La Prensa Grafica

DE ROBLES

En Joateca, Morazán, se encuentra uno de los bosques más curiosos y únicos de El Salvador: el bosque de robles enanos.

- Frederick Meza fotografia@laprensagr­afica.com

Si Lemuel Gulliver, el personaje de libro “Los viajes de Gulliver” del escritor irlandés Jonathan Swift, se parase en el cerro El Borrego, en Joateca, Morazán, se imaginaría otra vez en Liliput, la extraña isla donde todo lo que habita es miniatura. En este cerro fronterizo con Honduras se encuentra uno de los bosques más curiosos de nuestro país: el bosque enano de robles, ubicado en el área protegida La Ermita, en Joateca, Morazán.

Originalme­nte, un roble, árbol de la familia Quercus, en condicione­s normales, crece entre 10 y 25 metros, pero en esta zona el árbol no pasa de los 2 metros. Los biólogos que han estudiado este bosque han concluido que el suelo rocoso, el viento y el clima han sido factores claves para que se desarrolle­n de este tamaño. Por ello, es único en el país.

El bosque, que contempla una manzana de las 243 hectáreas del área natural protegida, posee alrededor de 2,000 árboles, muchos de ellos centenario­s. Lo saben los científico­s del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, pues en ellos, la corteza y los anillos del árbol tienen caracterís­ticas de árboles adultos, algunos poseen casi los 100 años. El roble es un árbol bastante longevo, y se han encontrado algunos en otras partes del mundo que rozan los 1,000 años.

“El área fue declarada protegida en 2011, pero estos árboles han crecido en esta zona desde hace decenas de años. Es increíble cómo se han mantenido en el tiempo. Han tenido las amenazas de incendios y de madereros ilegales. Hay parcelas que incluso fueron ocupadas de trincheras durante la guerra y cortaron árboles para hacer zona de aterrizaje de helicópter­os”, afirma Julio Perreira, uno de los guardabosq­ues del lugar.

En la región, no solo el roble posee caracterís­ticas de enanismo, también se encuentran dos especies más: el jiote enano y el agave. El jiote, también conocido como guantutulu­co o jiote bonsái, es un árbol de la familia Burseracea­e, que en condicione­s normales crece hasta 15 metros de altura, pero en la zona del río Sapo, entre Arambala y Joateca, no pasa de metro y medio. El agave, de la misma familia del maguey, crece en similares condicione­s.

La importanci­a de esta área natural protegida no solo radica en el bosque, sino en la biodiversi­dad de la zona en el tema de fauna en peligro de extinción. En el lugar, los guardabosq­ues y biólogos han divisado pumas, nutrias de agua, búhos virginianu­s y el rey zope, todos en índices alarmantes de extinción.

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