Hijo sin apetito: ¿cual es el factor psicologico?
Muchos padres luchan día a día con la falta de apetito de sus hijos. En ciertas circunstancias, los especialistas aseguran que es importante seguir un tratamiento psicológico ante ello.
La falta de apetito en nuestros hijos es un problema que puede ser tratado con una diversidad de tratamientos médicos. Sin embargo, la psicóloga y directora del Centro PE y DE, Alejandra Rivera, explica: “Si aun con tratamientos médicos el niño o adolescente no presenta mejorías en su conducta alimentaria, entonces sí podemos estar frente a un problema que conviene de tratamiento psicológico”. Añade que si se han descartado complicaciones fisiológicas y el niño o adolescente no quiere comer absolutamente nada, “pueden estar asociados trastornos afectivos, de ansiedad o de personalidad, de modo que la situación del paciente plantea la necesidad de evaluación y diagnóstico a partir de los resultados el tratamiento”. Pero, ¿cómo lo tratan los psicólogos? Rivera dice que primero es necesario realizar evaluaciones y hacer un diagnóstico, dado que el origen de la conducta alimentaria es multicausal y por ello su tratamiento dependerá de lo que se encuentre asociada a ella. “Los principales factores de riesgo entre predisponentes, detonantes, precipitantes se pueden englobar en psicológicos, familiares, socioculturales y biológicos; es decir, puede haber muchas causas que originan e interactúan entre sí. Por otra parte, también se producen afectaciones emocionales, conductuales y sociales", dice la especialista.
“Una conducta alimentaria atípica puede tener origen diverso, pero siempre es importante que en casa se revise todo aquello que pueda influir en el hijo, por ejemplo, conductas aprendidas, ansiedades, estados disfóricos, desapego, intranquilidad, etcétera. Por lo tanto, el rol de la familia es muy importante”. Alejandra Rivera, psicóloga
¿CÓMO PUEDEN AYUDAR LOS PADRES A ESTE PROCESO?
El papel de los padres sin duda es esencial. Rivera asegura que los papás pueden ayudar ya sea que la conducta alimentaria se encuentre en un estado de corta evolución o si la sintomatología ya es severa, como en una anorexia, pues siempre los padres deben adherirse al proceso, porque hay multiplicidad de recomendaciones y seguimientos.
“Una conducta alimentaria atípica puede tener origen diverso, pero siempre es importante que en casa se revise todo aquello que pueda influir en el hijo, por ejemplo, conductas aprendidas, ansiedades, estados disfóricos, desapego, intranquilidad, etcétera”, dice la psicóloga.
Rivera comparte que cuando se trata de niños, el comportamiento normal de alimentarse, las preferencias y rechazos hacia determinados alimentos se condicionan por el aprendizaje y las experiencias vividas en la primera infancia. “Es en este tiempo que un niño incorpora la mayoría de hábitos y prácticas alimentarias”, agrega.
Respecto a los ejercicios que se puede realizar con los niños, la psicóloga expresa que se puede retomar actividades lúdicas, de ser posible en grupo, y que tengan como contenido temas como: higiene, limpieza, alimentación sana, hábitos saludables, dar y recibir aprecio, entender cómo habla el cuerpo sin palabras, comer sin prisas y sentados, la importancia de masticar y tener horarios fijos.
Si como padre se duda de en qué momento es necesario asistir a un psicólogo, la especialista responde que es importante hacerlo “cuando se trata de una conducta alimentaria que no es ocasional y que se ha descartado una complicación fisiológica, más aún si distinguimos adicionalmente dificultades emocionales, de conducta o de sociabilidad”.
Rivera destaca que, si se detecta en fase temprana, se puede evitar otros problemas.
“Identificado y tratado el problema en temprana fase podremos evitar que se desarrolle un Trastorno de Evitación/restricción de la Ingestión de Alimentos y otros conexos”.