proyectaban 400,000 asistentes.
En un pasaje de su discurso, el papa dijo: “La violencia vuelve mentirosa la causa más justa”.
Aunque la referencia no fue específica, muchas personas la interpretaron como una condena del jerarca católico a los atentados contra iglesias que desde hace una semana vienen sucediendo en Chile, en razón del rechazo que en algunos sectores radicales genera su visita.
Incluso, ayer durante la madrugada, dos iglesias y una escuela fueron quemadas intencional-
mente en la región de la Araucanía, a menos de 100 kilómetros de Temuco.
Además, en la región fronteriza del Bío Bío, también dos helicópteros fueron incendiados en una base forestal.
En el lugar se encontró un panfleto a nombre de la Coordinadora Arauco-malleco (CAM), una organización que reivindica la autonomía del pueblo mapuche.
La Araucanía es una región marcada por tensiones derivadas de las demandas del pueblo mapuche, que pide la devolución de sus tierras y autonomía, y los ocasionales enfrentamientos de los pueblos originarios con las fuerzas de seguridad y los empresarios de la zona.
Más allá de la alarma que se había instalado en la ciudad por estos atentados, la visita del papa a la región se desarrolló sin mayores incidentes.
La principal controversia de la ceremonia, sin embargo, se debió a la presencia de Juan Barros, un obispo acusado de encubrir abusos sexuales a menores, que también había asistido a la misa del martes en el Parque O'higgins.
Barros fue designado en marzo de 2015 como obispo de la diócesis de Osorno, en el sur del país. Sin embargo, su nombramiento es rechazado desde entonces por los laicos de la zona debido a su cercanía con el sacerdote Fernando Karadima, sancionado por la Santa Sede por abusos sexuales contra menores.
“No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”, había dicho el pontífice en un discurso pronunciado el martes en La Moneda, la sede del Gobierno chileno.
Después de sostener un almuerzo con representantes de la Araucanía, entre los cuales se encontraban varios mapuches, Francisco viajó de nuevo a Santiago, donde se reunió con jóvenes católicos en la comuna de Maipú.
En ese encuentro, Francisco les dijo: “La Iglesia tiene que tener un rostro joven, y ustedes nos lo tienen que dar”. En el lugar estaban cerca de 40,000 jóvenes, según cifras de medios locales.