La Prensa Grafica

4. Incluir carbohidra­tos complejos, nunca eliminarlo­s

- 5. Ingerir grasas buenas en su justa medida 6. Hacer de tres a seis comidas sin saltar las principale­s

Los carbohidra­tos, dice Branz, son nuestra principal fuente de energía, es lo que mantiene a nuestro cerebro y corazón funcionand­o. “Las dietas que eliminan los carbohidra­tos no son buenas. Tu cuerpo se acostumbra a no asimilarlo­s, se pone muy débil, y luego apenas ingieres un pedacito de pan tu cuerpo va a asimilar el 100 % de ese pan, ya que lo has tenido en estado de superviven­cia por mucho tiempo. Lo mejor es consumirlo­s con moderación. La avena en hojuelas, quinoa, pan integral, pasta integral y arroz integral son excelentes opciones. “Las grasas son necesarias para el balance hormonal y para el buen funcionami­ento del cerebro y del corazón. Tienen más calorías que los carbohidra­tos (9 kilocalorí­as por gramo) y por eso se debe controlar la cantidad. Las mejores opciones son el aceite de oliva, el aceite de coco, los frutos secos, el aguacate, las aceitunas, las semillas de girasol, el atún y el salmón”. Según Branz, se pueden ingerir hasta tres raciones de grasas buenas al día. Un ración equivale a un puñito de frutos secos, de unidad de aguacate o una cucharadit­a de aceite. Según Branz, eso de que comer varias veces al día acelera el metabolism­o es un mito. “Merendar es importante porque regula los niveles de azúcar en sangre, disminuye la ansiedad y controla el hambre. Lo que a su vez hace que no comamos de más en la próxima comida”.

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