Hogares para ancianos, arrasados
AP, EFE
Se encontraron cadáveres de personas dentro de autos calcinados, en los restos humeantes de casas o junto a vehículos, aparentemente derrotados por el humo y las llamas antes de que pudieran colocarse detrás del volante para escapar. En algunos casos solo quedaron algunos fragmentos de huesos, tan pequeños que los investigadores forenses tuvieron que utilizar canastillas para recogerlos y dividirlos.
Hasta ayer se ha confirmado la muerte de al menos 31 personas a causa del incendio forestal que convirtió la localidad de Paradise y las zonas aledañas del norte de California en un infierno que igualó a la conflagración más letal en la historia de la entidad, y la búsqueda de cadáveres continúa.
De acuerdo con el Departamento de Policía, hay casi 230 personas desaparecidas, cuatro días después de que el incendio arrasó con la localidad de 27,000 habitantes y prácticamente la borró del mapa con llamas tan intensas que derritieron automóviles.
Los cadáveres quedaron tan dañados por las llamas que las autoridades solicitaron la presencia de un laboratorio móvil de ADN y consultaron a antropólogos forenses para ayudar a identificar a las víctimas.
Cada vez más fatigados y pesimistas, amigos y familiares de las personas desaparecidas llamaron a hospitales, departamentos de Policía, refugios y a la morgue con la esperanza de conocer el destino de sus seres queridos. Paradise era una comunidad popular entre los jubilados y casi una cuarta parte de sus habitantes tenía más de 65 años de edad.
Tad Teays seguía esperando noticias sobre su madre, quien tiene 90 años, padece de demencia y vive a kilómetro y medio de distancia de su casa en Paradise. Y Bárbara Hall intentó en vano averiguar si su tía y el esposo de ella, quienes tienen entre 80 y 90 años de edad, pudieron salir de la casa de retiro de la localidad.
“¿Salieron en su auto? ¿Pudieron escapar? ¿Su carro se desbarrancó en alguna montaña? No lo sé”, dijo Hall, quien expresó que la pareja solo tenía un número telefónico fijo y no entran las llamadas.
Megan James, de Terranova, Canadá, buscaba noticias en Twitter sobre su tía y el esposo de ella, cuya casa en Paradise fue consumida por las llamas y sus vehículos seguían en la propiedad.
Ayer pidió en Twitter que alguien más se encargara de las publicaciones, manifestó: “Estoy exhausta física y emocionalmente... Necesito dormir y llorar... Solo recen. Por favor”.
Algunas personas se aprovechan de la desesperación y propiedades que han quedado abandonadas.
En declaraciones a los medios, el alguacil del condado de Butte, Kory Honea, avisó que, pese a lo caótico de la situación, su oficina “investigará para poder identificar y arrestar” a los autores de los robos.
Por su parte, el gobernador de California, Jerry Brown, pidió formalmente al presidente Donald Trump una declaración de “desastre mayor”.
En caso de ser concedida, la declaración ofrecería a los afectados por los fuegos ayuda financiera del gobierno federal para alojamiento, desempleo, gastos legales y tratamiento psicológico.
“Esto es realmente una tragedia que todos los californianos pueden entender y a la que pueden responder”, aseveró el gobernador Jerry Brown en una rueda de prensa. “Es un momento para trabajar juntos y superar estas tragedias”, comentó.
“¿Salieron en su auto? ¿Pudieron escapar? ¿Su carro se desbarrancó en alguna montaña? No lo sé...”. BARBARA HALL
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